El presidente del Principado, Adrián Barbón, ha pedido hoy a las organizaciones sindicales que valoren "la relevancia del cambio" que está viviendo la comunidad autónoma. El jefe del Ejecutivo, que ha participado en la inauguración de una nueva edición de la Escuela Internacional de Verano Manuel Fernández López Lito, ha destacado que "Asturias continúa superando desafíos y ganando el porvenir" después del daño económico provocado por la crisis sanitaria y, ahora, por los perjuicios derivados de la guerra de Ucrania.
Barbón ha manifestado que "la izquierda no puede dejarse apresar por el mantra de la falsa decadencia de Asturias" y ha señalado que, a nueve meses de las elecciones, "solo me planteo seguir impulsando la agenda de la audacia que Asturias necesita"
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIÁN BARBÓN
Inauguración de la XXII Escuela Internacional de Verano Manuel Fernández López Lito: Europa ante el nuevo escenario mundial
La Escuela de Verano de UGT sobresale por varios rasgos: por la oportunidad de los asuntos que aborda, por el momento en el que lo hace –no deja de ser una suerte de preludio al inicio de curso- y por la calidad de las intervenciones. Un septiembre más, agradezco la invitación para acompañaros y, también una vez más, intentaré estar a la altura de este acto.
El título que habéis escogido en esta ocasión es Europa ante el nuevo escenario mundial. Perdonad, pero ahí es nada. Planteáis una de las grandes interrogantes de nuestro tiempo.
Para organizar mi discurso iré de lo general a lo particular. Empezaré por la situación internacional para referirme luego a la nacional y, por fin, a la asturiana. Así será más fácil contextualizar algunas cuestiones que están ocurriendo en el Principado.
Cierro el preámbulo para ahorrar tiempo y meterme ya en la boca del lobo. La Unión Europea comparte tres rasgos básicos:
- Es una comunidad de países con calidad democrática.
- Es una comunidad de países con Estado de bienestar, si bien con distinto grado de fortaleza. Es otra característica definitoria.
- Y por fin, amén de la moneda única, del espacio Schengen y otros avances, es una comunidad de países empeñada en la resolución pacífica de los conflictos.
Son tres brochazos que merecen muchos matices. Pero yendo sin atajos al título de este curso, me valen para esbozar una respuesta: la Unión no puede renunciar a ninguno de los valores de esa tríada: democracia, Estado social y defensa rotunda del derecho internacional.
Sin esos tres pilares, el edificio europeo se erosionaría hasta el colapso.
A lo largo de su historia, la Unión se ha enfrentado a muchos episodios de crisis. Nos basta con recordar la Gran recesión: la imposición de la austeridad, asumida, cuando no jaleada, por la derecha española, provocó el deterioro de los servicios públicos y, en consecuencia, elevó la desafección europeísta y democrática hasta topes desconocidos. Como vivimos rendidos a la inmediatez, puede que hayamos olvidado el 15 M y el auge del populismo. En España es la prueba más palpable de los riesgos que conlleva el empeoramiento de la sanidad, la educación y los servicios sociales.
Volvamos al presente. La invasión rusa de Ucrania no golpea contra una, sino contra esas tres claves de bóveda.
- Frontalmente, contra la primacía de la diplomacia y el derecho internacional.
- Indirectamente, contra el Estado de bienestar. La crisis energética y el aumento de la inflación, que afectan de lleno a los sectores más débiles de la sociedad, son inseparables de la guerra. Es verdad que los problemas habían comenzado antes, pero nunca hubieran alcanzado tal gravedad sin el enfrentamiento bélico.
- Y también, de forma más velada, contra la democracia. Está en juego la resistencia de las democracias frente a la expansión de los movimientos oligárquicos y populistas.
Para agravar más las cosas, la agresión se produce en pleno proceso de transición de la UE hacia el nuevo paradigma económico verde y digital. Sería absurdo negar que el conflicto incidirá en los planes de descarbonización, uno de las prioridades del despliegue de los fondos Next Generation, esa especie de Plan Marshall de reconstrucción para paliar los daños de la pandemia que, con toda humildad, yo mismo había reclamado. Ese impacto lo estamos comprobando en las los países más dependientes del abastecimiento de gas ruso.
