El presidente asegura que el Principado asume la descarbonización como “la mejor oportunidad para que el corazón fabril de Asturias fortalezca su competitividad y se sitúe a la vanguardia de la nueva revolución industrial”
El presidente Adrián Barbón ha asegurado hoy que el Gobierno de Asturias asume la descarbonización como la mejor oportunidad para que el corazón fabril de la comunidad fortalezca su competitividad y se sitúe a la vanguardia de la nueva revolución industrial. No obstante, ha defendido que ese proceso se ajuste a determinados criterios. “Desde el primer instante, hemos pedido que la transición ecológica vaya acompañada de tres adjetivos: pactada, pautada y justa. Lo demandamos para Asturias y para todas las regiones europeas que sufren una situación similar”, ha señalado.
El jefe del Ejecutivo ha participado junto con la vicepresidenta tercera del Gobierno de España y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, en la inauguración de la jornada Diálogo político anual. Iniciativa para las regiones del carbón en transición, organizada por la Comisión Europea y el Principado. Durante su intervención, ha vuelto a reclamar la aplicación del arancel ambiental y la revisión, a nivel europeo, del actual sistema marginalista de fijación de precios de la electricidad. “Puede parecer pretencioso que una comunidad tan pequeña proclame objetivos tan elevados, pero es que nos va la vida en ello. La vida económica y la vida demográfica, tal como suena”, ha añadido.
La ambición del Principado, ha explicado, se plasma en un plan de transición ecológica que apueste por la renovación ecológica sostenible y digital, por el desarrollo de energías renovables y por convertir Asturias en un referente internacional en la producción, almacenamiento, transporte y consumo del hidrógeno verde.
En este contexto, ha expresado su confianza en el despliegue de los fondos de transición justa, que alcanzarán casi 263 millones: “Aspiramos a que se despachen con la mayor intensidad, agilidad y flexibilidad posibles para que impulsen la reactivación de los territorios más castigados, respalden los proyectos transformadores de las grandes empresas, permitan que las pymes contribuyan a la transformación y favorezcan la recuperación medioambiental y la diversificación empresarial”.
INTERVENCIÓN DEL PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIÁN BARBÓN
Inauguración de la jornada Diálogo político anual de la iniciativa para las regiones del carbón en transición
Están ustedes en Oviedo, la capital del paraíso natural. Ese es el lema que distingue a Asturias, esta pequeña comunidad del norte de España. Lo utilizamos desde hace casi cuatro décadas porque sintetiza muy bien la fuerza y belleza de nuestro paisaje, la variedad y riqueza de nuestros recursos naturales. Esta es la región del oso y las crestas desafiantes de los Picos de Europa, la que vive de cara al bravío mar cantábrico y atesora siete reservas de la biosfera.
Pero hace pocos años también se nos reconocía por otro paisaje. Lo componían los castilletes de las explotaciones mineras, las chimeneas de fuego de la siderurgia, los tejados quebrados de las fábricas. Parece insólito, pero el paraíso natural hacía pareja con una sólida tradición fabril.
Agradezco sinceramente que el Diálogo político anual de la iniciativa para las regiones del carbón en transición acabe celebrándose por fin en Asturias, como estaba previsto. No hay otra comunidad española tan afectada por las sucesivas reconversiones. En pocas décadas hemos pasado del monocultivo imperfecto de la minería y la siderurgia, de ser exportadores de la energía obtenida con la quema de combustibles fósiles en las centrales térmicas, de una industria altamente intensiva en emisiones, a estar a la vanguardia del camino hacia el nuevo paradigma económico basado en dos palabras: verde y digital.
Ustedes, todas las personas que participan en este encuentro, pueden hacerse una idea del esfuerzo que está exigiendo este cambio. En las cuencas mineras –yo nací, crecí y vivo en una de ellas-, ha ocurrido bastante más que el cierre de pozos: se ha despedido una forma de vida. En las zonas industriales, cada nueva exigencia medioambiental de la Unión Europea es recibida con inquietud. Queremos que esta reunión política de alto nivel, que tanto agradecemos, sirva de reconocimiento a nuestra singularidad.
Desde el primer instante, hemos pedido que la transición ecológica vaya acompañada de tres adjetivos: pactada, pautada y justa. Lo demandamos para Asturias y para todas las regiones europeas que sufren una situación similar. De ahí que insistamos tanto en otras medidas, como la aplicación del arancel ambiental o la revisión, a nivel europeo, del actual sistema marginalista de fijación de precios de la electricidad. Puede parecer pretencioso que una comunidad tan pequeña proclame objetivos tan elevados, pero es que nos va la vida en ello. La vida económica y la vida demográfica, tal como suena.
Por desgracia, estos meses estamos comprobando hasta qué punto la Unión Europea necesita rearmarse industrialmente. El verbo no es casual: Europa no puede dejar desguarnecidas sus fronteras ni sus valores democráticos, pero tampoco sus empresas, su fortaleza industrial. Esta triste coyuntura, con la maldita guerra a las puertas, refuerza más nuestros planteamientos a favor de una transición justa. Desterremos cualquier ensoñación de reducir Europa a un envejecido y pulcro parque temático porque sería el fin del gran proyecto político que nació, hagamos memoria, a partir de la comunidad del carbón y del acero.
