Uno de cada seis asturianos está en exclusión tras la pandemia

Uno de cada seis asturianos está en exclusión tras la pandemia

 

 

  • La tasa de exclusión social en el Principado se sitúa 7,5 puntos por debajo de la  ” media nacional"
  • El informe regional ha sido posible gracias al convenio de colaboración de Cáritas Diocesana de Oviedo con la Facultad Padre Ossó. 
  • El pago de alquiler o hipoteca deja a 46.000 hogares en situación de pobreza severa

La brecha entre los hogares con más y menos recursos económicos se eleva por encima del  38% en los últimos 5 años. Dejando a 88.000 personas en exclusión social severa. La fractura  social tiene su origen en cinco grandes brechas: ingresos, origen, género, etapa de crianza 

 y tecnológica. 

 

Cáritas | 25 de abril de 2022 - Bajo el título «Informe Foessa sobre exclusión y desarrollo social en Asturias. Resultados de la encuesta sobre integración y necesidades sociales 2021», Cáritas  Diocesana de Oviedo, la Facultad Padre Ossó y la Fundación Foessa (Fomento de Estudios Sociales y de la Sociología Aplicada) han presentado en Oviedo la primera radiografía social completa de la crisis provocada por la pandemia. El acto ha corrido a cargo de José Antonio Prieto Saborit, decano de la Facultad Padre Ossó; Aurora García García, directora de Cáritas Diocesana de Oviedo; Thomas Ubrich, miembro del Equipo de Estudios de Cáritas y de FOESSA, y Pilar Díaz Cano, responsable del Servicio de Análisis y Estudios de Cáritas Diocesana de Oviedo.   Durante la presentación, tanto Prieto Saborit como García García han destacado el convenio de  en colaboración firmado entre ambas entidades, que ha permitido la creación de un equipo extra de investigadores que analizó los datos del Principado y colaboró en la elaboración del informe  o

FOESSA regional. El estudio, desarrollado por 30 investigadores de 10 universidades y entidades de investigación, se realizó a través de un equipo de encuestadores profesionales de más de 150 personas que llamaron a más de 90.000 puertas a nivel estatal y 7.000 puertas en Asturias. Los principales resultados de este trabajo de investigación alertan de que la cohesión social  en nuestra comunidad ha sufrido un “shock” sin precedentes, con un impacto muy desigual de las consecuencias de la pandemia por la Covid-19.

 

El estudio revela que se mantienen las tasas elevadas de integración social pero crecen con fuerza las situaciones de exclusión severa alcanzando a 88.000 personas y profundizando la brecha de desigualdad en Asturias. Las personas en situación de exclusión social representan el 15,9% de la población de Asturias y suponen un total de 161.000 personas, algo más de una  de cada seis habitantes.

 

La exclusión social es un concepto más amplio que la falta de dinero (pobreza). Refleja unas  condiciones de vida afectadas por más problemas que la carencia de recursos económicos, como  son: problemas con el empleo, la capacidad de consumo, al acceso a la legalidad, a la educación,  a la salud, a la vivienda, las problemáticas de lazos sociales, como son la soledad o el conflicto  social. 

En Asturias, se ha producido una mejora relativamente importante en cuanto a la extensión de  las situaciones de integración En total, el porcentaje de población en situación integrada en Asturias es del 84,1%, frente al 76,6% en España. Lo que supone una diferencia del 7,5% respecto  a la media nacional. 

Si tenemos en cuenta los datos de evolución de la comunidad. El número de personas en situación de exclusión social se ha reducido en casi 30.000 personas, pasando de 189.000 en 2018  a 161.000 en el 2021 en porcentaje supone pasar del 18,4% al 15,9%. 

