Tres parques públicos asturianos han recibido el reconocimiento del registro DOCOMOMO Ibérico, la organización internacional que documenta lo mejor de la arquitectura moderna entre 1929 y 1975. Se trata del Paseo de los Álamos de Oviedo y parque del Campillín de Oviedo y el Parque Infantil de Llaranes, en Avilés.
La propuesta partió del Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias (COAA) y son los primeros parques asturianos que entran a formar parte del registro, ya que DOCOMOMO ha iniciado una nueva categoría en la que a los edificios se añaden ahora espacios públicos que incluyen plazas, jardines y propuestas escultóricas con entidad suficiente para ser valoradas en su diálogo con el entorno inmediato, todo ello visto con los criterios del Movimiento Moderno.
Las tres propuestas del COAA mencionadas antes fueron valoradas positivamente, y se inscriben en el registro con distintos niveles. Con el máximo nivel, A, se incluye el Paseo de los Álamos de Oviedo y su pavimento del artista Antonio Suárez, realizado en el año 1966. Con nivel B, señalado como obras de interés local, entran el Parque del Campillín, del arquitecto Luis Prieto Bances (1965) y el Parque infantil de Llaranes, en Avilés, del también arquitecto Francisco Goicoechea (1956).
El Colegio Oficial de Arquitectos de Asturias quiere evidenciar que este reconocimiento pone en valor los tres espacios y anima a los responsables municipales a realizar los mantenimientos necesarios para que todos sigan siendo merecedores de estar incluidos en tan prestigioso registro.
El Paseo de los Álamos y su mosaico
El Paseo de los Álamos de Oviedo se realizó según proyecto del arquitecto municipal Florencio Muñiz Uribe en el año 1965, quien proponía un diseño con 72 zonas rectangulares blancas enmarcadas por franjas de granito gris. Tras la adjudicación de las obras, la alcaldía decidió mejorar la propuesta, para lo que se puso en contacto con el artista Antonio Suárez, quien mantuvo una estrecha relación con el mundo de la arquitectura.
Suárez trabajó en varios proyectos con Ignacio Álvarez Castelao (pavimento de la facultad de geología, entre otras), José Luis Fernández del Amo (poblados de colonización), Juan Vallaure (iglesia de la Corredoria o cafetería Santa Cristina, por citar algunas) o los murales interiores del cine Felgueroso de Sama de Langreo, cuyo arquitecto fue Juan José González Aller.
La totalidad del paseo se resuelve a partir de seis cartones distintos que el artista creó y que debían repetirse 12 veces cada uno hasta cubrir los 72 rectángulos que había propuesto Muñiz Uribe. El propio autor recomendó que se colocaran de un modo aleatorio, cambiándose de lugar y girándose para su colocación 180 grados. Para ello se usaron blanco macael, rojo alicante y negro Marquina. Sería necesario abordar una obra de rehabilitación total del mismo y evitar la colocación sobre él de elementos que exijan una fijación mecánica que han acabado deteriorando el pavimento en múltiples puntos.
El Campillín, paso de peregrinos
El Campillín está situado en el barrio de Santo Domingo, al sureste de la ciudad de Oviedo y a escasos metros del casco antiguo. Se trata de un parque en forma de triángulo y era el lugar por donde accedían a la ciudad los peregrinos que visitaban Oviedo para conocer la Catedral.
Hasta el siglo XVIII, la zona era conocida como Campo de los Herreros porque allí se situaba un mercadillo de objetos antiguos que atraía a un público variopinto. Tras la Guerra Civil, un bombardeo destruyó la zona y dejó un espacio libre en el que se construyó el actual parque según proyecto de Luis Prieto Bances.
Junto con la introducción de dos elementos geométricos, una plaza de trazado semicircular en el espacio central (donde se celebra un mercadillo muy concurrido los domingos) y un espacio rectangular habilitado como zona infantil en la parte inferior, el arquitecto mantuvo la traza de gran parte de los caminos que los propios transeúntes habían ido realizando durante 30 años. Se pueden encontrar en él árboles tan especiales como el ginkgo biloba hasta otros más habituales como los arces, magnolios, cercis, catalpas, tilos, chopos… Todos ellos le permiten ofrecer una variedad de formas y colores que le confieren una gran variedad ambiental.
También hay en él cuatro esculturas: una de Simón Bolivar, una del 60 congreso mundial de periodistas deportivos, una dedicada a Ramón Pérez de Ayala y otra de una concentración mundial de peñas barcelonistas. Además, un olivo se plantó como símbolo de reencuentro y fraternidad entre Oviedo y el pueblo judío.
Llaranes, un parque único
El poblado de Llaranes ya había tenido su reconocimiento por parte de DOCOMOMO Ibérico anteriormente. Están incorporados en el registro la bolera, el economato, los colegio de niñas y niños, junto con las marquesinas de tren y de autobús, a la que se une ahora el Parque infantil.
Su trazado, proyectado por Juan Manuel Cárdenas, adopta formas orgánicas e incorpora algunos juegos infantiles cuyos diseños originales eran de gran interés (balancín, columpios). La puerta de entrada hace un guiño a los juegos de construcción, especialmente el que la estudiante de la Bauhaus Alma Siedhoff-Buscher había realizado en 1924 para la habitación infantil de la casa modelo Am Horn en Weimar. En su origen, una piscina de formas orgánicas y un puesto de vigilancia en forma de seta completaban tan singular lugar. Todo el perímetro del parque está cerrado por un seto vegetal en el que de manera rítmica aparecen pivotes con personajes que pueden reconocer los niños (Charlot, un policía, un soldado inglés, payasos, bomberos…).
¿Qué es DOCOMOMO?
DOCOMOMO es una organización internacional representada en España por DOCOMOMO IBÉRICO, cuyo propósito es el de estudiar y documentar la arquitectura del movimiento moderno con el fin de lograr su reconocimiento como parte de la cultura del siglo XX, su protección patrimonial y su conservación.
Su labor comenzó en 1993, con una primera fase en la que se seleccionaron 166 edificios que se estimaron como los más representativos del periodo comprendido entre 1925 y 1965 en España y Portugal. A partir de ahí, en sucesivas fases fueron documentando las diferentes temáticas de la arquitectura moderna: industria, vivienda y equipamientos, hasta completar un registro que engloba ya unas 1.200 obras. A estos proyectos, y siempre con vistas al estudio y reconocimiento del patrimonio construido de la modernidad, se han sumado otras actividades entre las que destaca el Inventario de la Arquitectura Española del siglo XX, base de datos que recoge más de 6.000 entradas. En la actualidad, el periodo se ha ampliado en una década, llegando los edificios recogidos hasta 1975.
Los registros que se aceptan son de dos categorías: nivel A y nivel B; incluyéndose en el primero las obras de mayor relevancia y en el segundo aquellas otras que, siendo de interés, han sufrido algún tipo de transformación parcial o que su influencia se circunscribe al ámbito local en que se realizó.