Si en España tuviéramos las leyes de Taiwán, ¿habría algún español que se hubiera librado de la cárcel?

Si en España tuviéramos las leyes de Taiwán, ¿habría algún español que se hubiera librado de la cárcel

Imagínense, queridos lectores, un panorama legal en el que engañar al cónyuge te puede costar un añito entre rejas. Así es, en Taiwán no se andan con chiquitas: si te pillan con las manos en la masa (o en otra masa que no es la tuya), podrías terminar disfrutando de un año a la sombra. Claro, en España una noticia así nos haría replantearnos si las cárceles estarían vacías… o más bien reventarían de ocupación.

Porque, seamos sinceros, con lo creativos que somos para justificar una "salida de tono", las excusas tendrían que refinarse a niveles nunca antes vistos. El "no es lo que parece" aquí no cuela, y ni hablar del clásico "¡Pero si fue solo una vez!". Lo siento, amigo, en Taiwán eso te cuesta 365 días de reflexión profunda, con celda y horario incluido.

Imaginemos ahora que esa ley llega a España. Vamos a poner a prueba nuestra capacidad para mantenernos fieles, o al menos, para no ser pillados. ¿Alguien más imagina las cárceles rebosando de ciudadanos de a pie, famosos y algún que otro político, todo en el mismo patio? Un patio donde la conversación del día no sería la partida de dominó, sino quién fue más ingenioso para ocultar su escapada romántica antes de caer.

Y qué decir de las redes sociales. Imagínense el trending topic: #InfielEnLaSombra. Habría competiciones de "el mejor disfraz para no ser pillado" o "cómo justificar que llevabas dos móviles". Y esos amigos cómplices que antes te cubrían con el típico "estábamos jugando a la Play", ahora se lo pensarían dos veces. ¡Ya no solo serías infiel, sino un potencial delincuente en potencia!

Ahora bien, si ampliamos el imaginario: ¿cómo sería un juicio por infidelidad en España? Ya nos veo desbordando las salas de tribunales con juicios a lo grande. Abogados argumentando que no hubo “intención de infidelidad” porque el pobre acusado solo se confundió de casa, jurados decidiendo si fue "un desliz" o un plan maquiavélico, y todo ello retransmitido en directo al estilo de los reality shows más jugosos.

Por otro lado, no faltarían las campañas de concienciación, los manuales de fidelidad distribuídos en las estaciones de metro o autobús, con títulos como "Cómo resistir a la tentación y no acabar en Alhaurín de la Torre". Porque, claro, uno no querría terminar encerrado en una celda con otro infiel que, en lugar de arrepentirse, solo quiera contarte sus técnicas y estrategias.

Los bares estarían llenos de conversaciones del tipo: "Pues me he enterado de que a Manolo le han caído 6 meses porque la pilló la mujer en Tinder". Y ni hablar de los momentos tensos en las cenas de Navidad con la familia, donde cada mirada de la pareja se convierte en un escáner criminal. ¡Ay de aquellos que olviden poner el móvil en silencio! Cualquier notificación podría ser el ticket de entrada a una experiencia carcelaria.

Por suerte (o por desgracia) aquí en España somos más del "¡ay, qué le vamos a hacer!", o del "mejor lo resolvemos en casa". Aunque no faltará quien diga que esa ley taiwanesa no estaría mal para poner en cintura a unos cuantos. Pero ojo, porque con nuestras costumbres, seguro que en una semana ya tendríamos alguna triquiñuela para convertir una infidelidad en una actividad recreativa legal. ¡Somos así de ingeniosos!

Así que, amigos, si alguna vez oyen que la ley taiwanesa llega a nuestras costas, vayan pensando en invertir en buenos abogados, o mejor aún, en cómo mantener la calma y evitar tentaciones. Porque si aquí se aplicaran las mismas normas, a más de uno le vendría bien aprender a disfrutar de las monótonas maravillas de la fidelidad… o de lo contrario, el único sol que vería sería a través de los barrotes.

Y recuerden: en Taiwán, si te pillan siendo infiel, no solo pierdes la pareja… ¡pierdes el verano, la Navidad y la Semana Santa!

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