Sin embargo, se ha producido un incremento en el número de personas y hogares en situación  de exclusión social severa. La población asturiana en situación de exclusión severa ha pasado  de 75.000 a 88.000 personas (lo que supone un 17% más). Esta tendencia a la polarización  resulta preocupante. Disminuye la exclusión moderada, más sensible a las políticas públicas específicas y con menor tendencia a la cronificación. Y aumenta la situación que supone un mayor  empeoramiento de las condiciones de vida y mayores dificultades para salir de la exclusión. 

El deterioro se ha dado entre el grupo de personas en una situación de exclusión más extrema y  que acumulan el mayor número de dificultades. 31 mil personas conforman la denominada  “sociedad expulsada” en Asturias; están en una situación más crítica y no cuentan con elementos compensadores que eviten el incremento de nuevas problemáticas que se acumulen a las  previas. 

Uno de los aspectos diferenciales de esta crisis es la profundización de la brecha de desigualdad  en Asturias, donde las grandes damnificadas por la Covid-19 son precisamente las personas y  familias más frágiles y desfavorecidas, que ya se encontraban en situación de vulnerabilidad y  exclusión social antes de esta crisis. El desarrollo del empleo y las consecuencias que la crisis  ha generado en el marco del trabajo, ha sido uno de las principales fuentes de incremento de la  desigualdad. 

El empleo, consecuencias visibles de esta crisis 

La consecuencia más visible de esta crisis se ha concentrado en la actividad económica y en el  empleo, alcanzando a un mercado de trabajo que ha sufrido importantes tensiones que se han  traducido en destrucción de empleo, en ERTE y en la paralización de dinámicas laborales. Esto  ha reafirmado unas tendencias que ya se perfilaban con anterioridad: 

  1. Se ha producido un empeoramiento de las condiciones de trabajo. Durante esta crisis  la precariedad se ha incrementado en el conjunto de España. En Asturias es que 25.000  familias dependen económicamente de una persona que sufre inestabilidad laboral grave.  Lo que significa que en el último año ha tenido: 3 o más meses de desempleo, 3 o más  contratos diferentes, en 3 o más empresas distintas. Una inestabilidad laboral que genera pobreza económica, frustración, laboral y personal, e impide desarrollar proyectos vitales  estables. 
  1. Aumenta la tendencia a la cronificación de las situaciones de desempleo. Especialmente entre aquellos trabajadores que ya estaban en desempleo antes de la pandemia. En  21.000 familias el sustentador principal se encuentra en paro de larga duración. Ya que se  han hecho más altas las barreras para acceder al trabajo para una parte de las personas  desempleadas. 
  2. El desempleo total familiar se ha incrementado un 50% y hoy alcanza a 51.000 familias  donde todas las personas activas están en paro.  

Importantes efectos en la vivienda y en la salud 

Crecen las situaciones de exclusión residencial y el acceso a una vivienda digna se ha convertido  en un derecho inaccesible para muchas familias, que sufren la inseguridad y la inadecuación de  su hogar, y una influencia notable sobre los recursos económicos 

  • Aumenta el porcentaje de población con gastos excesivos de vivienda. El pago de  alquiler o hipoteca deja a 46.000 hogares en situación de pobreza severa.  • 24.000 familias viven en una vivienda insegura, es decir, con una tenencia en precario,  amenaza de expulsión, violencia doméstica o inseguridad de sus miembros  • 21.000 hogares viven en una vivienda inadecuada, es decir, con deficiencia graves en la  construcción, suministros o ubicada en un entorno degradado, etc...  
  • Los hogares cuyo principal sustentador es una mujer, muestran un mayor extensión e  intensidad de problemáticas vinculadas a la vivienda: humedades (29%), accesibilidad  (22%) y barrios degradados o conflictivos (10%). Esto es debido a las dificultades para  conciliar trabajo estable y cuidado de hijos menores, con la consiguiente falta de ingresos 

El problema más relevante en el ámbito de la salud es la falta de acceso a medicamentos debido  a problemas económicos y la presencia de situaciones de dependencia en todas las personas  adultas del hogar. 

