Científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) dirigen una investigación en Taiwán como parte de un proyecto más amplio para buscar “las huellas” de los primeros españoles en el Pacífico. Según los investigadores, generalmente se asume que el primer contacto entre europeos e indígenas fue consecuencia de los viajes del británico James Cook en la segunda mitad del siglo XVIII, pero los exploradores españoles cruzaron el Pacífico desde el siglo XVI, entrando en contacto con poblaciones en muchos archipiélagos e incluso estableciendo asentamientos, aunque de corta duración.
“El conocimiento de este contacto temprano modifica cómo vemos a las sociedades isleñas desde el punto de vista de la arqueología, la antropología y la historia. Como todos los primeros encuentros entre poblaciones nativas y europeas, se asocia a una serie de impactos que hasta ahora no se han tenido en cuenta debido a la primacía de la investigación de corte anglosajón”, destaca la investigadora del CSIC y codirectora del proyecto María Cruz Berrocal.
En Taiwán, en Heping Island -en taiwanés He Ping Dao-, la investigación, dirigida en colaboración con un grupo de investigadores taiwaneses, se orienta a demostrar las huellas materiales del asentamiento español, conocido hasta ahora básicamente por los textos. Según este conocimiento, los españoles establecieron puestos en Taiwán, antes conocida como isla de Formosa, en el primer cuarto del siglo XVII, con anterioridad a la presencia de holandeses, chinos y japoneses.
“El primer establecimiento español en Formosa se situó en la zona norte, en la pequeña isla Heping, hoy unida a la ciudad de Kelong por un puente. Allí se fundó en 1626 el fuerte de San Salvador, a cuya sombra se situó un convento y un barrio donde vivía la marinería española mezclada con la población aborigen”, destaca Susana Consuegra, investigadora del CSIC que también participa en el proyecto.
El proyecto pretende averiguar las áreas en las que se produjeron esos primeros contactos, cómo fueron y cómo influyeron en la población local. Las excavaciones, que se han iniciado este año, se han llevado a cabo durante octubre y noviembre.
Un fuerte español y un convento bajo tierra
Para la localización de estas áreas de implantación de los españoles, los investigadores han estudiado la información que se conocía de la zona, han analizado la cartografía y han aplicado un sistema de detección electromagnética.
“Pensamos que hemos situado los restos del fuerte español y del convento. Este año nos hemos centrado en la zona donde está enterrado el convento donde, al menos, se deberían localizar evidencias de la cerca perimetral del edificio y, probablemente, de los jardines o huertas de éste”, detalla Berrocal.
Para descubrir los restos del convento, el equipo ha realizado ocho sondeos estratigráficos, cuya excavación arqueológica, ralentizada por la llegada de los monzones, continúa en la actualidad y la está llevando a cabo la parte taiwanesa del equipo.
“Todavía no se ha recuperado material arqueológico que se adjudique a la presencia española, aunque sí europeo del siglo XVII. De todas formas, hay restos, unos muros de tapial, que son distintos a las costumbres taiwanesas de la época, por lo que no hay que descartar su diseño y factura europeos”, añade la investigadora del CSIC.
Además, la alineación de un conjunto de agujeros de poste sellados por materiales del XVII hace pensar en la cerca del convento. “Bajo estos restos se han localizado evidencias de la Edad del Hierro y del Neolítico y se ha documentado presencia china de la época Qing, japonesa y actual”, detalla Consuegra.
El equipo del CSIC está integrado por Juan Manuel Vicent, María Cruz Berrocal, Marc Gener y Susana Consuegra, y Sandra Montón (de la Universidad Pompeu Fabra). El taiwanés está formado por José Eugenio Borao Mateo, de la National Taiwan University, Cheng-hwa Tsang, de la Academia Sínica, y Kun-chen Chang, de la National Taipei University of Technology.
El proyecto, que se enmarca en el Programa Formosa 2010-2012, a raíz de un convenio del CSIC con ambas instituciones japonesas, ha contado para esta campaña además con financiación del Ministerio de Cultura.