No quiero que me malentiendan. La vicepresidenta Ribera sabe que el Gobierno de Asturias no rechaza la descarbonización: la asumimos como la mejor oportunidad para que nuestro corazón fabril fortalezca su competitividad y se sitúe a la vanguardia de la nueva revolución industrial que vive el mundo. Nuestra ambición de futuro se plasma en un plan de transición justa que aboga por la renovación ecológica, sostenible y digital; por el desarrollo de energías renovables, por convertirnos también en un referente internacional en la producción, almacenamiento, transporte y consumo de hidrógeno verde. Empresas tan potentes como Arcelor o EDP se afanan ya en esos objetivos, y la alianza HyDeal sitúa Asturias en la primera línea del vector energético del porvenir.
Asturias ha perdido el miedo al cambio; Asturias, como tantas otras regiones de la UE, tiene hambre de futuro. Por eso depositamos tanta confianza en el despliegue de los fondos de transición justa, que alcanzarán casi 263 millones. Con toda claridad, aspiramos a que sean despachados con la mayor intensidad, agilidad y flexibilidad posible para que impulsen la reactivación de los territorios más castigados, respalden los proyectos transformadores ideados por las grandes empresas, permitan que las pyme contribuyan a la transformación, favorezcan la recuperación medioambiental y la diversificación empresarial. Comprendan nuestra prisa, porque Asturias no tiene tiempo que perder.
¿Es mucho pedir? Creo que no, que son demandas de justicia, extensibles, como he dicho, a cualquier otra región europea de tradición industrial y minera. Además, son propuestas que contribuirán a acallar la desconfianza de los agoreros, siempre empeñados en el pronóstico de malas noticias, cuando no dispuestos a negar la evidencia del calentamiento climático.
Ahora mismo, ya contamos con buenas pruebas del apoyo del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico a Asturias:
- Más de 93 millones para 60 convenios de fondos mineros. El Instituto de Transición Justa aporta el 75%; la cantidad restante la dispone el Principado.
- El mismo instituto nos ha concedido 73 millones para la restauración de tres minas en el suroccidente, una de las zonas más dañadas por el cierre de la minería y la despoblación. Una cantidad que el Principado complementa con 10 millones.
- 42 millones del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía, destinados a mejorar la eficiencia energética de las pyme y grandes industrias. Este último fin de semana recibimos la buena noticia de que se habían ampliado los recursos en 30 millones, tal y como había solicitado el Gobierno de Asturias. Gracias a esos fondos se movilizarán más de 180 millones de inversión en nuestra comunidad.
- 17,31 millones del mismo instituto para contribuir a la implantación y almacenamiento de energías renovables y las energías térmicas, a los que podemos sumar a otros 8,5 millones para la movilidad eléctrica.
En total, por asignación directa, más de 143 millones del Instituto para la Transición Justa y casi 68 del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía.
Y es que no sólo sabemos ser agradecidos, sino que deseamos tener muchos más motivos para serlo. Estas palabras no son una reclamación más, sino una declaración explícita de confianza en ustedes. Entre otras razones, porque el éxito de la transición ecológica en las regiones que forman parte de esta plataforma será también el acierto de la Comisión Europea y servirá de espejo a los países que aún no han abordado este desafío, que nos miran de reojo o que pretenden convertir nuestro compromiso con el planeta en una ventaja competitiva para sus empresas.
Un pensador y periodista asturiano, Juan Cueto, acuñó el término glocal, combinación de los términos global y local, para definir aquello que es global y local a un mismo tiempo. Es la perspectiva adecuada para abordar la transición ecológica: ha de ser global para que alcance los beneficios que deseamos, pero ha de tener en cuenta también sus impactos locales, por mínimos que puedan parecer desde la distancia comunitaria. Aquí mismo, en esta Asturias resuelta a superar con audacia e iniciativa el desafío del nuevo paradigma económico, ha habido empresas vinculadas a la producción de energía que han cerrado sus instalaciones sin ofrecer compensaciones merecedoras de tal nombre a los concejos donde desarrollaron durante décadas su actividad. Cada uno de esos comportamientos marca una cicatriz indeleble y suma un punto más a favor de quienes proponen cerrar las ventanas a este cambio, un propósito tan inútil como poner puertas al campo.
Hace 30 años, otro presidente del Principado aseguró que Asturias debería convertirse en la región del oso y del acero. Fue una buena manera de advertir que el paraíso natural podía y debía convivir con nuestra potencia industrial. Son unas palabras que hoy hago mías con algún matiz. Asturias debe ser la región del oso y del acero limpio, del hidrógeno verde, la ciencia y la innovación. Es una realidad que tenemos al alcance de la mano si conseguimos que la transición ecológica sea realmente justa, como todos y todas anhelamos.
Muchas gracias por su asistencia. El Gobierno del Principado está a su disposición para colaborar en todo lo que necesiten. Estoy convencido de que su estancia en Asturias no les defraudará.