Últimamente parece que la higiene personal se ha convertido en algo que todo el mundo tiene muy presente, guantes, gel hidroalcohólico por todos sitios, antes de salir de casa, al volver a ella y es que el coronavirus ha cambiado nuestra manera de ver la limpieza personal, pero, ¿y en nuestros hogares? Limpiar no es una cuestión de estética que pueda ser optativa; es una obligación higiénica para impedir la proliferación de microorganismos que disminuyen la salubridad en el hogar y ponen en riesgo la salud. Para no quedarse corto ni pasarse, conviene seguir algunas pautas, aunque no son recomendaciones absolutas: varían mucho en función del tipo de vivienda, del número de personas que convivan, de lo cuidadosas que sean, de si hay o no mascotas, de la utilización de las estancias e, incluso, de la contaminación existente en la zona.
Hay quien dedica el tiempo libre a la limpieza y hace suyo eso de “justo el brillo que a mí me gusta”. Pero esto no es lo normal. La mayoría lo lleva con resignación. Según datos de www.thyssenkrupp-homesolutions.es, la compañía líder en salvaescaleras para el hogar, el 10 % de sus clientes se declaran “obsesivos” de la limpieza; el 75 % dicen que hacen lo posible por tener un hogar limpio; y el 15 % reconocen que podrían esforzarse más, pero que detestan las tareas del hogar. Por ello, la pregunta del millón es ¿cada cuánto hacer limpieza? Según el número de personas que habiten la vivienda y el tiempo que se pase en ella, podrá variar la frecuencia. Pero, en general, hay algunas tareas que deben abordarse cada día y otras que pueden espaciarse. Cada uno decidirá sus necesidades, pero los expertos recomiendan:
A diario
- Fregar los platos o meterlos en el lavavajillas.
- Limpiar la encimera y la zona de fuego, vitrocerámica, etc.
- Barrer el suelo de la cocina (incluso varias veces al día).
- Dar una pasadita a la ducha, el lavabo...
Cada 3 o 4 días
- Fregar el suelo de la cocina y del baño.
- Cambiar las toallas de más uso.
- Cambiar el paño de cocina.
- Vaciar las papeleras, si las hay.
- Limpiar el fregadero y el váter con lejía.
Una vez a la semana
- Limpiar el polvo.
- Limpiar las plantas, si se tienen.
- Pasar la aspiradora.
- Limpiar el baño y todos sus elementos en profundidad.
- Limpiar el microondas por dentro.
- Cambiar la bayeta y el estropajo por unos nuevos.
- Limpiar los recipientes donde se guardan los útiles de limpieza.
- Limpiar la zona del cubo de basura.
- Limpiar los espejos.
- Limpiar barandillas y pasamanos.
- Cambiar la alfombrilla del baño.
- Lavar la cortina o fregar la mampara.
- Fregar los suelos que no sean de madera.
- Cambiar las sábanas.
- Limpiar el espacio de trabajo, pantallas, teclados, ratones, etc.
- Limpiar el teléfono fijo.
- Limpiar el mando a distancia de la tele.
Cada mes
- Limpiar los cristales.
- Limpiar el interior de algunos electrodomésticos, como la nevera, la lavadora, el lavavajillas, el horno...
- Limpiar los cubos y recipientes de basuras.
- Cambiar las fundas protectoras de las almohadas.
- Fregar los suelos de madera con agua y vinagre y la fregona muy escurrida.
Cada varios meses
- Limpiar el bote sifónico del baño de la acumulación de restos del lavabo, la ducha, el bidé... y otros desagües.
- Renovar la escobilla de baño.
- Si hay plantas de plástico, cambiarlas.
- Lavar las cortinas.
- Limpiar las lámparas.
- Limpiar las puertas y sus picaportes.
- Limpiar los radiadores.
-Limpiar los interruptores, regletas, cables y enchufes (con las debidas precauciones).
- Lavar edredones, mantas o colchas.
- Lavar cojines, almohadas, peluches y fundas de sofá.
- Limpiar la campana extractora de humos.
- Limpiar a fondo la nevera por dentro, gavetas, baldas, etc.
- Lavar la funda del colchón.
- Dar la vuelta al colchón.
Anualmente
- Limpiar las alfombras.
- Limpiar ventanas y persianas.
- Limpiar estores.
- Mover muebles y electrodomésticos para limpiar debajo y detrás.
