El Servicio de Investigación y Desarrollo Agroalimentario (Serida) lidera un proyecto para desarrollar técnicas innovadoras en la conservación de los recursos genéticos, lo que abre una vía importante para la industria ganadera y la recuperación de especies en peligro de extinción. El programa Mother se centra en la crioconservación de ovocitos inmaduros para proteger el potencial reproductivo de las hembras de ganado vacuno a través de la preservación de la corteza ovárica.
La investigadora del área de Genética y Reproducción Animal y encargada de coordinar el proyecto, Carmen Díez Monforte, ha explicado que, según un reciente estudio, el 95% de los ovocitos presentes en el ovario de la vaca no son aprovechados al no alcanzar el estadio óptimo de desarrollo. “Sin embargo, son un material de alto valor para los programas de conservación de recursos genéticos”, ha precisado.
Mediante el desarrollo de estas técnicas de conservación de la corteza ovárica se incrementaría el potencial reproductivo de las hembras, lo que podría tener gran impacto en múltiples especies de animales. Además, puede repercutir también en la salud reproductiva humana, al proponer una alternativa al método actual de congelación/descongelación de la corteza ovárica que requiere su posterior trasplante.
De hecho, uno de los objetivos del proyecto contribuiría a la conservación de recursos en animales en peligro de extinción, como las razas autóctonas asturianas. En la actualidad, los ovocitos no se mantienen en bancos de recursos zoogenéticos debido a su alta sensibilidad en los procesos de congelación. Por tanto, el desarrollo de nuevas técnicas permitiría abrir otras posibilidades de preservación del patrimonio genético asturiano.
Actualmente, los bancos de ovocitos solo existen en clínicas de reproducción asistida humana y tienen especial valor para aquellas mujeres que, como consecuencia de tratamientos como la quimioterapia, pueden ver anuladas o disminuidas sus posibilidades de tener hijos. También resultan útiles para quienes deciden posponer la maternidad. Por estas razones, el desarrollo de nuevas técnicas optimizadas que luego puedan ser extrapolables a estas clínicas tiene especial relevancia y constituye uno de los objetivos del proyecto.
Esta iniciativa supondrá también una importante contribución para la industria ganadera y podría permitir un último aprovechamiento del potencial reproductivo de hembras con alto valor genético que por alguna razón hayan tenido que ser sacrificadas.
La congelación de la corteza ovárica para conservar ovocitos en especies animales tiene aún un carácter experimental. “Lo que el proyecto plantea es la posibilidad de desarrollar tecnologías para la conservación de los folículos presentes en la corteza ovárica que contienen los ovocitos en diferentes estadios de desarrollo, con el objetivo de recuperarlos a posteriori y someterlos a un proceso para producir embriones in vitro”, ha indicado Marta Muñoz, investigadora del proyecto.
El programa, que lleva por título Crioconservación de ovocitos inmaduros: una aproximación innovadora en la conservación de los recursos genéticos (Mother) se desarrollará en el Centro de Biotecnología Animal de Deva (Gijón/Xixón) durante cuatro años y cuenta con un presupuesto de 168.750 euros.
El Serida, centro de investigación del Gobierno de Asturias dependiente de la Consejería de Ciencia, Empresas, Formación y Empleo, lidera el proyecto, financiado por la Agencia Estatal de Investigación. Para llevarlo a cabo, se ha constituido un consorcio investigador multidisciplinar en el que, además del Serida y de la Universidad de Oviedo, participan el Instituto Nacional para la Investigación Agronómica de Francia (INRAe), la Academia Polaca de Ciencias, la Universidad de Ciencias de la Vida de Estonia y compañías biotecnológicas como Concepteasy (Estonia) o la clínica de reproducción asistida Ergo (España).
Pie de foto: El equipo del Serida del proyecto Mother. De izquierda a derecha, Susana Carrocera, personal técnico; Marta Muñoz, investigadora; Aurora García, personal técnico; Carmen Díez, investigadora y coordinadora del proyecto.