El estudio, publicado en ‘Traffic Psychology and Behaviour’, sugiere que existe una convergencia entre la agresividad en dos contextos vitales muy diferentes: la conducción de vehículos y las relaciones íntimas
Los investigadores abogan por llevar a cabo intervenciones de entrenamiento emocional con los conductores que presentan comportamientos agresivos para evitar que repercutan estas conductas en sus parejas
El trabajo concluye que comprender cómo nuestras acciones en la carretera pueden influir en nuestras relaciones personales nos ayudará a fomentar entornos más seguros y pacíficos tanto dentro como fuera del automóvil
Oviedo/Uviéu, 15 de junio de 2023. ¿Las personas conducen como viven juntas? Estas es la pregunta a la que intenta dar respuesta una investigación liderada por la Universidad de Oviedo y la Universidad Europea del Atlántico. El estudio, que ha sido publicado recientemente en la revista Traffic Psychology and Behaviour, de máximo impacto en su área de conocimiento, sugiere que existe una convergencia entre la agresividad en dos contextos vitales muy diferentes: la conducción de vehículos y las relaciones de pareja.
El trabajo, realizado por los investigadores David Herrero Fernández, de la Universidad Europea del Atlántico y Sergio Castaño Castaño, de la Universidad de Oviedo, ha analizado el comportamiento agresivo en dos contextos aparentemente distintos: la conducción y las relaciones íntimas. Los resultados de esta investigación arrojan luz sobre aspectos coincidentes en el comportamiento agresivo en dos áreas de nuestra vida aparentemente muy dispares. Los investigadores, a la vista de los resultados, abogan por llevar a cabo intervenciones de entrenamiento emocional con los conductores que presentan comportamientos agresivos para evitar que repercutan estas conductas en sus relaciones de pareja.
Sergio Castaño Castaño, profesor de Psicología de la Universidad de Oviedo, recuerda que la agresión es un comportamiento común en diferentes contextos alrededor del mundo. Teorías generales de agresión, como la teoría de la frustración-agresión, han intentado explicar este fenómeno en diversos entornos. “Nuestro estudio sugiere que la agresividad no es necesariamente un rasgo de personalidad general, es decir, una característica constante que una persona muestre en todas las situaciones. En cambio, la propensión a actuar agresivamente puede ser más dependiente del contexto o de la situación en la que se encuentra la persona en un momento dado. Esto es relevante para la comprensión de la agresión y potencialmente útil para desarrollar intervenciones para reducir el comportamiento agresivo”, comenta Castaño.
La investigación se llevó a cabo con una muestra de 275 personas que tenían licencia de conducir y convivían con una pareja íntima. A todas ellas, se les solicitó completar cuestionarios que evaluaban su comportamiento agresivo tanto en la carretera como en sus relaciones personales. Los resultados revelaron una convergencia en la forma en que se expresa la ira, excepto en el caso de la agresión adaptativa.
Un giro interesante en este estudio innovador es la forma en que los investigadores abordaron los datos. Utilizaron una técnica matemática llamada modelo de ecuaciones estructurales para analizar los datos de agresividad en la conducción y en las relaciones de pareja. Y aquí viene lo interesante: los datos no se ajustaban a una única categoría de agresividad, sino que se dividían en dos grupos distintos, pero relacionados. “Es como si nuestra agresividad tuviera dos caras: una para cuando estamos al volante y otra para nuestras relaciones íntimas. Aunque estén relacionadas, no son exactamente iguales. Este descubrimiento respalda la idea de que nuestro comportamiento agresivo puede cambiar dependiendo de la situación, demostrando que no somos igual de agresivos en todos los aspectos de nuestra vida. Una razón más para ser conscientes de cómo nuestras acciones pueden variar según el contexto", añade el profesor de la universidad asturiana.
“Nuestro estudio desafía las teorías generales de agresión al destacar la importancia del contexto en nuestra propensión a comportarnos agresivamente. Además, ofrece una visión alternativa a investigaciones anteriores al sugerir la convergencia de la agresión en diferentes áreas de nuestra vida”, comenta el investigador.
Si bien los resultados son prometedores, los investigadores de ambas universidades reconocen que se necesitan más estudios para verificar la replicabilidad de los hallazgos, especialmente en términos de diferencias de género y la inclusión de la agresión sexual, aspectos que no se abordaron en la investigación actual.
Las implicaciones prácticas de este estudio son significativas, ya que proporcionan información valiosa para la evaluación e intervención en la reducción de la agresión. “Comprender cómo nuestras acciones en la carretera pueden influir en nuestras relaciones personales puede ayudarnos a fomentar entornos más seguros y pacíficos tanto dentro como fuera del automóvil”, añade el profesor de la universidad asturiana.
“En definitiva, este estudio nos invita a reflexionar sobre la interconexión entre nuestra conducta en la carretera y nuestras relaciones personales, destacando la importancia de considerar el contexto en la comprensión de la agresión y abriendo nuevas perspectivas para la promoción de entornos más armoniosos en nuestra vida cotidiana”, concluye Sergio Castaño.