- Limpiar el polvo de paredes y techos.
- Limpiar las juntas de los baldosines.
- Cambiar filtros de aparatos de ventilación y quitar el polvo de las rejillas con el aspirador.
- Vaciar el congelador y limpiar.
- Vaciar armarios y limpiarlos por dentro.
- Renovar los productos antipolillas.
Obviamente la limpieza de la casa cambiará si se convive con un paciente con coronavirus, en ese caso es mejor seguir las instrucciones que desde el Ministerio de Sanidad nos han ido dando estos meses. Por cierto, al entrar en casa lo mejor es dejar los zapatos fuera o quitárnoslos y desinfectarlos, lavarnos las manos y limpiar en profundidad las llaves, manillas de puertas, teléfono móvil, los alimentos que hayamos podido comprar y todo lo que hayamos tocado antes de lavarnos las manos.
Una vez que tenemos claro cada cuanto limpiar, lo siguiente que debemos saber es cuál es nuestro equipo básico necesario. Los expertos creen que invertir en una buena aspiradora es una buena opción porque se podrán limpiar suelos y alfombras eficazmente y es mejor que barrer, que levanta polvo. Hay que renovar la escoba, la fregona, el recogedor, el cubo, los barreños... con regularidad porque con el tiempo acumulan suciedad o pierden su eficacia. También conviene tener estropajos de calidad, un rascador, cepillos, un pulverizador para un limpiador multiusos y una buena cantidad de bayetas. Los guantes son imprescindibles para proteger la piel.
En cuanto a productos de limpieza, cada uno tiene sus marcas favoritas de friegasuelos, lavavajillas, limpiacristales, limpiamuebles, quitagrasas, pero los que no pueden faltar son:
Lejía, un básico que desinfecta y blanquea, válido para todas las superficies de la cocina, el baño, los electrodomésticos, los suelos, cristales, pomos de puertas... Se utiliza diluida en agua fría.
Amoniaco, es desengrasante y blanqueador, ideal para limpiar ventanas y cristales, también para suelos que no sean de madera. No es agresivo con los metales. Hay que usarlo disuelto en agua y preferiblemente en espacios ventilados. Nunca mezclar lejía y amoniaco.
Vinagre, desengrasa y elimina los malos olores. Ideal para quitar la cal de los metales o para dar brillo a los suelos de parqué. También para el interior del horno.
Bicarbonato, para limpiar, desodorizar y blanquear, por ejemplo, limpia cazuelas, acero inoxidable, plata, vidrio... y también azulejos y sanitarios.
Por último, también es conveniente seguir esta serie de consejos:
Fijar unas rutinas de limpieza
Es bueno establecer unas rutinas de limpieza, porque cuando se incorporen como hábito costará menos llevarlas a cabo. Por ejemplo, por la mañana, se hace la cama, se deja limpia la cafetera y se repasa la ducha; los sábados se pasa la aspiradora; los lunes, toca el baño, etc.
Llevar las tareas al día
No hay que dejar que se acumule la suciedad ni el desorden, y llevar las tareas al día es imprescindible para vencer la pereza. Se puede hacer solo una limpieza semanal, pero ocupándose a diario de lo que más se ensucia, como la cocina y el baño.
No acumular trastos inútiles
La limpieza es más sencilla cuando se tiene una casa con pocos muebles y sin excesivos adornos o sin trastos inútiles por el medio. Cuanto más espacio haya, mejor, menos suciedad acumulada.
Tratar de no ensuciar
También es importante ensuciar poco. Otro truco es poner papel en el fondo de los cubos de basura, en los cestillos de productos de limpieza, en los cajones de la nevera o en el suelo cuando vayamos a cocinar cosas que salpiquen...
Fundamental ventilar
Un factor imprescindible para la limpieza es ventilar bien la casa cada día. Todas las habitaciones, y no solo los dormitorios, tienen que airearse, como mínimo, durante 10 minutos y si puede hacerse dos veces al día, mejor. Eso no solo evitará malos olores, sino que es un factor de higiene saludable. Y hoy en día con el coronavirus, se ha convertido en algo casi vital.
Empezar por lo difícil
Cuando toque día de limpieza, es bueno empezar primero por lo que menos nos guste para que cuando surja el hartazgo ya quede solo lo más fácil. Si se puede, hay que pedir colaboración, porque es tarea de todos los que comparten el mismo espacio.