Sigo quemando etapas. Como dije, la UE no tiene otro camino que defender esos tres rasgos básicos. Paradójicamente, la apuesta por la democracia, el Estado social y la paz nos está obligando a intervenir en la guerra de dos formas:
- Humanitariamente. Por ejemplo, con la acogida de refugiados. En este punto, Asturias ha vuelto a dar una respuesta ejemplar con el recibimiento de 1.359 personas, una razón más para sentirnos orgullosos de nuestra trayectoria solidaria.
- Y bélicamente, mediante el envío de material militar. Esta medida ha provocado recelos y protestas, pero mi opinión es clara: abandonar al pueblo ucraniano a su suerte frente al ataque de un enemigo más poderoso sería cruel, injusto y daría alas a los adversarios de la democracia y las libertades. Cada día es más perentorio que la UE cuente con una fuerza autónoma de defensa.
Esta coyuntura nos aboca a otra pregunta: si la UE debería echar el freno a los planes de transición energética para evitar perjuicios mayores a su economía. No es una cuestión baladí cuando ya se habla abiertamente de una recesión a la vuelta de la esquina.
La respuesta es compleja. No se despacha con un sí o un no rotundo. Habrá países en los que el ritmo de descarbonización se ralentizará a fuerza de hechos consumados. Son aquellos que deben recurrir a otros combustibles fósiles (carbón, petróleo) para mantener su suficiencia energética. Pero, y soy consciente de los riesgos de esta afirmación, Europa no debe abdicar de la lucha contra el cambio climático.
Los sucesos de este verano –altas temperaturas, sequía, proliferación de fenómenos meteorológicos inusuales, incendios de especial gravedad- constatan que frenar el calentamiento global es la prioridad de nuestra generación. Para que no quepan dudas, también en Asturias. Tenemos que interiorizar la necesidad de salvaguardar el Principado como refugio climático porque esa ventaja diferencial, que ya opera como catalizador turístico, favorecerá la atracción de población e inversiones. Entendámoslo como un recurso económico que irá ganando importancia los próximos años.
Cruzo la frontera para centrarme en España. En coherencia con el razonamiento anterior, el Gobierno estatal ha de velar por esa terna de fundamentos de la UE que he citado, aunque ello conlleve, como está ocurriendo, serios costes económicos. Un gobierno implicado en la construcción europea no puede acomodarse en una exquisita distancia respecto a la guerra.
A mí no me importa discrepar públicamente del Ejecutivo nacional cuando entiendo que perjudica al Principado. Lo he demostrado decenas de veces. Para defender Asturias no me calla nadie. Ahora bien, en este caso comparto y respaldo las decisiones del Gobierno central en un episodio crucial para la UE.
Me detengo unos instantes en esta reflexión para citar varios asuntos concretos.
Empiezo por la convalidación por el Congreso del decreto de ahorro energético. Recordemos que, salvo el PNV, toda la derecha se opuso. El voto de VOX, antieuropeístas declarados, no me extraña ni me inquieta. Lo que me ha preocupado ha sido ver al Partido Popular, tanto en España como en Asturias, rechazando este ejercicio de solidaridad. El Gobierno del Principado está dispuesto a complementar esas medidas. No seríamos un Ejecutivo progresista, plenamente identificado con la UE, si hiciéramos otra cosa. Entre las medidas que hemos propuesto incluimos el aprovechamiento de la regasificadora de El Musel y la transformación de Hunosa en una empresa energética pública.
Este asunto me permite enlazar otros ejemplos, como el acierto de los gobiernos de España y Portugal al negociar la denominada excepción ibérica para contener los precios del gas, motor de la espiral inflacionaria, una medida que ahora se estudia extender a otros países de la Unión. Lamento constatar que tampoco apoyó este asunto la derecha española.
Tenemos que meditar sobre estas diferencias. Sobre la reforma laboral, sobre el aumento del salario mínimo, sobre la implantación del ingreso mínimo vital, la revalorización de las pensiones o, en otros ámbitos, la legislación sobre la libertad sexual y la eutanasia. Ninguna de esas reformas, reformas que marcan el rumbo de un país, hubiera sido posible con otro Gobierno.
