Reunido en Oviedo el veinticuatro de noviembre de dos mil veintiuno, el jurado de la
cuadragésima tercera edición del Premio Tigre Juan de Narrativa —compuesto por
Fernando Menéndez (secretario), Eduardo San José (vocal), Ángela Martínez Duce
(presidenta), Natalia Cueto y Vicente Duque (vocales)— ha decidido por mayoría
distinguir como ganadora la obra de Guillem Martínez, Los domingos (publicada por la
editorial Anagrama). En la misma sesión ha acordado reconocer en la categoría de
finalista la obra Sacrificios humanos, de María Fernanda Ampuero (publicada por
Páginas de Espuma).
La obra ganadora supone un ejemplo brillante y singular de lo mejor que puede dar de
sí ese terreno fronterizo en el que entran en contacto literatura y periodismo.
Los domingos recoge una rica herencia de la escritura desarrollada en la prensa. El
autor, Guillem Martínez, escritor y periodista de dilatada experiencia, concibe las
columnas de su libro como una suerte de estampas o álbum de fotos en las que se
mezclan pasado, presente y futuro; lo personal y privado con lo comunitario.
Es Los domingos una obra de autor en el sentido de dar lugar al desarrollo y amplitud de
una voz propia capaz de sugerir al lector en el breve espacio de una columna distintos
caminos narrativos y de experiencia.
El tono y estilo de Martínez desnudan de urgencias a la actualidad; le resta solemnidad
a la Historia y las somete a un devaneo poético y susurrante.
Con la memoria en muchas ocasiones como contexto y terreno de juego, leer Los
domingos provoca la certeza en el lector de que la mirada de un ciudadano no tiene por
qué ser tan ruidosa y estridente como la sociedad en la que vive.
Un viento recorre con fuerza la nueva narrativa breve latinoamericana y en el epicentro
de dicho viento sobresale la obra finalista.
Con afilado sentido del ritmo, en los relatos de Ampuero se exhuma una violencia
contra las mujeres estructural y naturalizada. La cara oculta y vergonzante de la
educación tradicional sale a flote gracias a obras como Sacrificios humanos.
En su dominio del cuento, Ampuero nos propone un lenguaje rotundo, carente de
eufemismos y capaz de superar la estabulación de los géneros literarios, rompiendo las
costuras de un género tan codificado como el de terror; buscando así las causas del
miedo en el día a día y no en lo sobrenatural.
En todo caso, lo poco o mucho que puede haber de evocador en Sacrificios humanos no
sirve para conservar el pasado sino para activar el presente.