Manifiesto del Consejo Municipal de la Mujer de Avilés en el Día Internacional de las Mujeres

Manifiesto del Consejo Municipal de la Mujer de Avilés  en el Día Internacional de las Mujeres

Un año más, en la celebración del Día Internacional de las Mujeres, el Consejo Municipal de la Mujer de Avilés quiere ser voz de todas las mujeres que a lo largo de los últimos meses han sufrido la esta crisis sanitaria y los cambios sociales y económicos que ésta ha traído.

Con la llegada de la pandemia la sociedad ha sufrido un fuerte impacto, todas las reglas escritas han cambiado. Pero las mujeres seguimos siendo ejes centrales y hemos demostrado una vez más la capacidad de adaptación que tenemos y cómo nuestro trabajo supone una mayor contribución tanto a nivel económico como social y personal. Además, se ha tensionado aún más el sistema de cuidados que posibilita el funcionamiento de la estructura social y aquello que el movimiento feminista venía señalando se ha hecho aún más evidente: los cuidados sostienen la vida y son las mujeres las que cuidan, especialmente en momentos difíciles. 

 

Esta crisis sanitaria ha contribuido a visibilizar que la mayoría de los trabajos que no pudieron parar, bien por ser de primera línea o por considerarse esenciales, pertenecen a sectores altamente feminizados. Todos ellos comparten varias características que contribuyen a su precariedad, como son la parcialidad de los contratos y los bajos salarios, condiciones que en muchos casos no permiten salir a sus profesionales de la pobreza aunque estén trabajando. 

La conciliación de la vida laboral, familiar y personal tiene rostro femenino: sabemos que son las mujeres quienes solicitan excedencias y renuncian a su ascenso o continuidad en el trabajo remunerado para priorizar la atención de la infancia y de las personas dependientes. Las tareas de cuidados, tanto formales como informales, son realizadas de forma mayoritaria por las mujeres que las desempeñan cada día, sin obtener reconocimiento social. Las mujeres han sufrido una enorme sobrecarga en sus trabajos y la mayoría de los contagios por contacto en su medio laboral. 

 

Existe una falta de corresponsabilidad dentro de los hogares, una desigualdad respecto a la distribución del tiempo dedicado a las tareas y al cuidado que influye en un desigual reparto horario de las actividades sociales, deportivas, culturales o de ocio entre mujeres y hombres. Es necesario regular y fomentar el teletrabajo, como una herramienta útil para mejorar la conciliación y la productividad en las empresas.

La brecha salarial, que en Asturias supone que las mujeres ganemos en torno al 29% menos que los hombres, afecta también a nuestras pensiones, que son el reflejo de nuestra trayectoria laboral y marcan el destino de las mujeres mayores. Las mujeres no tenemos igual acceso al empleo y cuando accedemos al mercado de trabajo lo hacemos, muchas veces, en sectores feminizados con salarios más bajos y mayor temporalidad. Hablar de brecha salarial más allá de la vida laboral quiere decir que las razones que hacen que las mujeres coticen menos y peor a lo largo de su vida profesional tengan impacto directo en las pensiones. 

Necesitamos un sistema educativo y formativo que elimine estereotipos de género asociados a vocaciones y profesiones STEAM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas). Debemos continuar con el fomento de la coeducación desde los inicios de la escolarización, ayudando a los centros educativos con libros de texto y materiales específicos que visibilicen a las mujeres y sus aportaciones en todas las ramas del saber, promoviendo que los consejos escolares de los centros tomen iniciativas para favorecer la igualdad efectiva de mujeres y hombres. 

 

Servicios públicos como los centros de planificación familiar, las derivaciones tempranas para IVE o el acompañamiento familiar en el nacimiento y puerperio no pueden retroceder: son imprescindibles para la atención de la salud sexual y reproductiva de mujeres. 

 

El coste social y económico de ese aumento de la pobreza, lo siguen padeciendo las mismas personas, mujeres; y entre ellas, jóvenes y mujeres inmigrantes. Las medidas sociales y económicas, hasta ahora implementadas (ERTES, Ingreso Mínimo Vital, ayudas a sectores económicos en crisis,….) pueden dejar en el camino a miles de mujeres vulnerables, fundamentalmente migrantes o en exclusión social, que han perdido el empleo en la economía de los cuidados y sectores de limpieza, la hostelería, etc.

 

Las mujeres víctimas de violencia de género se han enfrentando a la obligatoriedad de vivir confinadas con su maltratador conviviente y a realizar burbujas sociales que suponen un mayor aislamiento. Nos consta que han disminuido las cifras de feminicidios, pero ha aumentado el maltrato físico y mental. 

 

La explotación sexual ha resistido a la pandemia y millones de mujeres e incluso niñas han visto empeorar, más si cabe, sus condiciones extremas y precarias, son cosificadas y expuestas como un producto para el disfrute de otros. Queremos mostrar nuestra máxima repulsa ante la mercantilización del cuerpo de la mujer y de la explotación sexual a través de la trata y el tráfico de mujeres, niñas y niños. 

 

En un momento como el actual, en este 2021 en el que el coronavirus ha atravesado la vida de todas las personas y puesto en riesgo las conquistas de derechos y las libertades de las mujeres, es más importante que nunca que todas las administraciones públicas asuman la obligación de garantizar el derecho a desarrollar un proyecto de vida autónomo e independiente, libre de obstáculos y de violencias machistas, estableciendo mecanismos para ello, destinando medios, recursos y ayudas públicas. 

 

Leído por Luna Alba Muñoz, mediadora de APRAMP (Asociación para atención integral a mujeres y niñas víctimas de explotación sexual).

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