¿Sabes cómo proteger bien tu piel durante el verano?

¿Sabes cómo proteger bien tu piel durante el verano

Hay cuatro palabras que asociamos directamente con el verano: vacaciones, sol, playa y piscina. Sin duda, definen perfectamente esta época del año. Llega el momento de descansar, de viajar (en la medida de lo posible) y de disfrutar del agua y el sol. Sin embargo, esas cuatro palabras típicas del verano suponen cambios en nuestras rutinas. En vacaciones jugamos en la piscina, vamos a la playa, tomamos el sol... Y eso tiene su reflejo en el cuerpo. La luz solar, la sal del agua de la playa y el cloro de la piscina pueden llegar a dañar la piel, que está más expuesta. Para mantenerla hidratada y sana en las vacaciones, hace falta modificar un poco la rutina de belleza habitual.
Los expertos de www.nutritienda.com, la empresa online líder en productos de salud y belleza, explican cómo nos afectan el sol, la sal y el cloro, para comprender mejor por qué debemos cuidarnos de forma un poco diferente en verano:


1. Los efectos del sol

La luz del sol tiene múltiples beneficios, pues contribuye a que el organismo produzca vitamina D. Sin embargo, estar mucho tiempo bajo la luz solar puede llegar a ser nocivo. La luz solar es un espectro de varios rayos diferentes: la luz visible, la luz ultravioleta y la luz infrarroja. La luz ultravioleta o UV es la que puede causar daños en la piel, ya que interactúa con las células cutáneas y genera radicales libres. Los radicales libres son moléculas de oxígeno que se liberan en el organismo de forma natural; pero, en exceso, son los causantes de las lesiones cutáneas (manchas, arrugas...) y del envejecimiento de las células.
El organismo es capaz de neutralizar cierto número de radicales libres para que no causen daño. Si hay demasiados por el efecto del sol, será necesario ayudar al cuerpo a eliminarlos con antioxidantes, sustancias naturales que previenen y retrasan el envejecimiento.
2. Los efectos del cloro

El cloro es un elemento químico que se utiliza para desinfectar y purificar el agua de las piscinas. Su función es acabar con virus, bacterias y otros parásitos. Si se añade en las cantidades adecuadas a la piscina, no supone un riesgo para las personas, pero aun así afecta a la piel. El cloro la reseca y la deshidrata, al tiempo que también deja el pelo áspero y sin brillo.
3. Los efectos del agua del mar

El agua del mar es rica en cloruro de sodio y otros elementos químicos, como el magnesio, el potasio o el calcio. Por eso, tiene efectos antiinflamatorios y bactericidas que ayudan a cicatrizar y curar pequeños cortes y heridas. Además, la sal actúa como un exfoliante suave, similar a un peeling superficial: elimina las células muertas y las impurezas que se acumulan en la piel. Ese efecto exfoliante es beneficioso para tratar ciertas enfermedades cutáneas, como la psoriasis.
No obstante, la sal que hay en el agua también puede irritar la piel y las zonas con mucosas (como la nariz o la boca), al tiempo que la reseca y la deshidrata. Por ello, es necesario reforzar la hidratación después del baño.
Para reducir los efectos dañinos del verano en la piel, desde Nutritienda.com han recopilado algunos consejos para modificar la rutina de cuidado facial y corporal en esta época. Varios de ellos se pueden aplicar todo el año, pero son aún más importantes en los meses de calor.


Usar protector solar y reaplicar con frecuencia

Los fotoprotectores crean una barrera protectora entre la piel y los rayos ultravioleta

del sol. La mayoría de estos productos tienen filtros minerales que reflejan la luz ultravioleta y filtros químicos que absorben la luz para que la piel no sufra daño. La radiación solar traspasa también las nubes, por lo que debemos protegernos incluso aunque no haga sol.
Hay que tener en cuenta que el agua, el roce de la ropa, el sudor o la arena reducen la efectividad de la crema solar. Por eso, se debe reaplicar con frecuencia (cada 2 horas, más o menos) y siempre después del baño, en cuerpo y rostro. Igualmente, es imprescindible que tengan filtros UV, para que protejan de los dos tipos de rayos ultravioleta dañinos: los rayos UVA y los rayos UVB.
Un extra de hidratación

Después de pasar un día en la playa, tomando el sol o bañándonos en la piscina, hay que ducharse para eliminar los restos de sal, arena, cloro o protector solar. Al mismo tiempo, la ducha ayudará a la piel a recuperar la hidratación perdida si se usan los productos adecuados. Así pues, es la época perfecta para usar un gel de ducha suave y con propiedades emolientes (por ejemplo, enriquecido con aceite de almendra o de jojoba).
Sustituir la crema hidratante por aftersun

Tras la ducha, llega el momento de rehidratar la piel en profundidad. En verano, aunque no vayamos a la piscina o a la playa, siempre estamos expuestos al sol, más aún si hemos pasado el día al aire libre. Después de un día al sol, es recomendable sustituir la crema corporal habitual por un aftersun. Estos productos están diseñados para hidratar en profundidad, pero también para calmar y regenerar la piel que ha estado expuesta al sol. Ayudan a combatir los efectos de los radicales libres para prevenir el envejecimiento y tienen muchos otros beneficios: regulan la temperatura y dan una sensación de frescor muy agradable, prolongan el bronceado... Para aprovechar al máximo las ventajas del aftersun, se puede usar al salir de la ducha y también a la mañana siguiente.
Lavar bien el rostro por la mañana y por la noche

Una vez que el cuerpo está bien hidratado, toca cuidar el rostro. La limpieza debe ser el primer paso de cualquier rutina facial, tanto en verano como en invierno. Sin embargo, cuando hace calor es, si cabe, más importante. Durante el día y mientras dormimos, la piel acumula suciedad y residuos que obstruyen los poros, y en verano aún más por el sudor. Para conseguir que el resto de los productos penetre bien, es indispensable partir de un rostro limpio. Tras la limpieza, es el turno del tónico, el sérum, la crema hidratante y, si es de día, el protector solar.
Añadir a la rutina productos con antioxidantes

Para combatir los radicales libres, que se activan con la luz solar, hay que añadir antioxidantes a nuestra dieta, así como incorporarlos en la rutina de belleza con productos enriquecidos. Estos nutrientes se encuentran en muchos alimentos ricos en vitaminas, como el brócoli, el tomate, el cacao o los frutos secos.
Uno de los antioxidantes más famosos es la vitamina C, pero no es el único. También la coenzima Q10 es un potente antioxidante y contribuye a la regeneración de la piel y a mejorar su elasticidad y firmeza. Existen muchos productos enriquecidos con estos nutrientes, como sérums o cremas faciales.
Exfoliación para renovar la piel

Una vez a la semana hay que dedicar un poco más de tiempo al cuidado de la piel. La exfoliación elimina los restos de células muertas, ya que las células cutáneas se renuevan cada 28 días. Pero, además, exfoliar estimula la circulación para ayudar con la renovación celular.
Las pieles más secas deben evitar exfoliar el rostro más de una vez al mes, ya que es un proceso que fatiga ligeramente la piel. En cambio, las pieles grasas pueden hacerlo hasta dos veces por semana. En verano, la exfoliación es un proceso imprescindible para conseguir un bronceado uniforme. Consigue unificar la superficie de la piel, para que no haya zonas más pigmentadas o con descamaciones. Por ello, también debe hacerse en todo el cuerpo.
El momento ideal es por la noche, para dejar que la piel descanse y se recupere durante las horas de sueño. Además, no es recomendable exponerse al sol justo después de exfoliarse, ya que la piel se encuentra más sensible.

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