Científicos de Salamanca en una expedición oceanográfica que estudia cambios climáticos del pasado

Científicos de Salamanca en una expedición oceanográfica que estudia cambios climáticos del pasado

Por José Pichel Andrés

/DICYT 

 

El buque Joides Resolution, la embarcación oceanográfica más importante del mundo, partirá mañana, 17 de noviembre de 2011, de Ponta Delgada (Islas Azores, Portugal) para iniciar una expedición de dos meses de duración por aguas del sur de Portugal y el Golfo de Cádiz con el objetivo de conocer más sobre los cambios climáticos de épocas pasadas. La Expedición Científica 339 del IODP (Integrated Ocean Drilling Program o Programa Integrado de Perforación Oceánica) cuenta con más de 30 científicos pertenecientes a 13 países y en esta ocasión ocurre un hecho insólito: una misma universidad española aportará dos científicos expertos, la Universidad de Salamanca, representada por Francisco Javier Sierro y José Abel Flores. 

 

"Será una campaña muy importante desde el punto de vista de la reconstrucción climática, una expedición emblemática", afirma en declaraciones a DiCYT el científico zamorano José Abel Flores, miembro del Grupo de Geociencias Oceánicas de la Facultad de Ciencias. "El gran logro es que vayan dos investigadores de Salamanca a una campaña de IODP", el proyecto de investigación geológica más importante del mundo. "Creo que nunca han ido dos expertos de una misma universidad", comenta, aunque sí suele acudir un experto acompañado de un becario.

 

La cuota para participar en una expedición de IODP posibilita que vaya un español por año, pero esta vez España consiguió que el jefe de campaña fuese Javier Hernández-Molina, profesor de la Universidad de Vigo, y que se incorporase Francisco Javier Sierro en calidad de micropaleontólogo experto en foraminíferos, microscópicos animales pertenecientes al zooplancton. Después, quedaba libre una plaza de especialista en nanofósiles y los responsables de la campaña llamaron a José Abel Flores, que oficialmente va sin bandera. La participación española se completa con Francisco Jiménez-Espejo, del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (centro del CSIC y la Universidad de Granada). A ellos hay que sumar la participación de Estefanía Llave Barranco, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en calidad de observadora de aguas nacionales, debido a que se navegará por aguas españolas. Todo ello completa una participación inédita de cinco científicos españoles a los que habría que sumar otros dos que trabajan en Francia y Japón y acuden bajo la bandera de estos países.

 

Por parte de la Universidad de Salamanca, "que vayamos los dos, que llevamos toda la vida investigando juntos, es como un sueño, porque vamos a poder trabajar todos los días con dos técnicas diferentes y en una región que ya formó parte de nuestra tesis doctoral", subraya José Abel Flores. Además, ahora "el Joides es un buque absolutamente renovado que cuenta con técnicas de perforación novedosas, de manera que se va a extraer material de altísima calidad", comenta.

 

Objetivos científicos

 

Los objetivos científicos son variados. En primer lugar, en el Golfo de Cádiz la Expedición Científica 339 pretende estudiar la relación entre el Mar Mediterráneo y el Océano Atlántico. Se sabe que el Estrecho de Gibraltar estuvo cerrado hace seis millones de años, pero no se conoce con exactitud cuándo volvió a abrirse. En cualquier caso, existe un gran desnivel en el paso de las aguas de un lugar a otro, una especie de cascada submarina de unos 1.000 metros que hace que las aguas mediterráneas vayan hacia el Atlántico, que provoca una gran erosión en los fondos marinos y la circulación de masas de agua a lo largo de una gran extensión por los fondos marinos. Los científicos se preguntan qué impacto pudo causar en el clima de hace millones de años la apertura del Estrecho, cómo se refleja esto en los sedimentos de los fondos marinos y la relación de todo ello con las placas tectónicas africana y europea.

 

Tras abandonar el Golfo de Cádiz, el Joides estudiará las aguas que se encuentran frente a la costa portuguesa, al Sur de Lisboa. Se trata de perforar para obtener una serie de testigos (cilindros con muchos metros de sedimentos) que sean referencia de evolución climática de los últimos cientos de miles de años. En esta zona se ha comprobado que "la dinámica de las masas de agua profundas tienen una influencia clara de la Antártida, en lugar de estar controladas por el Ártico, como se pensaba", un descubrimiento que hace pocos años rompió el modelo climático que tenían lo científicos. Sin embargo, aquellos estudios se llevaron a cabo con una técnica que sólo permitía recuperar un testigo de unas decenas de metros, mientras que "ahora se van a perforar cientos de metros para tener una gran cantidad de material y poder aplicar todas las técnicas de análisis con sedimentos de sobra", apunta José Abel Flores.

 

Un lugar importante para la investigación

 

Este lugar del Océano Atlántico tan próximo a la península Ibérica "es un punto crítico porque se ha visto que hay influencias tanto de la Antártida como del Ártico" en cuanto a las aguas profundas y por eso "es el punto idóneo para ver fluctuaciones históricas del clima" y relacionarlas con los datos que ya se tienen de las grandes masas de hielo del Norte y del Sur y de otros puntos del planeta. El Joides es "la mejor embarcación oceanográfica que existe", asegura, así que "la posibilidad de que vaya a estos lugares y de que extraiga material es algo trascendental".

 

El trabajo de los científicos de Salamanca se centra en hacer dataciones a partir del material que se obtiene de los fondos marinos. Por ejemplo, se puede estudiar a qué temperatura vivían los foraminíferos o con qué oxigenación contaban, lo que ya da pistas acerca del tipo de clima de cada época. Además, se realizan análisis isotópicos y todo ello se compara con los datos del Ártico y la Antártida, de manera que estas asociaciones permiten identificar si la influencia de las corrientes está más relacionada con el Norte o con el Sur.

 

Laboratorios a bordo

 

 

En el día a día, hay dos laboratorios importantes. En el de sedimentología trabajan los científicos que hacen la descripción del testigo. "Una vez que se extrae y se corta, se hacen ensayos de litología, dureza, resistividad, conductividad y porosidad. Se pasa por varios sensores, que determinan propiedades visibles e invisibles, emisión de radiación natural y propiedades magnéticas. En definitiva se trata de ver qué es el sedimento", comenta José Abel Flores. El otro laboratorio estudia el contenido orgánico, los organismos silíceos, calcáreos y palinomorfos para varias cuestiones. La más importante es datar, dar edades, para que los paleomagnetistas y los sedimentólogos puedan interpretar los datos; pero también hay que hacer un análisis ambiental, para comprobar la oxigenación del agua o la temperatura. Después, hay otros laboratorios más específicos, como el de geoquímica, para analizar el contenido de la materia orgánica.

 

El Joides, un barco de 145 metros de longitud, 21 de anchura y 62'5 de altura (incluyendo la torre de perforación) finalizará esta expedición en Lisboa (Portugal) el 17 de enero de 2012, justo dos meses después de partir. En medio, los científicos trabajarán unos 56 días, que son los que se calculan para las operaciones de perforación. Los datos que obtengan permitirán saber mucho más de los cambios científicos del pasado y, por lo tanto, ayudarán a predecir los del futuro


Dejar un comentario

captcha