¿Pérdida de memoria o deterioro cognitivo?

¿Pérdida de memoria o deterioro cognitivo

Lidiar con los problemas de memoria puede ser llevadero cuando los nietos no se toman a mal que la abuela los llame “niño” en vez de por su nombre, o si se tienen varios pares de gafas. Pero no todo deterioro del recuerdo es leve ni se debe a la edad. Según datos que maneja www.thyssenkrupp-homesolutions.es, la compañía líder en salvaescaleras para el hogar, a partir de los 65 años, el 20 % de las personas confiesan que notan cierto grado de dificultad para recordar o concentrarse; este porcentaje se eleva al 34 % pasados los 75 años y sube al 50 % con más de 85. De hecho, 8 de cada 10 de sus clientes afirman que ahora les cuesta mucho más memorizar que cuando eran jóvenes. Sin embargo, los problemas graves de incapacidad de la memoria afectan a un porcentaje mucho menor: el 7 % de los que han superado los 85 años.

Se calcula que la memoria alcanza su mejor momento a los 20 años y que, a partir de aquí, no podemos esperar ya que aumente, aunque sí es posible ejercitarla para combatir su decadencia. La incapacidad para recordar los nombres o la facilidad para perder las llaves es normal, pero si se presenta un deterioro brusco de la memoria a cualquier edad, que limite el desenvolvimiento normal de la vida, es posible que estemos ante un problema más serio, ya sea pasajero o progresivo.

Cómo saber si hay que consultar
Ante una pérdida de memoria repentina es necesario consultar siempre con el médico, quien podrá determinar hasta qué punto se trata de una afectación anormal, a qué es debida y cómo puede controlarse.

También hay que pedir cita médica cuando la pérdida de memoria interfiera en las actividades diarias. Algunos síntomas de que algo va mal son:
- Los amigos cercanos y los familiares observan que la persona no se acuerda de cosas que a los demás les parecen obvias.
- Se repite y hace las mismas preguntas sin darse cuenta de que ya se le ha respondido.
- Necesita que le repitan las cosas varias veces para acordarse.
- Se ve incapaz de hacer cosas normales como utilizar la tarjeta bancaria o activar el teléfono móvil.

Causas de una pérdida repentina de memoria
En ocasiones, el olvido es reversible. Las causas de la pérdida de memoria están relacionadas con una afectación de las zonas del cerebro que tienen relación con el recuerdo y pueden ser muy variadas:
- Traumatismos craneales por caídas o accidentes.
- Tumores o infecciones cerebrales.
- Hipotiroidismo.
- Medicamentos, como barbitúricos, o mezcla de determinados compuestos.
- Tratamientos oncológicos.
- Accidentes isquémicos.
- Sucesos especialmente estresantes o traumáticos.
- Cirugías mayores.
- Trastornos emocionales causados por estrés, ansiedad, depresión, etc.
- Enfermedades como esquizofrenia, epilepsia, trastorno bipolar... que no están bien tratadas.
- Consumo excesivo de alcohol.
- Falta de algunos nutrientes y de vitaminas B1 y B12.

Otras veces, el deterioro de la memoria es progresivo; puede frenarse, pero no revertirse. Lo causan algunas enfermedades graves o crónicas y también las demencias (entre ellas, el alzhéimer). Las demencias se asocian generalmente a la edad, aunque no siempre.

¿Deterioro cognitivo leve o grave?
No siempre progresa hacia una demencia, con lo cual la persona puede seguir, en principio, haciendo sus actividades normales de manera independiente, aunque sus amigos y familiares perciban su deterioro.

El síntoma del deterioro cognitivo leve es básicamente la falta de memoria, percibida por uno mismo y por quienes le rodean, pero, por lo demás, conserva la función cognitiva y puede realizar sus actividades habituales.

En cambio, los síntomas de la demencia o deterioro grave son:
- Falta de memoria para recordar nombres de gente próxima y de objetos familiares.
- Problemas para seguir instrucciones.
- Dificultades para tomar decisiones.
- Incapacidad para planificar.
- Falta de orientación en itinerarios habituales.
- Pérdida frecuente de cosas.
- Falta de interés por lo que antes gustaba.
- Rechazo social.
- Alteraciones de comportamiento.

