En el último año, el coronavirus ha afectado indirectamente a otras patologías, entre las que se encuentra el cáncer. El miedo al contagio ha provocado que muchos pacientes hayan retrasado o anulado sus revisiones periódicas, lo que supone, en ocasiones, un retraso en el diagnóstico de nuevas enfermedades. En concreto, durante el COVID-19, los diagnósticos de nuevos tumores han disminuido entre un 30%-40%1. A esto se suma el retraso en las cirugías y tratamientos provocados por los colapsos en los hospitales. Todo ello afecta directamente a la población con esta enfermedad, el manejo de los tumores, la supervivencia, el bienestar psicológico y a la calidad de vida del paciente.
Un retraso en un diagnóstico de cáncer puede suponer que el tumor se detecte en un estado más avanzado y, por lo tanto, que aumenten las posibilidades de metástasis, lo que significa que el cáncer puede propagarse de forma más perjudicial a otros órganos del cuerpo. Además, el retraso de un mes en el tratamiento oncológico puede aumentar la mortalidad en un 6-13% y puede seguir aumentando mientras tratamiento se retrase[1]. Por ejemplo, en cáncer de mama el retraso del tratamiento de 8 semanas puede aumentar la mortalidad en un 17% y el retraso de 12 semanas puede hacerlo en un 26%. Los cánceres más afectados son los de mama, pulmón, cérvix, cabeza y cuello, colo-rectal y vejiga, lo que supone un 44% de los cánceres diagnosticados en el mundo.
No se puede olvidar que el cáncer es una de las principales causas de mortalidad en España, en concreto, en 2020, ha sido la tercera, con un 20,4% de fallecidos, superado por las enfermedades cardiovasculares (23%) y las enfermedad infecciosas y parasitarias entre las que se encuentra el COVID19 (20,8%), según el informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) correspondiente a diciembre de 2020[2].
Con motivo del Día Mundial contra el Cáncer, que se celebra el 4 de febrero, la Dra. Escarlata López, directora médica de GenesisCare, compañía líder internacional en tratamientos oncológicos, recuerda que “no hay que dejar de lado las revisiones y continuar con los tratamientos porque el coronavirus es una enfermedad grave pero también lo es el cáncer si no se detecta a tiempo y se trata a tiempo. Desde el comienzo de la pandemia nuestro principal objetivo ha sido garantizar la seguridad de nuestros pacientes y nuestros profesionales. Para ello, hemos implementado todas las medidas necesarias y puesto en marcha un protocolo de seguridad, lo que nos ha permitido obtener la acreditación AENOR de protocolo seguro frente al COVID-19”. Algunas de las acciones que está llevando a cabo la compañía son la reducción del tráfico de personal no esencial, elaboración de protocolos de higiene estrictos, consultas telefónicas y, además, hemos habilitado un número de teléfono para que todos los pacientes oncológicos de nuestro país puedan resolver sus dudas con nuestros profesionales sanitarios. “En relación con los tratamientos, hemos reducido el número de sesiones con la misma efectividad que tratamientos más largos siempre que ha sido posible y en función de la situación de cada paciente. En estos momentos es esencial que todos los especialistas trabajen unidos y se busque la mejor solución para los pacientes oncológicos porque el cáncer no para”, añade la Dra. López.