Los 19 vecinos de Serandi, en Proaza, viven en constante temor debido a la presencia de un oso que ha elegido el pueblo como su nuevo hogar. Desde hace un mes, el animal ha causado estragos, destruyendo frutales, alimentándose de los piescos y atacando ganado. El episodio más grave ocurrió cuando el oso mató un carnero tras saltar una cerca y romper una malla metálica, sembrando el pánico en la comunidad. Los residentes, muchos de ellos mayores, temen encontrarse con el plantígrado al salir de sus casas y piden al gobierno que lo reubique en un área más segura, como los Picos de Europa.
Este fenómeno no es exclusivo de Asturias. En otras partes de Europa, como Rumanía, se ha reportado un aumento de la ferocidad de los osos, que están perdiendo el miedo a los humanos y acercándose cada vez más a zonas habitadas en busca de alimento. Los videos que circulan en internet muestran osos entrando en hogares, abriendo neveras e incluso persiguiendo personas, lo que genera preocupación sobre el manejo de la población de osos en áreas rurales y turísticas. En Serandi, el oso parece haber perdido el miedo a los humanos y, según los vecinos, duerme en un callejón del pueblo, evidenciando la creciente interacción conflictiva entre humanos y fauna salvaje.
La Guardería de Medio Rural ha intentado capturar al animal para trasladarlo a un lugar seguro, pero hasta ahora, los esfuerzos han sido infructuosos. Mientras tanto, el temor sigue latente entre los habitantes, que ven amenazada su tranquilidad por la presencia del depredador. La situación refleja un dilema creciente en muchas regiones de Europa: cómo gestionar la conservación de especies protegidas, como el oso pardo, sin poner en riesgo a las comunidades locales.