Las medidas de confinamiento, mascarillas y distancia de seguridad aplicadas han frenado también la expansión de virus estacionales, como la gripe. Y esto, en lugar de beneficioso, podría ser un serio inconveniente según expertos vallisoletanos
Cristina G. Pedraz/DICYT Los confinamientos, la distancia de seguridad y el uso generalizado de mascarillas han permitido cortar, en buena medida, la cadena de transmisión del SARS-CoV-2. Pero no solo de este coronavirus causante de la mayor pandemia en el último siglo. Los virus estacionales, como la gripe o el virus respiratorio sincitial –causa común de bronquiolitis en niños-, han pasado prácticamente desapercibidos esta temporada. Una situación inédita que plantea serias dudas a los expertos. Y es que escenario, lejos de ser beneficioso, podría traer problemas en el futuro.
¿Qué puede pasar en la próxima epidemia de gripe? Expertos del Centro Nacional de Gripe de Valladolid, los hospitales Clínico Universitario y Río Hortega y la Universidad de Valladolid tratan de responder a esta pregunta y plantean una hipótesis al respecto en un artículo científico publicado en la revista ‘Vaccines’. Además, proponen algunas medidas que pueden paliar los efectos colaterales negativos que la COVID-19 puede tener sobre la gripe.
“Todo se está centrando en la COVID-19 y nos estamos olvidando de otras enfermedades importantes, y la gripe es una de ellas”, advierte en declaraciones a DiCYT Iván Sanz Muñoz, responsable científico y de vigilancia virológica del Centro Nacional de Gripe de Valladolid, quien recuerda que esta epidemia estacional característica de los meses más fríos origina cerca de cinco millones de hospitalizaciones y 650.000 muertes cada año en todo el mundo.
Fiebre, dolores musculares y articulares, cefalea, tos seca, secreción nasal y un malestar generalizado caracterizan a esta infección que puede llegar a ser grave y que casi todas las personas, en algún momento de su vida, terminan experimentando. Su prevalencia da cuenta de su relevancia: los virus gripales infectan a entre el 15 y el 20 por ciento del total de la población cada temporada. Salvo esta última.
“Este año no ha habido gripe. En España, aunque posiblemente se haya notificado menos por la pandemia, solo se han detectado siete casos de gripe por PCR a través de los sistemas de vigilancia. En el resto de Europa ha sucedido lo mismo, la gripe ha circulado muy poco y eso va a hacer bajar la inmunidad que cada temporada adquirimos por infectarnos”, apunta el virólogo, quien firma el trabajo junto con otros reconocidos especialistas como Sonia Tamames Gómez, Javier Castrodeza Sanz, José María Eiros Bouza y Raúl Ortiz de Lejarazu.
Aunque las campañas de vacunación frente a la gripe son muy importantes, la inmunidad que se obtiene de forma natural gracias a ese 15-20 por ciento de población que se infecta todas las epidemias es el principal factor de contención del virus. Y esa inmunidad se va a ver resentida en la próxima temporada.
“Aunque el pasado año se ha vacunado a más gente de la gripe, la vacunación es solo una parte de la protección que establecemos contra el virus. La mayor procede de la gente que se infecta y como este año eso no ha sucedido, la inmunidad seguro está bajando y la siguiente epidemia puede ser peor en tres aspectos: empezar antes, durar más y ser más grave”, afirma Sanz Muñoz.
Los investigadores se basan en estudios previos para realizar estas predicciones. Estudios que han analizado qué sucede con la gripe en los inviernos con temperaturas templadas, y los resultados son concluyentes: la gripe se contagia menos y la inmunidad se resiente, de forma que en el 72 por ciento de las siguientes epidemias comienzan antes y son más largas y severas.
“En la actualidad nos encontramos ante una situación similar, hemos tenido una temporada en la que apenas ha habido casos y el escenario sería muy equiparable e incluso aumentado, ya que en los inviernos templados, aunque menos, sigue habiendo contagios”, asevera el experto.
Más vacunas y los niños como población objetivo
De este modo, que la próxima epidemia de gripe pueda ser más dura de lo normal es una posibilidad que debe analizarse con mayor profundidad y abordarse en lo posible para tratar de amortiguar sus efectos sobre la población y sobre el propio sistema sanitario, severamente castigado por la pandemia.
En su artículo, el grupo de expertos plantea algunas medidas que podrían evitar que esto ocurra. “En primer lugar proponemos que se programen campañas de vacunación masiva para la gripe, para ello es necesario que la industria farmacéutica fabrique más vacunas, lo que sería la segunda medida, y la tercera empezar a concienciarnos de vacunar a los niños frente a la gripe, ya que son los mayores transmisores y si les vacunamos a ellos protegemos a las personas de su entorno, que en muchas ocasiones son mayores de 65 años”, concluye el responsable científico del Centro Nacional de Gripe de Valladolid quien subraya que, ante todo, es necesario ser precavidos y aplicar a la gripe las lecciones aprendidas con la pandemia.