Pot J.A. Tuñón.-Asturias, que lleva más de 25 años siendo referente internacional en bioética -gracias a la firma del convenio por la SIB, con sede en Gijón, en 1997-, es, según el Director del Observatorio de Bioética, el Dr. Julio Tudela, el ejemplo perfecto de “buscar la Verdad para orientar la investigación científica de todo el mundo”.
Durante los días 13 al 15 de mayo de 2024, la ciudad de Gijón, sede de la SIBI y faro de la Bioética, acogió el XII Congreso Mundial de Bioética. El Congreso versó sobre “Edición genética CRISPR. Aspectos Bioéticos y Jurídicos”, y contó con más de 15 ponentes de referencia nacional e internacional y 150 asistentes de más de 20 nacionalidades.
El Dr. Julio Tudela, Director del Observatorio de Bioética y profesor de la Universidad Católica de Valencia, ha participado como Presentador de Comunicaciones en el Congreso, y ha respondido a las preguntas de Asturias Mundial después de su intervención:
¿Qué le ha parecido, en términos generales, el XI Congreso Mundial de Bioética celebrado en Gijón?
Ha sido la primera vez que participo en el Congreso Mundial de Bioética, organizado por SIBI, y la experiencia ha sido muy positiva. Tanto la organización previa, como el marco -Palacio de Congresos de la FIDMA y la propia ciudad de Gijón- han sido excelentes para este congreso. Para mí la presentación estrella, de la que más he aprendido, y que me ha parecido magistral, fue la conferencia inaugural, impartida por el Dr. Lluis Montoliú. No solo se detalló el estado actual de la investigación con CRISPR, sino que nos ha ayudado a comprender sus posibilidades y limitaciones. Ha sido fundamental en el éxito del Congreso contar con perfiles científicos de referencia como Lluis, y otros como las Dras. Natalia López Moratalla (UNAV) o Robin Alta Charo (exasesora de Barack Obama), entre muchos otros.
¿Qué mejoras sugeriría para las sucesivas ediciones de este encuentro internacional en Gijón?
Aunque en términos generales ha sido positivo, si me hubiera gustado contar con mayor espacio para el debate/coloquio entre asistentes, reduciendo ligeramente el número de ponencias para dejar margen entre unas y otras.
Además, creo que el Congreso necesita contar con alguna visión más amplia de diferentes perspectivas bioéticas.
¿A qué se refiere con diferentes perspectivas bioéticas?
Cuando hablamos de bioética, a veces parece que solo se habla de la corriente principialista de la bioética, pero esta es solamente una versión. Existen otras perspectivas como la bioética personalista, que en muchos aspectos ha superado a la principialista.
La perspectiva principialista maneja conceptos que la propia evidencia científica ya ha descartado, como por ejemplo el de “pre-embrión”, erradicado por la práctica totalidad de la comunidad científica, pero que fue acuñado en varias ocasiones durante el Congreso. El principialismo presenta un conflicto entre principios que está sin resolver, donde no está clara la jerarquía entre ellos y esto hace que muchas veces se responda a cuestiones sin atender a la evidencia científica. Esto hace que no se valore de forma adecuada la protección de la vida humana en determinados estados embrionarios, no existe una protección decidida de la vida humana en casos, por ejemplo, como la investigación con embriones, al descarte embrionario, al diagnóstico genético preimplantacional…
En el personalismo si hay una jerarquía entre principios que está clara.
¿Qué tiene que decir la bioética personalista frente a algunas de las cuestiones debatidas durante el Congreso, como podrían ser el transhumanismo, la mejora de la especie humana, o la edición genética en la línea germinal?
Para el personalismo lo primero es siempre la vida humana, independientemente de su estado o momento de desarrollo.
En el congreso se ha hablado mucho de la necesidad de hacer leyes que respeten la vida humana, la dignidad, que propugnen la igualdad, la protección de los más débiles. No podemos mirar hacia otro lado cuando esto no se está dando en muchos casos.
La evidencia científica demuestra que la vida humana comienza en la concepción y finaliza en la muerte natural, y por tanto el personalismo defiende los mismos criterios para defender la vida, independientemente del momento en que se encuentre.
¿Cree que la tecnología CRISPR llegará realmente a permitir el “mejoramiento” de la especie humana?
Una de las conclusiones del congreso fue la importancia de establecer claramente las líneas entre terapia y mejora.
El concepto de “mejora genética” es un término equivoco que deberíamos plantearnos cómo erradicarlo, porque lleva a error. La propia palabra “mejoramiento” tiene una connotación positiva, y el problema de base es que no está nada claro que estas ediciones genéticas produzcan realmente una mejora. Por lo tanto, si se utiliza este término, será difícil combatir este tipo de terapias genéticas, que realmente no garanticen ninguna mejoría, pero den a entender que sí lo harán. Sucede lo mismo que cuando incluyes el aborto en conceptos como la salud sexual y reproductiva. El aborto nunca es beneficioso para la salud sexual y reproductiva, ni del bebé, ni de la madre. Se usan eufemismos para generar confusión, y disfrazar con un término benévolo, una realidad que es malévola.
Decir terapias genéticas de mejora es una contradicción, porque son en realidad terapias de diseño, no de mejora. Y este diseño busca alejar a la naturaleza humana de su estatus ecológico, busca desnaturalizar a la especie humana, aumentando las desigualdades en muchos casos. Si desde la bioética nos oponemos, es porque no hay aval para creer que sea una mejora.
Como Director del Observatorio de Bioética, ¿cómo de relevante considera que es el posicionamiento de Asturias como referente en el ámbito de la Bioética, fundamentalmente gracias al Convenio de Oviedo (1997) y a la organización de los diferentes Congresos Mundiales de Bioética (SIBI)?
Desde el Observatorio de Bioética estamos organizando un Congreso en Valencia para el próximo 4 de julio, titulado “La investigación genética: posibilidades y riesgos. Una aproximación desde la bioética”, y para nosotros ha sido importante participar en este Congreso de referencia mundial para aprender de la experiencia de la SIBI y de Asturias en este ámbito.
Desde la firma del Convenio de Oviedo en 1997, suscrito por más de 30 países de todo el mundo, Asturias está en el mapa internacional de la bioética.
Para mí, que soy un enamorado de Asturias, ha sido una maravilla ver como una de las regiones más bellas de España, trabaja también para buscar la Verdad, de manera que desde aquí se ayude a orientar la investigación científica de todo el mundo.