El grupo de investigación arqueológica LLABOR de la Universidad de Oviedo trabaja en este yacimiento considerado único en el noroeste peninsular por la amplitud de su uso, que va desde el Bronce Antiguo hasta la actualidad
La ermita dedicada a Santa María de L.linares es un buen ejemplo de la reutilización y reinterpretación de estructuras prehistóricas por el cristianismo, que se han convertido en lugares de relevancia para el imaginario de las comunidades
El hallazgo de L.linares está permitiendo documentar los momentos previos a la aparición de los castros, un Bronce Final de gran espectacularidad que empieza a arrojar luz sobre los lugares de hábitat relacionados con los monumentos megalíticos
Oviedo/Uviéu, 10 de agosto de 2021. El grupo de investigación arqueológica LLABOR dirigido por la catedrática de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo Margarita Fernandez Mier está finalizando los trabajos arqueológicos en el yacimiento de L.linares (Castañera, Balmonte de Miranda), un yacimiento considerado único en el noroeste peninsular por la diacronía de su uso, que va desde el Bronce Antiguo hasta la actualidad, y por la espectacularidad de la etapa de ocupación del Bronce Final. Estos trabajos están aportando nuevos datos sobre la cristianización medieval de un santuario de la Edad del Bronce.
Fernández Mier explica que la ermita de L.linares, que celebra su fiesta el día 8 de septiembre en este lugar de especial devoción para el vecindario del valle, se superpone a una necrópolis medieval que, a su vez, se ubicaba sobre un espectacular yacimiento de la Edad del Bronce. “Esta larga ocupación lo convierten en un espacio excepcional para comprender el carácter resiliente de los lugares de uso desde la prehistoria reciente y como referente para localizar este tipo de yacimientos, escasamente conocidos en el Noroeste Peninsular”, apunta la investigadora.
La secuencia de ocupación se inicia en el Bronce Antiguo, con la presencia de una serie de hoyos de poste que definen el perímetro de una cabaña de la que también se ha documentado la zona del hogar. Sobre este nivel, se procede a monumentalizar el área con la construcción de distintas terrazas que van nivelando la ladera creando un espacio de circulación en torno a una gran estructura de combustión -algo parecido a un forno- de unas importantes dimensiones que es la parte más espectacular del yacimiento. De forma ovalada y construida con arcilla y piedra caliza, su monumentalidad y planta recuerda algunas cámaras megalíticas o lo que, en tiempos posteriores, en la Edad del Hierro, son interpretadas como saunas castreñas. “La excepcionalidad de esta construcción, muy bien preservada a pesar de localizarse casi en superficie y de la afectación de las tumbas medievales, invita a considerar las amplias dimensiones que debe tener este yacimiento que se extendería por una buena parte del pequeño circo que conforma esta parte del valle”, explica la catedrática de la Universidad de Oviedo.
El hallazgo de L.linares está permitiendo documentar los momentos previos a la aparición de los castros, un Bronce Final de gran espectacularidad que empieza a arrojar luz sobre los lugares de hábitat relacionados con los monumentos megalíticos, únicas estructuras conocidas hasta el momento sobre esa época.
A la trascendencia que tiene el hallazgo de los restos de la Edad de Bronce en L.linares, se une la reocupación del término en períodos posteriores, lo que corrobora que se convierte en un lugar central para los habitantes de la zona, centralidad que continúa hasta la actualidad. La presencia de cerámica de época romana y tardoantigua indican la existencia de ocupación durante estos períodos en las inmediaciones; ya que los restos localizados están en posición secundaria, lo que sugiere que las áreas de hábitat romano están en las cercanías, en los espacios aún no excavados.
A partir del siglo X d.C, según explica esta investigadora, se localiza una necrópolis cuyas tumbas se apoyan directamente sobre los restos de la Edad del Bronce y, tras el abandono de la necrópolis altomedieval, existe una ocupación pleno medieval a la que se asocian abundantes restos de cerámica y cenizales que el equipo de investigación relaciona con espacios domésticos medievales. La abundante cultura medieval de época moderna, especialmente atribuible al siglo XVII, indica la existencia de actividades de reunión periódica, posiblemente la misma fiesta que aún se celebra en la actualidad y que propició la construcción de la actual ermita dedicada a Santa María de L.linares. Es un buen ejemplo de la reutilización y reinterpretación de estructuras prehistóricas por el cristianismo, convirtiéndose en lugares de relevancia para el imaginario de las comunidades.
Todos estos trabajos se enmarcan en las labores arqueológicas que el equipo de investigación desarrolla en el municipio de Balmonte de Miranda desde el año 2009. Tomando el territorio de la aldea de Vigaña como un yacimiento arqueológico se ha intervenido en distintos elementos, tanto lugares de hábitat como espacios de cultivo y de uso ganadero que han aportado una espectacular información de carácter diacrónico que permiten delinear la historia de la aldea en la larga duración, desde el cuarto milenio a.C. hasta la actualidad.
Al yacimiento neolítico de las Corbas descubierto en 2012 y a la ocupación altomedieval de la necrópolis de Vigaña, se unen ahora los datos aportados por L.linares, que permiten tener una secuencia completa desde el punto de vista histórico, sacando a la luz yacimientos de gran espectacularidad, únicos en el Noroeste peninsular que tienen un importante potencial económico para el medio rural.
Durante la segunda quincena de agosto, el grupo de investigación acometerá la tercera campaña de excavación en la Braña de Los Fuexos (Montouvo, Balmonte de Miranda) tratando de clarificar niveles de ocupación medieval de este lugar cercano al Camín Real de la Mesa, trabajos que completarán los realizados durante el mes de junio en el puerto de Andrúas (Quirós) que han sacado a la luz una importante ocupación durante la Edad Media y la Prehistoria, restos que se encuentran actualmente en investigación para poder aquilatar su cronología. Las intervenciones en estas brañas forman parte de la tesis doctoral de Pablo López Gómez orientada a comprender la historia de la ocupación y aprovechamiento de los comunales de montaña en la larga duración.
Los importantes resultados de la metodología de trabajo implementada en todos estos yacimientos a lo largo de las nueve campañas arqueológicas también permiten constatar la necesidad de una reflexión sobre la arqueología que se ha de hacer en el medio rural, en la que, según la investigadora, solo se protegen yacimientos monumentales, sin que exista una rigurosa aproximación a su catalogación y estudio, lo que conlleva la pérdida de un volumen de información y de bienes patrimoniales que permiten historiar el territorio. “La ausencia de información histórica sobre algunos períodos, como ocurre con el neolítico, la Edad del Bronce o la Alta Edad Media, se debe a la ausencia de proyectos que miren al mundo rural desde otra perspectiva y con una metodología distinta, como se ha demostrado en el proyecto de Vigaña”, comenta.
“La renovada mirada al mundo rural, de la que tanto se habla en los últimos tiempos, también ha de pasar por una revalorización de su historia y, en ese proceso, la arqueología debe desempeñar un papel importante para poner en evidencia la relevancia que ha tenido la mano del ser humano en la transformación de ese paisaje que nos empeñamos en publicitar como un paisaje natural”, concluye.