El infierno ha llegado a Florida: La madre de todos los huracanes está allí

El infierno ha llegado a Florida: La madre de todos los huracanes está allí

La noche en Florida se ha convertido en una pesadilla desatada por la llegada de Milton, un huracán que ha demostrado ser mucho más que una tormenta. Con vientos a 205 km/h y un diámetro capaz de cubrir gran parte del estado, este ciclón de categoría 3 golpeó la costa de Siesta Key como una furia indomable. La violenta fuerza de la naturaleza se manifestó con una marejada ciclónica que devoró la costa del Golfo y dejó atrapados a cientos de miles de residentes en un infierno de agua, viento y miedo.

La devastación comenzó con el retiro dramático del mar en la bahía de Tampa. En cuestión de minutos, el agua volvió con un poder titánico, inundando calles y arrancando los cimientos de todo a su paso. El Servicio Meteorológico Nacional no tardó en emitir una emergencia por inundaciones repentinas, instando a los residentes a buscar refugio inmediato. Se reportaron hasta 46 centímetros de lluvia en menos de 24 horas, con ríos desbordados que se llevaron por delante barrios enteros.

 

 

Las imágenes que circulan en redes sociales muestran el horror en su forma más cruda: vientos que arrancan techos como si fueran de papel, estaciones de servicio ardiendo por chispazos eléctricos y árboles caídos aplastando vehículos. En uno de los videos más impactantes, una camioneta es arrastrada por la corriente y volcó sobre una acera en Palm Beach Gardens. El aire se llena de un ruido ensordecedor, un aullido interminable que resuena en las calles vacías mientras el agua se sigue elevando sin piedad.

El gobernador de Florida ha descrito la situación como "una prueba de supervivencia", mientras que las autoridades locales han advertido que "este será un golpe aún más letal que el huracán Helene", que azotó la región apenas dos semanas antes. Las zonas de evacuación no se dieron abasto y miles quedaron atrapados en sus hogares, sin luz y sin agua potable. Las cifras de personas sin electricidad han superado el millón y medio, con redes de distribución colapsadas por completo.

Las historias de quienes decidieron enfrentar la tormenta son desgarradoras. Muchos se refugiaron en los segundos pisos de sus casas para evitar ser arrastrados por las crecidas. Las líneas de emergencia están colapsadas, y la desesperación se siente en cada rincón de las comunidades afectadas. Los hospitales han tenido que evacuar pacientes, llevándolos a refugios improvisados que también están a punto de inundarse. Los rescatistas luchan contra el tiempo y las condiciones adversas para llegar a los más vulnerables, mientras las carreteras se transforman en ríos furiosos.

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