  • La reducción de los ingresos ha generado que 36.000 hogares asturianos han dejado de  comprar medicinas o prótesis, seguir tratamientos o dietas, por problemas económicos. • 23.000 hogares con problemas graves de salud que afectan a todas las personas adultas  del hogar (discapacidad o enfermedad crónica). 
  • Hasta 7.000 hogares con alguna persona dependiente que necesita cuidados de otra  persona para actividades de la vida diaria y que no están recibiendo ninguna ayuda. El estado de ánimo y la salud mental irrumpen como elementos clave en términos de calidad de vida. 
  • Para un 49,3% de la población asturiana, su estado de ánimo tras la pandemia es peor que  antes del confinamiento. La cifra está por encima de la media nacional (40,1%). • El porcentaje de las familias en las que alguien sufre un trastorno de salud mental diagnosticado supera el 23%, y en el 46% de los casos este diagnóstico se hizo en el último año. • Asturias ha sufrido un aumento de los trastornos de salud mental diagnosticados,  que han pasado del 11% en 2018 al 23% en 2021. Lo que la convierte en una de las comunidades autónomas con el mayor porcentaje de hogares en los que alguno de sus  miembros padece una enfermedad mental.

 

La pandemia genera un aumento del aislamiento y debilita las redes de ayuda mutua entre los  hogares. La crisis también ha pasado su factura en la dimensión relacional, dejando un aumento  de los problemas de aislamiento, especialmente marcado entre las personas más vulnerables.  Un aislamiento que se observa en el incremento de hogares con personas solas que no cuentan  con apoyo para situaciones de enfermedad o dificultad, 29.000 personas se encuentran en esta  situación en el conjunto del Principado. 

Las cinco brechas de la desigualdad 

Se agranda la brecha entre las familias con más y menos ingresos, por encima del 38% siendo  los grupos más afectados las mujeres, las familias con menores a su cargo, jóvenes y migrantes. Todas estas carencias desigualmente distribuidas generan un mayor impacto sobre unas personas que sobre otras. Así, vemos que hay dos brechas activas que se hacen más profundas, como  son la nacionalidad de origen y la edad, y una tercera brecha que se mantiene: el género. Y una  nueva brecha que irrumpe con fuerza, la brecha digital. 

Ingresos 

  • Más de 26.000 familias carecen de algún tipo de ingreso periódico o predecible, que permita  una mínima estabilidad. 
  • 25.000 familias dependen económicamente de una persona que sufre inestabilidad laboral  grave 
  • El desempleo de todas las personas en edad activa que residen en el hogar afecta a 52.000  familias asturianas. Habiendo aumentado un 50% respecto a anteriores mediciones. 

Género 

La brecha de género persiste, ya que la tasa de exclusión social en los hogares sustentados por  mujeres, se eleva al 30,1%, frente a la tasa de los hogares sustentados por hombres que se sitúa  en el 11,4%. 

La desventaja acumulada por razón de género, al margen de los cambios en la coyuntura económica y social, permanecen estables y remiten a cuestiones de tipo estructural y que es importante tener en cuenta de cara a diseñar políticas públicas eficaces. 

Origen 

Ser persona extranjera en Asturias es uno de los principales factores de exclusión y supone una  desventaja. El 52% de los hogares encabezados por una persona de origen extranjero se  encuentra en situación de exclusión, esto significa casi cuatro veces más exclusión que en los  hogares encabezados por alguien de nacionalidad española (14%), lo que dibuja una nueva línea  de profundidad en la sociedad fracturada. 

Edad 

La edad y la etapa vital ganan fuerza como brechas en la exclusión social. Los datos demuestran que en Asturias está penalizando el hecho de tener hijos. La presencia de niños, niñas  y adolescentes en el hogar, se relacionan claramente con la prevalencia de las situaciones de 

 

Exclusión: las tasas de exclusión se elevan del 13% de hogares sin menores de edad, al 17%  en hogares con menores, al 27% en las familias numerosas y al 40% entre los hogares  monoparentales cuya personal al frente es una mujer. 

