17 de diciembre de 2021.- La tasa de éxito de los fármacos antidepresivos se sitúa en un 65%, por lo que el 35% restante de los casos no responde de manera eficaz. Según el Dr. Francesco Panicalli, médico especialista en psiquiatría del Instituto Brain 360 y miembro de la Sociedad Catalana de Psiquiatría y Salud Mental, y de la Sociedad Española de Patología Dual, “el trastorno depresivo tiene una base biológica. Cuando un paciente no responde a los tratamientos habituales, es decir, a los fármacos y a la terapia psicológica, se debe a que esta terapia no ofrece una solución eficaz a ese mecanismo biológico inadecuado”.
Es precisamente en esa resistencia biológica donde cabe considerar la utilización de otras técnicas como la neuroestimulación. Conocida también como estimulación cerebral no invasiva, está emergiendo como una de las fórmulas más susceptibles de ser utilizadas en estos casos, tanto por su elevada eficacia como por su seguridad. Además, la aplicación de este tratamiento indoloro es ambulatoria, siendo la duración media de cada sesión de unos 45 minutos.
El Dr. Jorge Sendra, médico especialista en psiquiatría del Instituto Brain 360 y miembro de la Sociedad Catalana de Psiquiatría y Salud Mental, recuerda la importancia de individualizar el estudio de las depresiones, ya que cada paciente tiene unas particularidades distintas. Aun así, se pueden distinguir dos grandes tipos de depresión: la crónica, que suele ser prolongada en el tiempo y está relacionada con ciertos rasgos de la propia personalidad del individuo, y la depresión mayor, que tiene una duración menor, entre 3 y 6 meses de media.
La OMS estima que más de 300 millones de personas en todo el mundo sufren depresión, una cifra que según los expertos va en aumento. De hecho, un estudio publicado por la prestigiosa revista científica The Lancet Public Health concluye que un 6,4% de la población europea padece depresión, siendo su incidencia más alta en las mujeres que en los hombres y mostrando un aumento en comparación con los datos publicados por la misma OMS. España es el cuarto país de Europa con más casos de depresión, llegando a afectar a 2,4 millones de personas.
Antes de iniciar la neuroestimulación, se realiza una evaluación completa al paciente depresivo. Se le practica un estudio de neuroimagen para ver qué áreas son las que tienen un funcionamiento anómalo, una evaluación de diferentes dominios cognitivos, así como un estudio preciso del umbral en el que la estimulación puede tener un efecto en el tejido nervioso de cada paciente. Una vez localizadas esas áreas, se lanzan los estímulos con el objetivo de modular la respuesta de estos pacientes, consiguiendo así al final una reducción sintomatológica.
El Instituto Brain 360 es puntero en España en la implementación de la estimulación cerebral no invasiva para los trastornos depresivos, así como para otras patologías psiquiátricas y neurológicas. “Tenemos el equipo tecnológico de alta resolución y profesionales de reconocido prestigio, lo que nos convierte en un referente en las terapias neurológicas y psiquiátricas mediante neuroestimulación”. El tratamiento está aprobado por las principales agencias internacionales de medicamentos, como la FDA (US Food and Drug Administration) y la EMA (Agencia Europea del Medicamento), y avalado por las guías clínicas más reputadas (NICE, CANMAT, NIMH, entre otras).
“Estamos frente a un cambio de paradigma. Hasta ahora las patologías psiquiátricas y neurológicas se trataban con fármacos o terapias conductuales cognitivas. Ahora podemos saber qué regiones del cerebro no funcionan adecuadamente y podemos modificar su funcionamiento, ofreciendo la neuroestimulación como tratamiento eficaz”, explica el Dr. Diego Redolar, responsable de la Unidad de Neuroimagen y Neuromodulación del Instituto Brain 360, y profesor de Neurociencias de la UOC.
Navidad, una época complicada
La llegada de las Navidades convierte a algunas personas en especialmente vulnerables, ya que en estas fechas es frecuente recordar a seres que no están y albergar sentimientos negativos. Al ser una etapa de reflexión, si durante el año se han sufrido reveses como la pérdida de una pareja o del empleo, aumentan las posibilidades de que surja un estado depresivo o se agrave el que ya padecemos.
A todo ello cabe añadir las consecuencias emocionales que el COVID-19 ha venido causando desde el inicio de la pandemia como resultado de la pérdida de familiares, largos periodos sin poder ver a los seres queridos, aislamiento social, etcétera. El aumento de casos de contagio en esta época del año vuelve a generar restricciones y un sentimiento de incertidumbre.
Por todo ello, en aquellos casos en que ese estado anímico bajo deja de ser pasajero y se prolonga en el tiempo, conviene recurrir a la red de apoyo más próxima y consultar con un especialista para que valore la conveniencia de adoptar medidas terapéuticas.
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