La histórica Batalla de Atapuerca, que decidió el futuro de Castilla hace casi mil años, cobra vida cada agosto en una recreación que se ha convertido en una de las festividades más destacadas de la región.

Cuando se piensa en Atapuerca, lo primero que viene a la mente son sus mundialmente famosos yacimientos arqueológicos, donde se han encontrado restos de los primeros homínidos de Europa. Sin embargo, este pequeño municipio de Burgos, con apenas 180 habitantes, también es el escenario de una historia medieval que marcó el destino de Castilla y León: la Batalla de Atapuerca. Este enfrentamiento, ocurrido el 1 de septiembre de 1054, vio a dos hermanos, el rey García III de Navarra y Fernando I de León y Castilla, en una lucha por el control territorial, un conflicto que cambiaría para siempre el mapa político de la Península Ibérica.

Cada año, en el penúltimo domingo de agosto (este año, el 25 de agosto), Atapuerca retrocede en el tiempo para revivir esta batalla épica, convirtiendo las tranquilas laderas de la Iglesia de San Martín en el mismo campo de combate donde miles de soldados, entre ellos un joven Rodrigo Díaz de Vivar (quien más tarde sería conocido como El Cid Campeador), lucharon cuerpo a cuerpo. La recreación, que ha ganado reconocimiento como Fiesta de Interés Turístico Regional y busca ser reconocida a nivel nacional, es un espectáculo al aire libre que atrae a miles de espectadores y se ha consolidado como una cita ineludible en el calendario cultural de Castilla y León.

El evento, organizado por la Asociación de Amigos de Atapuerca, cuenta con la participación de voluntarios y actores que, año tras año, mejoran la puesta en escena, el rigor histórico y la interpretación. La representación incluye diálogos en directo, música en vivo y una cuidada ambientación que transporta al público a la Edad Media. Este año, la narración estará a cargo del burgalés Juan Manuel Moure, quien guiará a los asistentes a través de los acontecimientos que llevaron a la trágica muerte de García III y la consolidación del poder de Fernando I.

Además de la recreación de la batalla, la fiesta ofrece una inmersión total en la época medieval. Un mercado medieval en la plaza del pueblo, talleres educativos de cestería, cerámica y lucha, desfiles militares y espectáculos de música folk medieval llenan el día de actividades para todas las edades. Los personajes históricos, como el traidor Sancho Fortún y su esposa Velasquita, cobran vida en el escenario, y los más pequeños pueden participar en talleres donde construyen castillos y diseñan banderines medievales.

El Centro Turístico Cultural Batalla de Atapuerca también es una parada obligada. Con paneles expositivos, recursos digitales y una colección de indumentaria y equipamiento de la época, este espacio ofrece una ventana al pasado, permitiendo a los visitantes entender mejor el contexto histórico de la batalla. La visita se completa con un recorrido por la Iglesia fortaleza de San Martín Obispo, una mezcla de estilos gótico y renacentista que fue testigo de aquellos hechos históricos.

Y, por supuesto, ningún viaje a Atapuerca estaría completo sin una visita a sus yacimientos paleontológicos, declarados Patrimonio de la Humanidad en 2000. Estos sitios, donde se han encontrado restos humanos de hasta un millón de años de antigüedad, son un testimonio de la importancia de la región en la historia de la humanidad.

Con esta mezcla de historia, cultura y entretenimiento, la recreación de la Batalla de Atapuerca se ha convertido en mucho más que un evento local. Es una celebración de la rica herencia de Castilla y León, un recordatorio de las luchas que forjaron su identidad, y una oportunidad para que visitantes de todas partes se sumerjan en un pasado lleno de épica y leyenda.