La investigación, que ha monitorizado durante cuatro años el comportamiento del argayo, revela que su desplazamiento supera algunos meses el metro y ha llegado a alcanzar los 15 metros en un solo mes
La disposición de las rocas, inclinadas hacia el mar, es el principal factor condicionante de la inestabilidad, junto a la marcada alterabilidad y permeabilidad de algunas rocas y la impermeabilidad de otras y, por supuesto, la acción de las precipitaciones y temporales marítimos
El trabajo describe que este complejo deslizamiento ocupa una extensión cercana a los 10 campos de fútbol, un volumen 47 veces superior al de los depósitos de agua de Oviedo y una profundidad de entre 10 y 50 metros
Los procesos de inestabilidad observados son representativos de los que tienen lugar en el litoral jurásico y suponen una importante contribución para conocer el avance actual del mar frente a la costa cantábrica y para establecer modelos de evolución futura en el actual contexto de cambio climático
El estudio, publicado en las prestigiosas revistas científicas ‘Remote Sensing’ y ‘Marine Geology’, ha sido llevado a cabo por un grupo de 15 investigadores liderado por María José Domínguez y Montserrat Jiménez en el marco de un proyecto de investigación sobre la costa asturiana
Oviedo/Uviéu, 15 de diciembre de 2022– ¿Cómo evoluciona la costa jurásica asturiana frente a la acción del mar y de los agentes atmosféricos? Un grupo de 15 investigadores de siete instituciones, liderado por la Universidad de Oviedo, ha dado respuesta a esta pregunta en sendos artículos publicados en las revistas científicas internacionales Remote Sensing y Marine Geology. La clave para explicar el comportamiento de estas rocas formadas en el periodo Jurásico, que afloran a lo largo de 76 kilómetros del litoral asturiano y son conocidas mundialmente por albergar huellas y restos de dinosaurios de gran relevancia, está en el gran argayo que afecta a los acantilados situados en las inmediaciones del Faro de Tazones (Villaviciosa).
Las profesoras del Departamento de Geología de la Universidad de Oviedo y coordinadoras del estudio, María José Domínguez Cuesta y Montserrat Jiménez Sánchez, señalan que la investigación de este complejo deslizamiento ha permitido conocer en detalle su comportamiento durante los cuatro años que se lleva monitorizando. “Hemos comprobado que algunos meses el desplazamiento de muchos puntos de control ha sido superior a 1 metro, llegando a desplazarse más de 15 metros en un solo mes”, apuntan las investigadoras.
“Además, hemos logrado definir su extensión, que es de 70.750 metros cuadrados, aproximadamente, 10 campos de fútbol; su volumen, de 3.550.000 metros cúbicos, 47 veces el agua que albergan los depósitos de agua de Oviedo, y su profundidad, que varía entre 10 y 50 metros”, añaden ambas profesoras.
El estudio ha permitido establecer que la disposición de las rocas, inclinadas hacia el mar, es el principal factor condicionante de este proceso de inestabilidad. A ello se suma, añaden ambas profesoras, “la marcada alterabilidad y permeabilidad de algunas rocas y el carácter impermeable de otras y, por supuesto, la acción de las precipitaciones y temporales marítimos, cuya contribución ha resultado decisiva en el desencadenamiento y avance de este singular argayo”.
Previsiones frente al calentamiento global
Las investigadoras recalcan la importancia del estudio que están efectuando en Tazones, puesto que los procesos de inestabilidad observados en este sector son representativos de los que tienen lugar en el litoral jurásico y en otras áreas de la costa asturiana, por lo que es una importante contribución para conocer el avance actual del mar frente a la costa cantábrica y para establecer modelos de evolución futura de esta costa en el actual contexto de cambio climático.
Para llegar a estas conclusiones, los científicos han monitorizado la zona afectada desde el momento en que, en febrero de 2018, las grietas asociadas al argayo provocaron la ruina total del restaurante aledaño al faro, situado a 120 metros de altitud. Para ello, han combinado diferentes técnicas geológicas, topográficas, geofísicas y meteorológicas, tanto sobre el terreno como remotas, entre las cuales destacan el uso de drones, el seguimiento mediante satélites, el estudio de fotografías aéreas, el análisis de datos de precipitación, humedad del suelo y oleaje, la realización de sondeos y mediciones directas sobre el terreno, incluso inyectando corriente eléctrica, entre otras.
Esta investigación, en la que han participado, además de la Universidad de Oviedo, IGME, AEMET, IGN, Universidad de Cantabria, Universidad de Granada y TerraDat Geophysics, se ha llevado a cabo en el marco del proyecto COSINES (CGL2017-83909-R: Inestabilidad de laderas como indicador del retroceso de la costa cantábrica: caracterización multidisciplinar), dirigido por las profesoras Montserrat Jiménez y María José Domínguez y financiado por el Ministerio de Economía, Industria y Competitividad (MINECO), la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). El Ayuntamiento de Villaviciosa también ha colaborado proporcionando la embarcación para la observación del acantilado desde el mar, así como facilitando las labores del equipo de investigación en todo momento. Además, otras instituciones públicas y privadas han mostrado su interés en el seguimiento del fenómeno, cuyo estudio continuará en los próximos años, pues, según concluyen las investigadoras, este argayo será una fuente de datos clave para entender tanto el presente y el pasado, como el futuro de nuestras costas y su relación con factores globales.