Si el primer partido en el Pabellón de Baltar nos había deparado un empate a nueve goles, este segundo iba a ser una fiesta del fútbol, con dos equipos que se jugaban todas sus aspiraciones para poder estar en el bombo de los cuartos de final de la competición. El Sporting, que actuaba de local, no quería sorpresas y un único punto le bastaba para hacerse con el objetivo, mientras que los celtiñas estaban obligados a ganar para poder seguir sintiéndose importantes en esta Liga Fertiberia. Los aficionados celestes querían ver de nuevo a sus ídolos y qué mejor manera de hacerlo que ésta, en un partido de alto voltaje, donde la tensión iba a ser la predominante en el encuentro, más aún sabiendo lo que debían hacer para clasificarse.

El encuentro comenzó con goles, con dos del Celta en los primeros cuatro minutos, en lo que parecía que podía ser un partido plácido para los de Moncho Carnero. El Sporting casi no había salido aún del vestuario y se encontraba con dos goles en contra sin haber hecho nada por evitarlo, seguramente, confiados en que el partido era largo y no había nada que temer. Los celtiñas lo tenían claro y su objetivo no era otro que abrir distancias en el marcador lo antes posible para evitar más tarde los arreones rojiblancos, conocidos por los equipos a los que se han enfrentado ya.

Sólo Ratkovic y Quique llegaban a la portería del Sporting, pero Ramón, portero rojiblanco, también jugaba y además lo hacía bien en cada oportunidad en que le ponían a prueba los jugadores celestes.