A pesar de que el verano de 2024 concluye con un 46 % menos de superficie afectada por incendios forestales respecto a la media de los últimos diez años, Greenpeace alerta que no es el momento de relajarse. La organización ecologista advierte que las condiciones meteorológicas favorables, con un verano más fresco y húmedo en buena parte de la Península, han sido clave para estos buenos resultados, pero insiste en que el cambio climático sigue siendo una amenaza constante.
Durante esta temporada, se registraron 5.663 incendios, un 33 % menos que la media del decenio, y aunque 17 de estos incendios fueron responsables del 40 % de la superficie afectada, la rápida intervención de los operativos de extinción logró que el 70 % de los incendios quedaran en conatos, es decir, con menos de una hectárea afectada. Sin embargo, Mónica Parrilla, portavoz de Greenpeace España, subraya que no se debe bajar la guardia: "Los buenos datos no deben traducirse en una menor percepción de riesgo. Es necesario seguir gestionando las masas forestales y dinamizando el medio rural para prevenir futuras catástrofes".
Parrilla recuerda el caso de Portugal, donde, a pesar de las condiciones meteorológicas frescas, una oleada de incendios arrasó más de 135.000 hectáreas y causó la muerte de siete personas. Un ejemplo claro de que no se puede depender únicamente de las condiciones climáticas favorables ni de los efectivos de extinción.
Además, Greenpeace pone el foco en la gestión forestal como clave para evitar situaciones extremas. Tras el desastroso año 2022, el peor en 28 años con 268.000 hectáreas quemadas, la organización ha insistido en la importancia de destinar más recursos a la prevención y restauración de las áreas degradadas, que se vuelven vulnerables a incendios recurrentes si no se gestionan correctamente.
Con la aprobación de la Ley europea de Reglamento de la Restauración de la Naturaleza, Greenpeace ve una oportunidad para implementar estrategias que no solo mitiguen los riesgos de incendios, sino que también fortalezcan la conservación de las áreas protegidas, desmintiendo bulos que culpan al conservacionismo del agravamiento de los incendios en España.
A pesar de los buenos resultados de este verano, Greenpeace insiste en que se deben tomar medidas a largo plazo para evitar que una buena temporada sea solo la excepción en un contexto de cambio climático.