Así que habrá que explicar por activa, pasiva y perifrástica, que la elevación de los pensiones beneficiará a 270.000 asturianos que ahora no disfrutan de un privilegio, sino que reciben la justa contribución ganada en una vida de trabajo. En números redondos hablamos de 5.800 millones que ayudarán a mantener el poder adquisitivo y compensar el alza de los precios. Todo esto sería imposible con otro Gobierno.
Me temo que otro Gobierno tampoco hubiera tenido la sensibilidad suficiente para aplicar el abono gratuito de Renfe. Otro asunto en el que el Principado ha elevado la apuesta para echar el resto con la aplicación de la tarifa plana ConeCTA: 30 euros mensuales permitirán combinar todos los medios públicos de transporte, sin límite de usos ni de zonas y que ha tenido una excepcional acogida ciudadana.Valorémoslo como lo que es: un espaldarazo histórico al transporte público en Asturias.
La izquierda es crítica por esencia y está bien que así actúe. Pero lo que no puede hacer, en caso alguno, es comprar la mercancía a la derecha. Con todos los errores que haya cometido, y a buen seguro cometerá, el Gobierno ha acreditado dos cosas: audacia para tomar decisiones eminentemente sociales a favor de quienes más lo necesitan; y capacidad para coprotagonizar la respuesta de la Unión Europea en uno de los momentos más graves desde su constitución.
He viajado muy rápido, pero necesitaba aterrizar ya en nuestra tierra. Os preguntaréis qué puede hacer Asturias ante el nuevo escenario mundial. En la frontera del millón de habitantes, sería pretencioso arrogarnos protagonismo internacional. Sin embargo, me arriesgo a plantear tres propuestas que son consecuentes con lo que he expuesto hasta ahora: preservar la calidad democrática, fortalecer el Estado de bienestar y, a la par, avanzar en la transformación de nuestro modelo económico.
Tenemos capacidad para avanzar en esos tres objetivos.
- En la calidad democrática, por ejemplo. No pensemos sólo en VOX, aunque sea obvio que el ascenso de la extrema derecha no contribuiría precisamente a ensanchar las libertades. Apliquemos una perspectiva más amplia y tengamos en cuenta que la democracia también se erosiona con el descrédito de las instituciones, la crispación, el recurso a la descalificación gratuita y el doble candado al diálogo y al acuerdo. De ahí mi obsesión por mantener Asturias a salvo del viciado ambiente nacional y la práctica continua del entendimiento.
Hay más causas de deterioro. La gente tampoco perdona que las organizaciones políticas –y pienso que también las sindicales- antepongan sus cuitas a los problemas de la gente. Cuando en los trabajos demoscópicos la ciudadanía identifica a los partidos como un problema se debe a motivos como estos.
- El refuerzo del Estado de bienestar también está en nuestras manos. Esa ha sido una preocupación constante de mi gobierno toda la legislatura. Por cierto, mañana colocaremos la primera piedra de la ampliación del hospital de Cabueñes, una de las obras capitales para la mejora del sistema público de salud.
Por supuesto, la sanidad, la educación y los servicios sociales volverán a ser ejes del próximo proyecto presupuestario que, como en los ejercicios anteriores, tendrá en cuenta los compromisos anudados en el pacto de concertación alcanzado con los sindicatos y la patronal.
Espero sinceramente que la cercanía electoral no impida el acuerdo. He avanzado que será el presupuesto del reto demográfico, la juventud y la gestión de los fondos europeos. Para ninguna de esas metas nos sobran las horas. Varias fuerzas políticas han manifestado públicamente su voluntad de negociar. Se lo agradezco y confío en que en algunos casos no se repita el truco de todos los años: retórica grandilocuente a favor del entendimiento y negativa práctica a asumir responsabilidades. Esa política adolescente, renuente al compromiso, es el camino a la irrelevancia.
