En un indiscutible avance hacia la restauración ambiental, el Río Nora ha experimentado una transformación significativa. La Confederación Hidrográfica del Cantábrico ha culminado con éxito los trabajos que prometen devolver al río su libre curso y dinamismo natural. En el corazón de Meres, un obstáculo de hormigón que una vez desvió sus aguas para alimentar la rueda de un molino ha sido eliminado.
La estructura, que ya no tenía propósito alguno, se extendía como una cicatriz de 15 metros a través del río, interrumpiendo el flujo y perturbando la vida acuática. Su presencia no solo representaba un anacronismo, sino que también planteaba un riesgo en épocas de lluvia intensa, provocando inundaciones y daños en las propiedades cercanas.
Esta operación de salvamento fluvial, valorada en unos 14.500 €, ha sido un ballet de precisión y cuidado medioambiental. Comenzó con la reubicación de los peces del tramo afectado mediante pesca eléctrica y continuó con el desbroce meticuloso para abrir paso a la maquinaria. Luego, los trabajadores retiraron la vegetación acumulada, desmantelaron el azud y retiraron los escombros, todo ello sin dañar las riberas del río.
La misión, llevada a cabo por la empresa estatal Tragsa, es parte de un ambicioso Programa de Recuperación Fluvial. Se espera que, con el tiempo, el Río Nora recobre sus procesos hidrológicos, geomorfológicos y ecológicos inherentes, convirtiéndose en un ejemplo del compromiso de Asturias con la sostenibilidad y la conservación de sus preciosos recursos naturales.