En un giro dramático que ha sorprendido al ámbito político, el líder de Más País, Íñigo Errejón, ha renunciado inesperadamente a su cargo tras una denuncia pública de la actriz Elisa Mouliaá, quien lo acusa de acoso sexual. Este escándalo, lejos de ser un incidente aislado, ha cobrado dimensiones mayores tras la revelación de que hasta doce mujeres podrían haber acusado al político de comportamiento inapropiado, e incluso de agresión sexual en varios entornos sociales y profesionales.

La revelación inicial surgió en redes sociales, donde Mouliaá denunció su experiencia, apoyada por un grupo de mujeres que compartieron situaciones similares. Estas declaraciones, algunas acompañadas de testimonios detallados, han expuesto una serie de presuntos comportamientos de acoso que Errejón habría realizado en eventos públicos, aprovechándose de la cercanía física y el ambiente de celebración para avanzar físicamente sobre algunas mujeres.

Según testimonios publicados en medios y redes, varias de las mujeres describen haber sentido tocamientos reiterados en la cintura, caderas y, en algunos casos, en zonas íntimas mientras interactuaban en eventos donde Errejón estaba presente. En uno de estos eventos, una de las víctimas relató cómo percibió la mano de Errejón en su espalda baja sin que este se retirara, situación que la hizo sentir incómoda y vulnerable. La joven mencionó que, al notar su incomodidad, pidió la ayuda de sus amigas para corroborar lo que estaba pasando; la respuesta fue inmediata y, en palabras de una de ellas, “de incredulidad” al confirmar la postura y el contacto físico del político. Este testimonio ha resonado en Twitter, donde fue ampliamente compartido, y se sumó al de otras mujeres que han relatado experiencias similares en diferentes lugares y circunstancias, acumulando cientos de comentarios de apoyo y rechazo en cuestión de horas.

Los círculos políticos no han tardado en reaccionar. Mientras Sumar, la coalición a la que Errejón se unió en las pasadas elecciones, manifiesta públicamente la necesidad de aclarar los hechos, algunos de sus representantes han destacado la gravedad de las denuncias y la urgencia de una investigación independiente. Este contexto ha puesto en crisis al partido y ha generado un debate sobre la integridad y ética de sus figuras principales.

Las reacciones en redes han sido intensas y polarizadas. Mientras unos usuarios se muestran escépticos y cuestionan la veracidad de las acusaciones, una gran mayoría apoya las denuncias y exige a Errejón asumir sus responsabilidades. La imagen pública de Errejón, quien ha sido defensor activo de los derechos de las mujeres y la igualdad de género, se encuentra ahora bajo cuestionamiento; muchas voces dentro y fuera del partido claman por una respuesta firme y contundente que sea ejemplar en el ámbito político.

A la espera de que Errejón emita una declaración, la opinión pública se muestra dividida y atenta a nuevos desarrollos en un caso que puede marcar un antes y un después en la política española y en la tolerancia hacia actitudes de acoso y agresión en todas las esferas del poder.