Asturias conquista St. Augustine: gaitas, bailes y una despedida para el recuerdo en la celebración del centenario

Asturias conquista St. Augustine: gaitas, bailes y una despedida para el recuerdo en la celebración del centenario

La delegación asturiana, liderada por José Tejedor, lleva la cultura asturiana a las calles de St. Augustine con un emocionante concierto y una inolvidable despedida en la playa

 

El aire vibraba con la música de gaita y el sonido de los aplausos llenaba la atmósfera de la histórica ciudad de St. Augustine, Florida, mientras la delegación asturiana se preparaba para despedirse tras una semana repleta de celebraciones y emociones. El centenario del hermanamiento entre Avilés y la ciudad norteamericana llegó a su clímax con un concierto apoteósico en la Plaza de la Constitución, y una serie de momentos que quedarán grabados en la memoria de todos los asistentes.

Una plaza que desafía la tormenta

La mañana comenzó con incertidumbre, mientras las nubes grises amenazaban con aguar la celebración. Sin embargo, como si la misma Asturias hubiese enviado una bendición especial, las nubes se mantuvieron al margen y José Tejedor, el gran maestro gaitero arrancó el concierto bajo la mirada expectante de cientos de personas. La Plaza de la Constitución de St. Augustine, testigo de innumerables eventos históricos, se transformó en un rincón asturiano por unas horas. Los primeros acordes de la gaita resonaron y la magia comenzó.

 

 

"El clima parecía jugar en nuestra contra, pero por alguna razón misteriosa, aquí no llovió. Estaba lloviendo en todas partes menos en la Plaza" relataba uno de los asistentes, emocionado de ver cómo la música asturiana desafiaba las inclemencias del tiempo.

Tejedor, acompañado por su hija Julia, se había conjurado contra los elementos cuando minutos antes de actuar había paseado con su hija Julia por Avilés Street, unana vía que, con este gesto, reforzó simbólicamente los lazos entre ambas ciudades.

 

Bailes tradicionales que hechizan a St. Augustine

La música fue solo el comienzo de una jornada inolvidable. Vestidos con trajes tradicionales, los bailarines asturianos tomaron la Plaza y cautivaron a todos los presentes con sus movimientos llenos de historia y tradición. Los trajes de colores brillantes y las coreografías elegantes contaron la historia de una Asturias viva, vibrante y profundamente conectada con sus raíces.

 

 

Los espectadores, tanto locales como turistas, quedaron fascinados por el espectáculo. Muchos, armados con cámaras y teléfonos móviles, no quisieron perderse un solo instante de esta celebración que no solo honraba el pasado, sino que también sembraba las semillas de un futuro compartido.

 

 

"Es algo increíble. Nunca había visto algo así en St. Augustine. Es como si nos hubieran traído una parte de Asturias aquí", comentó un turista que asistía al evento.

Pero el tiemo respetó el arte justo hasta ahí. Porque después la amenaza de diluvio sobre San Agustín se consumó y el acto tuvo que terminar en ese preciso instante.

 

 

 

 

Un adiós lleno de emociones y promesas

Pero como todo buen viaje, llega un momento en el que hay que decir adiós. Tras el concierto y las actividades, la delegación asturiana se reunió para una emotiva fiesta de despedida en la casa de Annamie van Ruisgenberg, una de las anfitrionas locales que acogió a los músicos en su hogar. Entre risas, abrazos y recuerdos, los asturianos y sus amigos norteamericanos compartieron una última velada antes de la partida.

 

 

"Hoy hemos plantado las semillas de algo mucho más grande. No se trata solo de un hermanamiento entre ciudades, sino de un vínculo entre personas, entre culturas. Nos vamos, pero volveremos" comentó uno de los miembros de la delegación mientras preparaban las maletas para regresar a España.

Pero el viaje no podía concluir sin un último homenaje a la naturaleza de Florida. La delegación se dirigió a la playa, donde disfrutaron de una tarde relajada, dejando un último recuerdo en la arena con las palabras "Puxa Asturies", grabadas como un testimonio de su paso por St. Augustine.

 

 

El mar, testigo del hermanamiento

La playa, bañada por las aguas del Atlántico, sirvió de escenario para un último momento de camaradería. Bajo el cielo azul, el grupo se relajó tras días de intensas actividades, recordando lo vivido y soñando con los lazos que continuarán tejiendo entre Avilés y St. Augustine. La inscripción en la arena no solo simbolizaba el fin del viaje, sino también la promesa de que las tradiciones asturianas continuarían presentes en Florida.

 

Con el avión de regreso a España previsto para el lunes por la tarde, y otro grupo saliendo el martes, la delegación asturiana se despidió de St. Augustine con la sensación de haber dejado una marca imborrable. Las alcaldesas de ambas ciudades, Mariví Monteserín y Nancy Sikes-Kline, coincidieron en que este viaje ha sido un éxito rotundo y augura más intercambios culturales y educativos en el futuro.

"Lo más emocionante ha sido ver cómo jóvenes y mayores, músicos y bailarines, han traído una parte de Asturias a St. Augustine. Hemos reforzado nuestros lazos y ahora son más fuertes que nunca" destacó Monteserín en su discurso final.

Con un pie en el presente y otro en el futuro, Asturias y St. Augustine continúan su camino conjunto, unidas por la historia, la cultura y el afecto de sus gentes. Y aunque la delegación asturiana regresa a casa, el eco de sus gaitas y sus bailes seguirá resonando en las calles de la ciudad más antigua de los Estados Unidos.

 

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