"A mi abuelo lo suicidaron acabada la Guerra Civil"

"A mi abuelo lo suicidaron acabada la Guerra Civil"

ENTREVISTA A MAY BORRAZ, AUTORA DE: El último cuento de abuelos y cunetas

 

Háblame de Sebastián Blasco
Sebastián nació en Andorra de Teruel en 1895. Era mi abuelo y lo mataron poco después de acabada la Guerra Civil. Hasta hace unos años yo sabía muy poco de él, pero decidí investigar las circunstancias de su muerte, sobre la que había diferentes teorías, y encontrar sus restos, pues no se sabía dónde lo habían enterrado.
¿Cuándo fue la primera vez que te planteaste encontrarlo?
Hubo dos hechos que me acabaron de decidir. Uno fue durante una visita al cementerio de Andorra. Por aquel entonces, mi madre creía que los restos de su padre podían estar en la fosa común del cementerio, un rincón sucio y polvoriento. Cuando se acercó y vio el mal estado en el que se conservaba empezó a gritar reclamando un poco de dignidad para los que allí yacían. El otro fue oír a Mariano Rajoy jactarse ufanamente de no haber invertido ni un solo euro en la Ley de Memoria Histórica.   «Las heridas son feas cuando no se curan bien y supuran. Ese es el tipo de herida que abunda en este país en relación con la Guerra Civil»   ¿Por qué decidiste dar ese paso?
Porque me di cuenta de la necesidad moral que tiene este país de sacar a todos sus muertos de las cunetas o las fosas a las que se les arrojó. De la necesidad de limpiar el pasado para poder construir un futuro basado en la justicia.

¿Cómo te pusiste en contacto con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH)? ¿Cómo fue su trabajo? Ya era socia desde hacía un tiempo, conocía y admiraba su trabajo y había seguido muy de cerca todo el proceso de la exhumación de Timoteo Mendieta, uno de sus casos más mediáticos.
Cuando les expliqué que estaba buscando a Sebastián me ofrecieron rápidamente todo su apoyo. Y en cuanto les pedí ayuda para llevar a cabo la exhumación se encargaron de todos los trámites necesarios. Su trabajo durante la exhumación fue formidable. Me emocionó ver cómo un grupo de voluntarios que no conocían a la familia Blasco de nada se dejaba la espalda cavando de sol a sol. Para mí son ángeles con palas y jamás podré agradecerles lo suficiente lo que hicieron para ayudarme a encontrar a Sebastián.
 
 
Hay quien dice que remover el pasado es abrir viejas heridas. Supongo que no estás de acuerdo.
¡Ja! No podría estar más en desacuerdo. Las heridas son feas cuando no se curan bien y supuran. Ese es el tipo de herida que abunda en este país en relación con la Guerra Civil. Yo misma tenía varias. De hecho, había un conflicto serio con una parte de la familia de mi abuelo y gracias a este proceso se ha subsanado. 

¿Cómo reaccionó tu madre cuando el ADN confirmó que habíais encontrado a Sebastián?
Con una profunda emoción que era una mezcla de tristeza y alegría. Se ha pasado ochenta y un años sin saber qué había pasado con él y sin saber dónde estaba enterrado. Haberme empecinado en buscarlo y encontrarlo ha sido, sin duda, el mejor regalo que le podía hacer.
 

 

 

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