La crisis financiera que condicionó tan negativamente la economía mundial durante la pasada década, y cuyos efectos aún se hacen sentir en vectores sensibles como los salarios, así como los ingresos de autónomos y pymes, trajo consigo un efecto inesperado sobre las reservas de capital de familias y personas: los bancos dejaron de primar el depósito de capitales, y el ahorro, siendo los intereses meramente simbólicos.
Como consecuencia, no es ya que se igualen a ‘cero’, sino que el alza del coste de la vida acaba provocando una pérdida anual del poder adquisitivo del capital acumulado.
Otro de los perjudiciales efectos de la explosión de la burbuja financiera mundial atañe directamente a los jóvenes, mermando su masa salarial respecto a la disponible por sus mayores y, en general, sus posibilidades de acceder a un empleo o una actividad remunerada. Pero, paralelamente, parte de esa generación es la mejor formada de la historia, accediendo a empleos progresivamente mejor remunerados en nuevos o emergentes campos tecnológicos y estimulando su talento organización en la creación de nuevas y viables empresas adaptadas a la demanda actual y futura de los mercados mundiales.
Y, como resultado del comportamiento de la banca tradicional, que padecen mayormente sus progenitores, estos jóvenes, con capital disponible, buscan fórmulas distintas para procurar una rentabilidad añadida. Y su atención se fija, entre otras posibilidades, en los los CFD, derivados financieros que permiten a los traders tomar ventaja de las subidas de precio (operaciones en largo) o bajadas de precios (operaciones en corto) en los instrumentos financieros. Por ejemplo, cuando se aplica a acciones, dicho contrato es un derivado de capital que permite a los traders especular sobre movimientos de precios de acciones, sin la necesidad de la propiedad de las acciones subyacentes. Los CFD pueden negociarse teniendo como activo subyacente acciones, bonos, futuros, productos básicos, índices o divisas.
Gracias al surgimiento de plataformas de trading como el Mt4 online o las diferentes aplicaciones móviles para acceder a los mercados financieros, el trading es cada vez más accesible para un público menos especializado. Y con “menos especializado”, nos referimos a un público que no se dedica al trading o al mundo de la inversión per se, pero tiene recursos para formarse y adquirir los conocimientos básicos para empezar a rentabilizar su dinero.
Como en las propias plataformas advierten, estos productos no están exentos de riesgos, que deben valorarse adecuadamente para operar con prudencia y dimensionar el riesgo que éstos conllevan. Es por esto que es importante empezar con pequeñas cantidades y diversificar nuestra estrategia, de forma que el riesgo disminuya en el cómputo global.
Además, el surgimiento de las Fintech en el mercado ha hecho que los jóvenes se interesen cada vez más por sus finanzas y hagan cada vez más uso de estas plataformas, que han dejado atrás la rigidez de la banca tradicional y se adaptan a sus necesidades específicas.