- De igual manera, me propongo continuar promoviendo el cambio de nuestro modelo económico. Pongamos la vista en el futuro en lugar de perdernos en la melancolía del pasado. Con el respaldo de los fondos de reconstrucción, Asturias se ha situado en una posición de ventaja para estar a la vanguardia de la doble transición energética y digital, en la nueva reindustrialización.
Conocéis los planes relacionados con el hidrógeno verde de EdP, de HyDeal, Fertiberia y otras sociedades.
También sabéis que se está multiplicando la creación de start ups, de compañías basadas en el desarrollo tecnológico. Este es el nuevo paisaje económico y empresarial que está aflorando con fuerza; el único que permitirá afianzar y ampliar nuestra potencia industrial.
En estos días, es ineludible abordar la situación de Arcelor. El cierre temporal de un alto horno nunca es una buena noticia. Espero que las condiciones laborales sean consensuadas con los sindicatos y la suspensión se prolongue sólo el tiempo exacto necesario. Este anuncio me reafirma en una demanda, la primera que expresé tras asumir la presidencia del Principado: el arancel ambiental, u otro mecanismo de ajuste en frontera, es imprescindible. La tardanza de la UE está perjudicando a toda la siderurgia europea, incluidas las instalaciones de Avilés y Gijón. Es frustrante, casi indignante, comprobar que el acero europeo se ve obligado a competir en desventaja frente a las importaciones de terceros países que incumplen los compromisos contra el cambio climático por la tardanza decisoria de la Unión Europea. La UE debe tomarse más en serio la defensa de su industria, reaccionar con más rapidez y coraje, aprender las lecciones de las crisis. Lo contrario es resignarse a la dependencia militar, energética e industrial.
Aun así, no perdamos de vista el horizonte. La garantía de la siderurgia asturiana se llama plan de descarbonización. No hay otra vía que asegure su consolidación a medio y largo plazo. Tenemos que aunarnos en ese objetivo, que es la única puerta al futuro.
Concluyo con una última reflexión. A nueve meses de las elecciones, sólo me planteo seguir impulsando la agenda de la audacia que Asturias necesita.
Ahora, también quiero advertir que vendrán tiempos duros que la derecha va a explotar en su beneficio electoral. Nada que reprocharles si, al menos, demostrasen cierto sentido de Estado y respetaran ciertos consensos básicos, mostrando voluntad de acuerdo. Por desgracia, creo que harán lo contrario: encastillarse en el no y exprimir hasta la última gota del descontento social que provoque la crisis europea.
Esa es la previsión realista. Ante ella, la izquierda debe evitar dos grandes errores.
Uno es rendirse a la desmovilización. Desde hace meses, la derecha está intentando hacer calar su expectativa de victoria. Es una estrategia de libro para galvanizar a los suyos y desanimar a los demás, porque ellos no aspiran a persuadir, sino a que la izquierda se desencante.
El otro error sería asumir su discurso. El viernes conocimos el dato de paro registrado de agosto: 59.224, la cantidad más baja en 14 años. El número de afiliaciones a la Seguridad Social se eleva a 378,877, el mayor desde 2011. Respecto a 2019, cuando asumí la presidencia, hay 6.124 personas menos en paro y 6.446 más con trabajo.
El auge turístico del Principado es una realidad innegable. En unos meses entrará en funcionamiento la regasificadora de El Musel y, por fin, se pondrá en servicio la variante de Pajares.
Podría seguir añadiendo ejemplos de mejora. Con todos los serios problemas que afrontamos, y que en modo alguno niego o banalizo, la izquierda no puede dejarse apresar por el mantra de la falsa decadencia de Asturias. Os lo pido directamente a UGT, a todas las organizaciones sindicales. Bienvenidas sean las críticas, pero valoremos la relevancia del cambio que estamos afrontando. Después de la pandemia, del daño económico provocado por la crisis sanitaria y, ahora, de los perjuicios derivados la guerra de Ucrania, Asturias continúa superando desafíos y ganando el porvenir. Tenedlo seguro: vengan las dificultades que vengan, mi gobierno nunca renunciará a seguir trabajando por la transformación, por la mejor Asturias que anhelamos.