El OCB amarra el playoff*

El OCB amarra el playoff*

Con asterisco, porque matemáticamente no está todo dicho, pero el Unicaja Banco Oviedo se ha asegurado esta noche en Pumarín un puesto de privilegio para luchar por el ascenso a la ACB al ganar a Força Lleida por 89-85 en la trigésimo segunda jornada de la LEB Oro 21/22.

Sólo una catastrófica sucesión de triples empates que pueden involucrar a Cáceres y TAU Castelló as´´í como a Gipuzkoa y Valladolid e incluso a Leyma Coruña pueden apartar al OCB de su séptimo playoff en nueve años en la categoría. Se dice pronto. Pero es para tomarlo con distancia.

Son 18 victorias por 14 derrotas y con la jornada por cerrar, a falta de dos fechas por disputar (Melilla en casa y Estudiantes en Madrid restarían por jugar) en un año que habría que diseccionar desde varios prismas (ya habrá tiempo). En el que nos ocupa hoy, el ahora, lo que alcanza en cuarenta minutos en el 28×40, el OCB ha sacado la raza. Su gen competitivo para sacudirse los ´últimos 20 minutos de Girona y los 40 de Palma. Y no ha sido fácil.

Enfrente acontecía el tercero en la tabla. Uno de los equipos más regulares de la competición. La gran revelación. Con bajas, eso sí, como la de Nacho Rosa tras una fea caída o la de Bjadí que se vistió sin acabar por jugar; pero con el ansia de Carrera, el ímpetu de Marcos y la sapiencia de Schreiner. De salida, pásmense 3-17. La máxima ventaja para los de Encuentra.

Ni un tempranero tiempo muerto de Lezkano, ni el cambio en la dirección o la introducción de Jorgensen habían funcionado para cambiar el rumbo. Hubo que esperar al de siempre: Oliver Arteaga para comenzar a cimentar una remontada lejana, intuible por lo eléctrico del choque pero difícil.

Y nada, que sí. Que con la grada enchufada y el capitán marcando el ritmo todo va más fácil. La suma es esta: 12 de de 16 partidos en casa se han saldado con victoria este año. Pumarín cuando aprieta lo hace con sentido de la responsabilidad. Muy lejos queda aquel escalofrío ante Girona o el revolcón ante Alicante. El equipo se rebela a nada que le des cariño.

Que ya llovía menos al cerrar el primer cuarto. 19-28. Y de salida del segundo, pese a un Carrera, qué jugador, desatado, el OCB a lo suyo. Lundqvist y Kabasele, Elechi pescando y Kabasele de nuevo y 28-35. No es que no lloviera, es que afuera de Pumarín estaba para pedir una caña y bañarse en el primer sol de primavera.

Total, que tiempo muerto de Lleida, que veía cómo el rotar de Lezkano y su escasa rotación iba a hacer muy largo el partido y un triple de Jorgensen y el OCB estaba ahí. Pero no ahí ahogado como en los últimos dos partidos. No. Estaba a un ritmo superlativo. Electrizado como la grada. Con el ansia propia de querer agradar.

Y con el pie a fondo llegó la secuencia clave. 35-40 a falta de 6 minutos para el descanso y sendas técnicas a Encuentra por discutir a los colegiados y de seguido otra a Schreiner por fingir. El OCB estaba ahí. 41-42. En franquía, aparecieron Mcdonnell y Meana. Dos triplacos (con perdón) para mandar el primer tiempo a toriles (49-47) mandando y con sensaciones de querer mandar.

Tónica que siguió a la vuelta del receso. Pese a la exuberancia ofensiva de Carrera, el Oviedo Baloncesto tiene dos cosas que le hacen peligroso para los rivales: Su voracidad reboteadora y su alegría tras pelota recuperada. Ahí manda Mcdonnell. En un abrir y cerrar de ojos 66-56 tras triple de Atencia. Y de seguido 70-56 gracias al martillo pilón que es Lundqvist. La máxima, la misma ventaja que habían disfrutado los visitantes y que el OCB había dado la vuelta a nada de encarar el cuarto decisivo. En otro partido hubiera bastado pero contra Lleida no valía.

Kabasele se puso las pilas, fundamental el concurso del congoleño en ambos tableros, también Kamba oscurecido en los últimos partidos y el partido embocaba un último cuarto de infarto.

¿Habíamos dicho ritmo? Del 74-61 con el que se cerró el tercer acto al 76-73 con el que se acercó Lleida en apenas dos minutos del último cuarto un 2-12 de parcial acongojante vista la calidad que atesoran los del Segre. Pero hasta ahí. Pumarín hizo lo suyo, los jugadores bajaron pulsaciones y entre un Atencia clínico en la media distancia y la batalla de Mcdonnell (17 puntos, 26 de valoración) y Oli y Kaba, el OCB fue rascando ante un desfondado ya Força Lleida.

Con ésta, el OCB obtiene la 18ª victoria del curso y ‘alquila’ plaza de playoff. Es sexto en la tabla empatado con Leyma y Cáceres y, a falta de dos jornadas, aventaja a Castelló (-1), Valladolid (-2 y average) y Gipuzkoa (-3, average, un partido menos). Solo triples empates con Cáceres y Castelló u otros más complicados que impliquen a Valladolid y Gipuzkoa pueden alejar al OCB de luchar por el ascenso.

Sin hacer cábalas, el viernes que viene recibimos a Melilla

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