MENSAJE del PRESIDENTE DEL PRINCIPADO, ADRIÁN BARBÓN
8 de septiembre, Día de Asturias
Asturianos y asturianas.
Vuelvo a tener el honor de dirigirme a vosotros con motivo del Día de Asturias, la celebración que nos une por encima de ideologías, credos o cualquier diferencia que podamos imaginar. Lo hago en esta ocasión desde la Casa Natal de Jovellanos, en Gijón, al cumplirse el cincuenta aniversario de la inauguración de este museo y ante la mirada del prócer asturiano, ejemplo permanente de liderazgo, nobles ideales y pasión por nuestra tierra.
Hoy, como en otras ocasiones, quiero que este mensaje se convierta en un abrazo a quienes no están con nosotros. A las miles de personas que por razones laborales, familiares o de otra índole, no pueden celebrar el 8 de septiembre aquí, en el Principado. Todos podemos ponernos en su lugar, compartir con ellas la intensa emoción de vivir este día lejos de Asturias.
También quiero, en este momento, tener un recuerdo especial para las víctimas de la pandemia, a las que nunca, jamás olvido.
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Hablaba de las personas que viven fuera. Porque Asturias fue y es una comunidad emigrante, también sabe ser un lugar de llegada, un hogar con las puertas francas para quienes se han visto obligados a huir de la guerra y del horror, si es que ambas palabras no significan lo mismo. Me refiero a las familias afganas que estos días han venido al Principado para encontrar, simplemente, un techo bajo el que vivir. Pienso en especial en las mujeres y en su inalienable derecho a la igualdad, a no retroceder por el humillante camino de la opresión. Demostrémosles, en nuestra mejor tradición solidaria, que Asturias es una tierra abierta de acogida, no frustremos su esperanza.
Este mensaje también está tejido de grandes esperanzas. De la esperanza en ir dejando atrás el tiempo oscuro de la pandemia, de ir venciéndola día a día. Gracias a la alta tasa de vacunación, de las más destacadas de Europa, hemos conseguido reducir los daños de la enfermedad. Aunque no debamos confiarnos ni, mucho menos, darnos por satisfechos, nunca como ahora hemos estado tan cerca de doblegar la crisis sanitaria.
Precisamente por ello, por estar tan próximos, es necesario que aguantemos el esfuerzo y respetemos las normas para reducir el riesgo de rebrotes. Todos y todas compartimos este deber; en especial, las personas que aún no han sido vacunadas, a quienes ruego que lo hagan cuanto antes para contribuir a la salud pública. También me dirijo a la juventud, que ha tenido un comportamiento ejemplar a lo largo de este duro período: ahora os toca volver a estar a la altura de las circunstancias para ayudarnos a acabar con la epidemia. Os necesitamos. Os necesitan vuestras familias y amistades, os necesita Asturias entera. Estoy seguro de que podemos contar con vosotros.
Esta misma semana iniciamos el curso escolar con plena asistencia a las aulas para que vuelvan a ser lo que siempre han sido: un lugar de aprendizaje, de convivencia, de pura vida. El curso pasado, en peores condiciones, con mayor incertidumbre, el profesorado, el alumnado y las familias nos dieron una auténtica lección de buen hacer. Ayudados por el aumento progresivo de la vacunación, estoy convencido de que la colaboración y el diálogo fluido y permanente entre el gobierno y la comunidad educativa garantizará un año más la elevada calidad de la enseñanza en Asturias.
Dejar atrás la pandemia también nos permitirá recuperar toda la actividad. Cada paso que caminamos es un trecho que avanzamos hacia la supresión de las limitaciones. Hemos defendido desde el primer momento que salud y economía van juntas y la campaña turística de este verano ha vuelto a probarlo: la normalidad será la mejor base para impulsar la reanimación que con tanta fuerza se está haciendo notar desde hace unos meses en la creación de empleo, la reducción del paro y los indicadores económicos.
Sinceramente, tenemos motivos para alumbrar estas esperanzas. Los buenos datos sanitarios, el regreso completo a las aulas, desde las de la universidad hasta la más pequeña escuela rural, y la reactivación de la economía son hitos que anticipan una nueva etapa.
La modernización de nuestra industria de la mano de la transición ecológica y digital también alimenta la esperanza. Al principio, hace unos años, sólo veíamos un horizonte incierto, erizado de dificultades e incertidumbre. Temíamos por el empleo, por la deslocalización, por el debilitamiento de nuestro tejido empresarial, con todo el catálogo de miedos que acompaña a los grandes cambios. Hoy sigue habiendo inquietudes y serios problemas, pero también estamos constatando la capacidad de reacción empresarial para superar este inmenso reto de adaptación tecnológica, con un despliegue de proyectos de inversión impensable hace unos años, como el presentado para la reducción de emisiones de Arcelor, un parteaguas en la historia de nuestra siderurgia.
Hemos comprendido que, junto con los desafíos, estamos ante una gran oportunidad. Asturias está situándose a la vanguardia para liderar la nueva revolución industrial, sin quedarse rezagada, empeñada en mirar hacia atrás o en renegar de un futuro imparable.
Hai, ye verdá, un paisaxe d’esperances. A nosotros, y al gobiernu primero de nada, tócanos faceles realidá, pero toos tenemos d’asumir que nun ye un llabor que se pueda encarar en solitario, qu’Asturies precisa la mayor unidá y entendimientu posibles. Necesitamos un pactu social nuevu que tenga continuidá nun alcuerdu presupuestariu que dexe destinar hasta l’últimu euru a fortalecer la creación d’empléu. De la mesma manera, precisamos que’l Gobiernu estatal asegure’l cumplimientu del calendariu d’execución de les nuestres comunicaciones y qu’incorpore meyores qu’aforren situaciones discriminatories nel usu de les infraestructures.
Na llista de deberes inmediatos apremia l’usu de los fondos europeos. Ye otru oxetivu que precisa de cooperación, d’intelixencia y de la implicación a fondu de la iniciativa privada p’algamar tol provechu. Yá nun hai dulda de qu’estos recursos estraordinarios van impulsar la tresformación económica d’Asturies, pero tenemos la obligación colectiva d’acertar, de nun esbaratar una ocasión estraordinaria.
La modernización d’Asturies ta en marcha y nun se pue aparar. Tenemos que la acompañar con reformes ambicioses, ensin consentinos retrasos que namás diben valir pa estorbar el nuestru desenvolvimientu. La meyora de l’Alministración pa facela más rápida y efectiva, y l’apueste decidíu pola ciencia y la investigación, que va ser inclusive más fuerte no que queda de llexislatura, resulten indispensables.
Este mesmo ano imos encarar ademáis a reforma del Estatuto, qu’este decembre fai corenta anos d’esistencia. Temos qu’axeitallo á realidá d’Asturias y miyorar a protección das nosas llinguas, un riquísimo patrimonio cultural que merece respeto y aprecio. En poucos días, hei a empezar os contactos cos grupos parlamentarios que cren nel Estao autonómico.
La tarea pendiente es ingente. Encaramos gravísimos problemas, como el desempleo juvenil, y desafíos enormes, como el reto demográfico. Hay empresas con dificultades, miles de personas sin empleo, otras que, como recordé al inicio, se han tenido que ir de Asturias para encontrar un puesto de trabajo y hoy no pueden acompañarnos en esta celebración. Cualquier complacencia sobra, resultaría inaceptable. Sin duda, queda muchísimo por hacer, pero también es verdad que llegamos a este 8 de septiembre cargados de razones para la esperanza.
Con la ilusión de hacerlas realidad, ¡feliz Día de Asturias!