Estos síntomas pueden agravarse, por lo que el médico hará pruebas y controlará el avance del problema. Nunca hay que ignorar la situación o mirar para otro lado, pues, en caso de un diagnóstico adverso, lo mejor es hablarlo con las personas allegadas, planificar el futuro, programar los cuidados en el hogar y resolver los asuntos legales y económicos a tiempo.

Cómo vivir con una mala memoria
La inmensa mayoría de las personas no tienen problemas graves, por más que estos aumenten conforme se prolonga la vida. Jóvenes y mayores sanos pueden vivir con mala memoria sin mayores problemas. Lo que sí está claro es que todo el mundo debe hacer lo posible para conservar la memoria que tengan, y para ello, los expertos ofrecen estos consejos:

1. Tener actividad física a diario.
Esto mejora el riego sanguíneo de todo el cuerpo, incluido el cerebro. La recomendación es de unos 30 minutos diarios de actividad vigorosa, como caminar rápido, nadar, montar en bici... y además añadir ejercicios de flexibilidad y fuerza como taichí, yoga, gimnasia o pilates.

2. Dormir bien y suficiente.
Mientras dormimos, el cerebro procesa la memoria a corto plazo y almacena los datos a largo plazo. Un sueño reparador y durante el número de horas que cada uno necesite es imprescindible para mantener la memoria en forma.

3. Alimentarse correctamente.
Una dieta saludable es buena para el corazón y esto supone un beneficio también para el cerebro. Hay que comer pescado, legumbres, frutas y verduras, cereales integrales, nueces y aceite de oliva..., de manera que no falten los nutrientes esenciales. Por otro lado, es importante evitar la obesidad y controlar la diabetes, el colesterol o la hipertensión.

4. Cumplir los tratamientos médicos.
Si bien algunos medicamentos pueden afectar a la memoria, otros son imprescindibles para controlar la depresión, el colesterol, la tensión, etc. El médico podrá cambiar dosis o composición si algo no va bien.

5. Mantenerse mentalmente activo.
Se puede y se debe estudiar e incorporar nuevos aprendizajes a cualquier edad, con más o menos esfuerzo. Además, es bueno cambiar itinerarios, actividades, rutinas... no saber leer o escribir incrementa el riesgo de demencia; consecuentemente, la lectura ayuda al cerebro y retarda el deterioro de la memoria, del lenguaje y de la percepción.

6. Prestar atención plena.
Algunas personas se sorprenden de no acordarse de algo que les acaban de decir, pero puede que no hayan prestado atención, que estuvieran distraídas, haciendo otras tareas a la vez. Además, hay muchos trucos para recordar, como repetir el nombre de quienes nos presentan, asociar ideas para aprenderlas, subrayar mientras se lee, anotar...

7. Tener vida social.
Estar con amigos o en familia, relacionarse, es bueno para la mente, evita la depresión y el estrés, que son factores que influyen en la pérdida de memoria. Las personas deben trabajar para conseguir una sólida red social, no necesariamente muy numerosa, pero sí de calidad, especialmente si viven solas. A día de hoy, ante la imposibilidad de muchos mayores de ver a sus familiares en persona deberían seguir teniendo contacto con ellos por videollamadas.

8. Mantener el orden.
Tener a la vista en la cocina una pizarra donde anotar al momento lo que no se quiera olvidar, dejar las cosas siempre en el mismo sitio, establecer lugares fijos para los objetos importantes como las llaves, el teléfono, las gafas... Es importante tener pastilleros semanales para no olvidar si se ha tomado o no la medicación, porque todo aquello que se hace de forma rutinaria es más posible que se olvide.

9. Reducir o suprimir el alcohol.
El alcohol y otras drogas dificultan recordar las cosas. Hay que beber con moderación o no hacerlo y tener en cuenta que puede interferir con algunos medicamentos.

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