Por Manuel Luis García Bernardo, Cuqui.-Hoy, a las 12 de la noche habrá terminado el estado de alarma, al que estuvimos sometidos durante 98 días. Será un punto y seguido, ya que el causante de nuestro confinamiento sigue entre nosotros (a nuestro pesar) pero nos ha dado una tregua que deseo/espero sea definitiva.

Atrás, han quedado tantos días de lucha sin cuartel en hospitales, en nuestras casas. Tantas horas de incertidumbres, de teletrabajo, de soledades, de angustias, de desesperación. En la residencias, desvelos y sufrimientos. Calles vacías y nuestras tiendas, bares, parques, todos huerfanos de gentes. Familias separadas por las distancias, unidas por los moviles.

Lo peor: los que cada día se sumaban a una lista interminable de fallecidos. Para mayor dolor de sus seres mas queridos que no podían darles ni siquiera el ultimo adiós. Luego, llegaron los pequeños regalos, horas marcadas por la prudencia sanitaria. Por fin, los niños podían salir unas horas, la tercera edad también y la inmensa mayoría, abríamos y cerrábamos el día. Los mas envidiados eran los perros, ya que salían a todas horas.

Bicicletas que tomaban las calles, deportistas que aparecían como setas por todas partes, caminantes sin destino. Había que estar en movimiento como fuera, habían sido demasiado horas de cama/sofá. Eso sí, la documentación (el salvoconducto) siempre encima si estabas fuera del horario oficial. Media docena de veces tuve que mostrar la mía a la policía nacional y contento estaba de mostrarla, señal de que iba al trabajo. Palabras para la memoria perpetua : coronavirus, pandemía, confinamiento, aplausos, caceroladas, ertes, mascarillas, gel, guantes de látex y dos metros...

Ahora, sI miramos hacia atrás, parece una pesadilla lo vivido. Salir con miedo a comprar al super, 'pasear el pan' como excusa, ir a por la prensa, ya que era un aval para poder estar en la calle o acudir a la farmacia.

Mañana, se podrá viajar por todo el país y llegaran extranjeros por tierra, mar y aire. Pero el que se tiene que ir no se va, el coronavirus. Y, lo peor, será si rebrota. Este año tenemos que hacer todos solo una petición a Papá Noel o los Reyes Magos : una vacuna. Que así, sea.