Mensaje del Presidente con motivo del Día de Asturias

Mensaje del Presidente con motivo del Día de Asturias

La celebración del Día de Asturias es una jornada de unión y afirmación colectiva. En el año que conmemoramos el 1.300 aniversario de la batalla de Covadonga he elegido este escenario, con toda su belleza, con su enorme carga simbólica, para dirigirme a todos vosotros, a todos los asturianos y asturianas. Hoy es un día para reconocernos en nuestra historia, para reivindicar nuestra identidad, siempre inclusiva, y para encarar hermanados la construcción del porvenir.

 

Esta conmemoración nos apela por encima de todo tipo de diferencias y alcanza, con la fuerza y la calidez de un abrazo, a todas las personas que viven el 8 de septiembre fuera de su tierra, sea por motivos laborales o de cualquier otra índole. Ojalá mis palabras ayuden a recordarles que su patria, la patria querida a la que cantamos en nuestro himno, les recuerda y les aguarda, siempre dispuesta a la acogida.

 

Desde 2019, me ha correspondido el honor de pronunciar este mensaje. Con unidad, hemos afrontado problemas de una gravedad impensable al inicio de la legislatura.

 

La pandemia, con las víctimas que siempre permanecerán en nuestra memoria; la escasez de materias primas; el horror de una nueva guerra en Europa y el retorno de una inflación desbocada se han sucedido sin solución de continuidad. Cualquiera de esos hechos bastaría para marcar una generación; juntos, están poniendo a prueba los cimientos y los valores de nuestra sociedad.

 

En todos y cada uno de esos retos, Asturias ha sabido estar a la altura. Lo demostró -en especial, su sistema público de salud- al responder con responsabilidad y eficacia a la crisis sanitaria más grave en un siglo, al igual que al abrir los brazos a quienes se vieron obligados a abandonar sus hogares en Ucrania o en cualquier otro país.

 

Para esas personas, hoy también es el Día de Asturias. Con orgullo, hemos constatado que la solidaridad sigue siendo uno de los rasgos que mejor identifica el Principado.

 

A la par, han sido años de exigente evolución. Contra los machacones augurios pesimistas, y pese a la continua sucesión de dificultades que he resumido, el Principado cuenta hoy con más personas trabajando y menos desempleadas que al inicio de la legislatura. El entendimiento con el empresariado y las organizaciones sindicales nos ha preparado para superar con éxito la doble transición ecológica y digital, hasta tal punto que Asturias concentra algunos de los proyectos industriales más ambiciosos y vanguardistas a nivel internacional en el camino sin retorno que Europa ha iniciado hacia la economía verde, hacia una nueva reindustrialización.

 

En muy poco tiempo hemos entrado en otra etapa de nuestro desarrollo, un período en el que la innovación científica y tecnológica se ha convertido en un rasgo acusado de nuestra realidad empresarial.

 

Nun é este namáis el gran cambeo que tamos ganando. Este brao puidemos volver comprobar a fortaleza cada vez máis grande del atractivo turístico, con Asturias reforzada como aveiro climático. El aumento de conexióis aéreas y a entrada en servicio d’aquí a pouco da variante de Payares, un acontecemento pol qu’esperamos décadas, han a supoñer un impulso de primeiro orde camín d’ese estadio novo. A posta al día del Administración, coa guerra declarada á burocracia, y el bon aprovetamento dos fondos europeos súmanse a ese horizonte que marca el rumbo camín da miyor Asturias.

 

Los gobernantes estamos obligados a interpretar los tiempos que vivimos. No tengo dudas sobre la capacidad del Principado para afianzar su futuro económico y social, pero tampoco ignoro las dificultades que sufrimos ni las pretendo obviar. Probablemente, hoy sumemos menos de un millón de habitantes. Al reto demográfico, acentuado en el medio rural, hemos de añadir las necesidades de nuestra juventud. La solidaridad entre generaciones que fundamenta nuestro Estado de bienestar exige que prestemos una especial atención a sus demandas de formación, empleo y vivienda. Ninguna sociedad avanzada que se precie puede sentirse a gusto consigo misma cuando la emancipación, el derecho a una vida autónoma, se convierte en un auténtico desafío para sus jóvenes.

 

Dentro de poco, mi gobierno volverá a buscar un acuerdo presupuestario con los grupos parlamentarios. Coherente con la orientación social y progresista de todo el mandato, ese proyecto responderá a unas prioridades muy definidas: reto demográfico, juventud y diligencia, en la ejecución de los fondos europeos. Para mi gobierno son metas inaplazables. Advierto que vendrán meses duros, complicados, donde notaremos con crudeza el impacto de la inflación y de los problemas energéticos derivados de la agresión rusa a Ucrania. En esas circunstancias, Asturias no puede dar la espalda a los demás países de la Unión Europea.

 

Nuestra tradición europeísta y solidaria requiere que sepamos compartir los esfuerzos para ahorrar energía al mismo tiempo que continuamos avanzando en la modernización económica y robusteciendo la sanidad, la educación y los servicios sociales. En estas circunstancias, la cercanía de las elecciones no puede desnortarnos. El interés partidista, y menos aún los debates internos, nunca deben prevalecer sobre la atención a los problemas reales, concretos y dolorosos, de las personas. Quien no sepa entenderlo estará defraudando a la ciudadanía.

 

Gestión y alma, audacia y empatía para seguir liderando la transformación que Asturias necesita. Ese será el empeño continuo de mi gobierno. No obstante, soy consciente que el trecho que resta de legislatura no será suficiente para culminar la ambiciosa agenda de reformas en marcha.

 

Hai qu’acabar d’abrir les puertes de par en par a esa Asturies nueva, tresformadora y con puxu, que s’impón a la resignación y al derrotismu. Esi llabor, que ye’l retu de verdá del nuestru tiempu, enxamás se va poder completar ensin l’ayuda de tola sociedá. El diálogu, la collaboración, la disposición perseverante al alcuerdu van iguando un forxáu que nos fortalez. Nesta xornada tan especial tenemos que reivindicar esi esfuerciu común, el compromisu colectivu y arrogante. Auníos, reconocíos na nuestra historia y la nuestra cultura, arguyosos de la nuestra identidá, vamos ser quien a apartar tolos impedimentos.

 

Ese es el mensaje de firmeza, convencimiento y esperanza que hoy propongo compartir. A todos los asturianos y asturianas, en cualquier rincón del mundo donde estéis, mis mejores deseos.

 

¡Feliz 8 de septiembre!

¡Feliz Día de Asturias!

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