Por otro lado, la prevalencia de las situaciones de exclusión es mayor en hogares con menores  de edad (niños, niñas y adolescentes). Las necesidades relacionadas con la crianza se relacionan así claramente con esta prevalencia de las situaciones de exclusión.  

Brecha digital 

La brecha digital se hace patente y se ceba con los hogares más vulnerables. La investigación  revela que la mitad de los hogares en exclusión social sufren el apagón digital, lo que significa  que 160 mil hogares viven la brecha digital de manera cotidiana, algo que afecta especialmente  a los hogares conformados solo por personas de 65 y más años y a personas sin estudios.  

Seis de cada 10 hogares en situación de exclusión severa han perdido oportunidades educativas, laborales, de acceso a servicios, ayuda y prestaciones públicas achacables a la  brecha digital. Que nuevamente afecta a quien más necesita de esas oportunidades, 6.500 familias en situación de exclusión. Un apagón digital que se produce tanto por carencia de conexión  y de dispositivos, como de habilidades y conocimientos para el uso adecuado de los mismos o  el manejo de internet.  

Desmontar estereotipos 

Frente a la imagen de pasividad que tienen las familias en situación de vulnerabilidad, el nivel de  “activación” es muy alto. En ocho de cada 10 hogares desfavorecidos la activación es fuerte, ya  sea porque consiguen trabajar, estudian o se forman para mejorar su empleabilidad, o participan  en programas de los servicios sociales o de entidades del tercer sector como Cáritas para avan 

zar en su salida de la exclusión. 

Esta activación de las familias en pobreza y exclusión desmiente el imaginario social que estereotipa a las personas en situación de pobreza y exclusión social como personas pasivas y desmotivadas. 

Retos y propuestas 

Es importante reconocer que el esfuerzo de respuesta desde las políticas públicas ha sido notablemente mayor que en la crisis anterior, con un proceso de refuerzo y transformación de las  políticas públicas en marcha. Aunque todavía hay margen de mejora. El informe FOESSA y Cáritas Asturias consideran necesario perfeccionar el sistema de protección social a futuro, abordando los siguientes retos:  

  1. Reimpulsar el modelo de estado de bienestar poniendo en el centro a la persona,  favoreciendo el pleno acceso a sus derechos, especialmente en el ámbito de la vivienda,  los ingresos mínimos, los cuidados, y el empleo digno. 
  2. Implementar medidas que reduzcan la precariedad laboral y la excesiva flexibilidad en  los empleos de sectores no cualificados, temporales y precarios, así como acabar con las  situaciones de irregularidad. 
  1. Garantizar un sistema de salud público de calidad con incidencia en la mejora de la  atención a personas en situación de dependencia y con necesidad de cuidados, así como  la salud mental. 
  2. Impulsar políticas que hagan frente a la exclusión residencial para hacer frente al aumento de familias con viviendas en precario o insalubres. 
  3. Mejorar la cobertura del Ingreso Mínimo Vital para que alcance al máximo de situaciones de pobreza. Así como mejorar el funcionamiento del Salario Social Básico, para que  complemente adecuadamente la protección a las personas del Ingreso Mínimo Vital. 
  4. Abordar y reducir la brecha digital, que afecta especialmente al acceso a la educación,  así como a derechos y servicios. Es importante, en paralelo, mantener las puertas no digitales abiertas, para que las personas más excluidas de la digitalización, no lo sean también  de sus derechos. 
  5. Avanzar hacia servicios sociales adaptados a las realidades sociales del siglo XXI.  Para afrontar los retos del envejecimiento de la población, la lucha contra la exclusión social, la protección de niños, niñas y adolescentes vulnerables, la feminización de la pobreza  y la integración de la población inmigrante. 

 

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