El ferrocarril emite 20 veces menos CO2 que el avión por pasajero y kilómetro y su impulso debe ser una pieza clave en la futura Ley de Movilidad para que España cumpla los compromisos del Acuerdo de París
Madrid, 20 de agosto de 2020-. Activistas de Greenpeace han desplegado esta mañana una pancarta sobre las vías de Atocha para denunciar la falta de trenes en un verano marcado por la crisis de la COVID-19. Bajo el texto “Ábalos: faltan trenes, sobran aviones”, la organización ecologista demanda al Ministerio de Transportes que apueste clara y decididamente por el ferrocarril como elemento clave para la descarbonización del transporte. [1]
Greenpeace defiende el papel del ferrocarril como alternativa sostenible para reducir un gran número de vuelos, puesto que un viajero en tren emite hasta 20 veces menos CO2 que si viaja en avión. Por este motivo, los activistas también han señalado la supresión de servicios ferroviarios bajo el pretexto de la bajada de la movilidad durante este verano. Unos recortes que han alcanzado tanto a AVE y Larga Distancia como a Cercanías y Media Distancia y que han provocado escenas de trenes completos y falta de plazas en varias conexiones.
A la denuncia de Greenpeace por la falta de servicios ferroviarios se suma la demanda de condiciones climáticas a los rescates de la aviación: hasta el momento, España ya ha ayudado con 1.010 millones de euros a Iberia y Vueling mediante créditos ICO avalados por el Estado.[2] A esta ayuda podría añadirse en breve una inyección directa de capital público en Air Europa para evitar su quiebra. Un rescate que no supondría la entrada del Estado en el accionariado (como sí ha sucedido con Air France o Lufthansa) sino que serviría para facilitar la operación de compra de Air Europa por parte del Grupo IAG, el holding de Iberia y British Airways.
Condiciones climáticas para la aviación
Ya el pasado mes de junio Greenpeace desplegó frente al Congreso una enorme pancarta pidiendo “no más dinero público a empresas contaminantes” [3] en referencia a las multimillonarias subvenciones concedidas a la aviación y al automóvil. Ambos sectores dependen masivamente de los combustibles fósiles y deben afrontar su urgente descarbonización para cumplir con los objetivos de reducción de emisiones.
Greenpeace exige al ministro de Transportes, José Luis Ábalos, que cualquier medida de rescate público incluya el estricto cumplimiento del Acuerdo de París y reducir las emisiones del sector aéreo. Para lograr este compromiso, Greenpeace propone acabar con los vuelos cortos siempre que exista una alternativa ferroviaria por debajo de seis horas o, en su caso, un tren nocturno.
“De completarse la operación de compra, más del 85% de dichos vuelos cortos serían operados por aerolíneas del grupo IAG. Por eso consideramos que el Ministerio de Transportes tiene capacidad para fijar un veto a los vuelos cortos como condición para el rescate, del mismo modo que el Gobierno francés de Macron ha hecho con el rescate a Air France”, ha señalado Adrián Fernández, responsable de la campaña de Movilidad de Greenpeace.
Greenpeace también demanda que cualquier rescate público a las aerolíneas se destine a proteger los salarios y las condiciones de las personas trabajadoras, al mismo tiempo que se prohíba cualquier beneficio particular como los repartos de dividendos o bonos de beneficios. Cualquier aportación pública debe sentar las bases para una transición ecológica justa con planes de inversión masiva en soluciones de transporte sostenibles, como una red transeuropea de ferrocarril o un transporte público accesible para todos.
Menos trenes y más caros que nunca
El descenso en la oferta ferroviaria no se limita a una reducción de frecuencias. También se han suprimido todos los trenes nocturnos (que están en auge en otros países) y los servicios de atención a bordo, provocando que los trenes circulen sin personal suficiente a bordo mientras hay 2.000 personas de tripulación en ERTE. Todo ello contribuye, según Greenpeace, a degradar el servicio del tren, que es una pieza clave para reducir las emisiones en el sector del transporte.
“Renfe ha comunicado que implantará más servicios en función de la demanda, pero la realidad es que es imposible conocer la demanda del tren cuando se empuja a los viajeros a ir en avión o en su coche por falta de trenes. El primer paso para impulsar el ferrocarril como medio de transporte es que haya un servicio y que sea accesible a todos, pero este verano hemos visto todo lo contrario: menos trenes y más caros”, añadió Fernández, en referencia a la ausencia de tarifas promocionales, las cuales sólo se han aplicado esporádicamente en las últimas semanas.
Desde Greenpeace se pide al Ministerio de Transportes que ponga en práctica sus buenas intenciones en favor del tren y que queden plasmadas en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado previstos para 2021 y en la futura Ley de Movilidad y Financiación del Transporte Público, una norma muy demandada por la organización y actualmente en trámite de audiencia previa.