Los autores del estudio desarrollan nuevas herramientas que permitirán a los propietarios y gestores evaluar la capacidad de absorción de carbono de las plantaciones de baja densidad destinadas a la producción de fruto
La restauración de los bosques y el aumento de áreas boscosas a través de la forestación y reforestación se revelan como iniciativas efectivas para mitigar el cambio climático al reducir la acumulación de CO2 en la atmósfera
El trabajo ha sido realizado por investigadores del Departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo en colaboración con el Instituto de Ciencias Forestales del CSIC y acaba de ser publicado en ‘Forest Ecology and Management’, una revista de máximo impacto
Oviedo/Uviéu, 16 de enero de 2023. – Los árboles y los bosques capturan carbono atmosférico por medio de la actividad fotosintética, que ayuda a regular el clima y reduce la concentración de gases de efecto invernadero. La restauración de los bosques y el aumento de las áreas boscosas a través de la forestación y reforestación se han vuelto a proponer como herramientas efectivas para mitigar el cambio climático al reducir la acumulación de CO2 en la atmósfera. Una investigación de la Universidad de Oviedo revela ahora que incluso las plantaciones de castaño de baja densidad, orientadas a la producción de fruto, pueden desempeñar un papel relevante como sumideros de carbono en la lucha contra la crisis climática global.
El estudio, desarrollado por el Departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo en colaboración con el Instituto de Ciencias Forestales (ICIFOR-INIA) del CSIC, acaba de ser publicado en Forest Ecology and Management, una revista de máximo impacto en su área de conocimiento.
Pedro Álvarez Álvarez, investigador del Departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo, explica que el objetivo principal de este trabajo fue desarrollar nuevas herramientas que permitan estimar la cantidad de biomasa aérea y subterránea almacenada por las plantaciones jóvenes de castaño durante los primeros años --menos de 25 años-- y cuantificar, de este modo, la capacidad de almacenamiento de carbono de estas plantaciones. Los investigadores realizaron, con este propósito, dos aproximaciones: la primera para el árbol individual y la segunda, para el rodal o la masa.
“Como era de esperar, nuestros resultados revelaron la gran capacidad de fijación de carbono de las plantaciones de castaño dedicadas a producción de madera. Nuestras conclusiones indicaron además, y esto es lo novedoso del estudio, que incluso las plantaciones de baja densidad, destinadas a la producción de fruto, desempeñan un papel importante como sumideros de carbono”, apunta el investigador. “El nuevo conjunto de ecuaciones desarrollado permitirá a los propietarios y gestores evaluar la capacidad de absorción de carbono de las plantaciones y considerar esta característica como un servicio ecosistémico adicional y valioso”, añade.
El castaño, un elemento clave del paisaje
Las plantaciones de castaño, independientemente de su principal orientación productiva --fruto o madera--, son un elemento clave en el paisaje, así como del patrimonio cultural de las zonas en las que se encuentran. Por este motivo, han surgido recientemente iniciativas dirigidas a ampliar la superficie ocupada por castaños a partir de plantaciones forestales y recuperación de castañeus tradicionales o soutos. Sin embargo, como señalan los investigadores, el papel de estas plantaciones jóvenes de castaño como sumideros de carbono ha sido a menudo ignorado.
María Menéndez Miguélez, doctora por la Universidad de Oviedo e investigadora del Instituto de Ciencias Forestales, subraya que, hasta ahora, la cuantificación de la captación de carbono en nuevas reforestaciones se ha llevado a cabo utilizando métodos desarrollados para masas adultas y naturales, lo que puede dar lugar a estimaciones inexactas de las existencias de carbono durante los primeros años después de la forestación. “La riqueza de nuestro trabajo, lo novedoso, reside en que hemos desarrollado nuevas herramientas para la estimación de la biomasa aérea y subterránea almacenada en plantaciones jóvenes de castaño, permitiendo la cuantificación de la capacidad de almacenamiento de carbono”, comenta.
“Ajustamos un nuevo conjunto de modelos de biomasa aérea y relación raíz-brote a nivel de árbol individual en base a cuatro variables independientes – diámetro del tocón, altura total, diámetro normal (diámetro a la altura del pecho) y superficie de proyección de copa – así como la combinación de estas variables. La expansión a nivel de masa se basó en la edad, densidad de plantación, orientación productiva de la plantación (fruto o madera), índice de sitio y covariables climáticas como posibles variables independientes”, añade la investigadora.
Los resultados del estudio indican que estas nuevas herramientas se pueden utilizar para estimar las reservas de carbono en plantaciones jóvenes dependiendo de los datos disponibles y el objetivo de la predicción. Los autores recomiendan la utilización de las ecuaciones a nivel de árbol individual cuando se necesiten estimaciones precisas y se disponga de variables de inventario medidas. Por lo que respecta a las ecuaciones a nivel de masa, para los investigadores, solo las que dependen de la edad pueden ser una alternativa adecuada para su uso con estadísticas forestales a escala nacional, aunque la inclusión de variables adicionales puede mejorar en gran medida la precisión de las ecuaciones a nivel de masa basadas en la edad.
El ignorado papel del castaño en la lucha contra la crisis climática
El castaño ocupa más de 2,5 millones de hectáreas en Europa, distribuido desde el sur del Mediterráneo hasta la zona central, atlántica y este de Europa. En España, los investigadores recuerdan que el castaño es una especie nativa distribuida a lo largo de 272400 hectáreas, de las cuales 154500 corresponden a masas puras. A pesar de la reconocida importancia de la castaña como fuente de diferentes servicios y provisiones, así como las recientes iniciativas para ampliar el área ocupado por la especie, el papel que las plantaciones jóvenes de castaño podrían desempeñar en la captura --efecto sumidero-- y acumulación --efecto reservorio-- de carbono y, por lo tanto, en la mitigación del cambio climático ha sido en gran medida ignorado.
Este olvido puede deberse, por un lado, al carácter agronómico o agroforestal de estas plantaciones, especialmente las plantaciones dedicadas a fruto, que frecuentemente ocupan antiguas tierras de cultivo. Por otro lado, el hecho de que estas plantaciones suelen ser pequeñas y de propiedad privada significa que muchas de ellas no están consideradas en las estadísticas forestales. La falta de herramientas fiables y precisas para evaluar la fijación de biomasa y carbono en estas plantaciones contribuye además a entorpecer la tarea.