El colapso de la pequeña agricultura en Europa: la creciente presión sobre los agricultores para industrializarse o desaparecer

El colapso de la pequeña agricultura en Europa: la creciente presión sobre los agricultores para industrializarse o desaparecer

Durante los primeros meses de 2024, Europa vivió una serie de protestas masivas protagonizadas por agricultores que bloquearon carreteras y se manifestaron en las principales ciudades del continente. Estas protestas, que en su mayoría giraron en torno a la crisis económica que enfrenta el sector agrícola, captaron la atención de los políticos justo antes de las elecciones europeas, pero el verdadero problema va mucho más allá de la visibilidad mediática. Un informe reciente encargado por Greenpeace revela la cruda realidad que enfrentan los agricultores: la implacable presión para expandir sus explotaciones o enfrentarse a la quiebra.

En las últimas dos décadas, la agricultura europea ha sufrido una transformación dramática, con la desaparición de millones de pequeñas explotaciones a un ritmo alarmante. Según datos de Eurostat, entre 2005 y 2020, el número de explotaciones agrícolas en la Unión Europea se desplomó en un 37%, con un descenso especialmente acentuado en las explotaciones pequeñas y medianas. Solo entre 2007 y 2022, las pequeñas explotaciones comerciales disminuyeron un 44%, mientras que las mega explotaciones, aquellas con ingresos superiores a 250.000 euros anuales, han crecido un 56%.

Este fenómeno responde a una dinámica profundamente desigual, en la que las grandes explotaciones, que representan solo el 8% del total, producen casi el 60% de la producción agrícola total. Las mega explotaciones han visto cómo sus ingresos se triplicaron entre 2007 y 2022, mientras que las pequeñas explotaciones han luchado por sobrevivir, con una disminución generalizada en su renta media.

Uno de los mayores impulsores de esta tendencia es la Política Agrícola Común (PAC) de la Unión Europea, que favorece a las grandes explotaciones al asignarles la mayor parte de las subvenciones directas basadas en la cantidad de tierra cultivada. Las mega explotaciones, que controlan grandes extensiones de tierra y recursos, recibieron el 37% de las subvenciones públicas en 2022, mientras que las pequeñas explotaciones, que representan la mayoría del sector agrícola, recibieron solo el 25%.

Este sistema ha obligado a los pequeños agricultores a aumentar su escala de producción, lo que a menudo implica adoptar prácticas industriales perjudiciales para el medio ambiente y el bienestar animal. La concentración del poder económico en manos de unas pocas grandes explotaciones ha incrementado el uso de pesticidas y fertilizantes, empeorando los efectos sobre la salud y el medio ambiente.

El informe también señala que los agricultores dependen cada vez más de la financiación bancaria para seguir en el negocio, lo que crea un ciclo de deuda insostenible. Las mega explotaciones son responsables del 70% de la deuda total del sector, mientras que las pequeñas explotaciones, que a menudo tienen dificultades para acceder al crédito, enfrentan mayores desafíos para sobrevivir.

En España, la situación es particularmente crítica. Entre 2007 y 2021, el número de mega explotaciones en el país se duplicó, y su producción económica se multiplicó por cuatro. En contraste, el 36% de las pequeñas explotaciones desaparecieron en el mismo periodo, a pesar de seguir siendo la columna vertebral de la agricultura española. Además, las mega explotaciones en España controlan el 77% del ganado y el 19% de la superficie agrícola, lo que agrava la concentración de poder económico en el sector.

A menos que se adopten políticas radicales para proteger a los pequeños agricultores y promover un modelo agrícola más sostenible, el campo europeo seguirá viendo cómo desaparecen sus explotaciones familiares. Este declive no solo pone en riesgo los medios de vida rurales, sino que también amenaza la sostenibilidad del sistema alimentario y el equilibrio medioambiental del continente.

La UE debe cambiar su enfoque de la PAC y redirigir las subvenciones a aquellos agricultores que más las necesiten y que estén comprometidos con la protección del medio ambiente. Solo a través de un apoyo real y concreto a los pequeños agricultores, y una regulación firme de las prácticas comerciales desleales, Europa podrá evitar la total desaparición de sus pequeñas explotaciones agrícolas y fomentar un futuro agrícola más justo y sostenible.

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