INTERVENCIÓN de la consejera de presidencia, Rita Camblor en la Comisión General de las Comunidades Autónomas en el Senado
Comparezco en esta Comisión General de las Comunidades Autónomas en representación del Gobierno de Asturias y en calidad de consejera de Presidencia, para exponerles, de forma muy resumida dado que el tiempo de exposición no me permite desarrollarlo mucho más, cómo estamos viviendo esta situación en el Principado.
Lo primero, y como no podría ser de otra manera, quiero, al igual que las comunidades que me han precedido en la intervención, tener un recuerdo para los fallecidos por esta pandemia que se está cebando con las personas mayores y más vulnerables; un recuerdo también para todos esos familiares que no han podido acompañarlos, para el personal sanitario que trabaja sin descanso para aliviar esta situación, para el personal de servicios esenciales, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y los miles de voluntarios y voluntarias que se han coordinado con Protección Civil y con los Servicios de Emergencias en un combate sin cuartel para contribuir en la seguridad sanitaria de toda la ciudadanía. Antes de dar cuenta de la situación en Asturias, permítanme expresarles una convicción. Creo que debemos valorar firmemente la importancia de las instituciones del Estado y la tarea que corresponde a la oposición de examinar las acciones del Gobierno, de controlarlo, de servir de contrapeso y de indicarle vías alternativas o complementarias y siempre como esperanza para la ciudadanía. El mejor servicio que la oposición hace al conjunto de la sociedad es, precisamente, el de proponer alternativas constructivas y aportar la crítica fundada, veraz, medida y necesaria. Es nuestra obligación como gobiernos de las comunidades autónomas gestionar lo mejor posible esta crisis mundial, para la que nadie estaba preparado, y que ninguno supo prever en sus dimensiones reales, dígase lo que se diga al respecto. Para ello, debemos poner toda nuestra capacidad al servicio de las personas, colaborando leal y desinteresadamente con el resto de los poderes del Estado, pero sin perder de vista que a quien le corresponde el liderazgo en este momento tan complejo es al Gobierno legal y legítimo que emanó de las urnas el pasado mes de noviembre.
Nuestra respuesta es un compromiso claro de gobierno y un sentimiento de obligación de servicio a la ciudadanía para no dejar a nadie atrás. Podríamos basar esa respuesta en tres principios fundamentales de actuación: equipo, anticipación y transparencia.
Máxima coordinación y trabajo multidisciplinar en equipo y cohesión de una gran alianza dentro de nuestra comunidad entre las diferentes consejerías del Principado, con las administraciones locales -las más cercanas a la ciudadanía y con un importante papel para la salida de esta crisis-, con los agentes sociales, con la comunidad científica, con el voluntariado y con toda la sociedad civil. Por supuesto, máxima coordinación y colaboración con las instituciones del Estado, con cada una de las áreas ministeriales, y todo ello para poner a disposición los medios suficientes para los que más los puedan necesitar.
La segunda premisa con la que afrontamos esta situación ha sido la de tratar de anticiparnos a los acontecimientos, poniéndonos siempre en el peor escenario posible, con el fin de evitar el colapso sanitario y garantizar la salud colectiva.
Un ejemplo: el día 13 de febrero, un mes antes de declararse el estado de alarma, pusimos en marcha, en el seno de la Consejería de Salud, un comité de evaluación diaria. Dos semanas después, el día 29 de febrero, disponíamos de un comité de coordinación en el que participaban varias consejerías, además de la Delegación del Gobierno. Esa misma tarde, tuvimos el primer análisis positivo en el Principado.
La transparencia es el tercer eje. La transparencia y la veracidad son requisitos para la credibilidad. En estos momentos, la credibilidad es un valor máximo para una institución democrática. El Gobierno de Asturias no ha regateado información sobre la evolución de la epidemia ni sobre su incidencia.
Desde el primer momento hemos tenido presentes a quienes atraviesan por las situaciones más difíciles, a las personas que han perdido su empleo y su actividad temporalmente, a los colectivos de especial riesgo, a las personas sin hogar, a los autónomos, a las pequeñas y medianas empresas afectadas por la caída de la actividad, a las mujeres que sufren violencia de género y a las personas que dependen de los servicios sociales para poder desarrollar una vida digna con normalidad. Pensar ahora y cuando llegue la recuperación en estas personas es un criterio básico de humanidad al que no podemos renunciar. Hacerlo, además, con criterio de equidad y de distribución de la riqueza, supone dar un paso más cuyo objetivo no es otro que el firme compromiso expresado reiteradamente por nuestro presidente, Adrián Barbón, de no abandonar a nadie a su suerte.
Estas decisiones obedecen, a su vez, a tres niveles de respuesta que hasta la fecha han supuesto un gasto de 54 millones para las arcas asturianas. Hemos perseguido dar una rápida respuesta sanitaria y sociosanitaria para fortalecer y engrasar nuestros sistemas a ritmo vertiginoso y combatir la epidemia. Tuvimos que orientar hacia el tratamiento de agudos nuestras mejores herramientas sanitarias y sociales, concebidas para tratar situaciones bastante estables y fácilmente programables.
Esto nos obligó a plantear una inmediata reordenación del Servicio de Salud del Principado, con el fin de hacer frente a la nueva necesidad urgente; reorganizar toda la actividad quirúrgica y afrontar el cierre temporal de consultorios periféricos para pasar a un nuevo modelo de atención. También implantamos la consulta no presencial en Atención Primaria, facilitamos líneas directas de teléfono para el diagnóstico de la COVID-19, impulsamos la receta electrónica, reforzamos el personal sanitario y de limpieza y habilitamos nuevos equipamientos para darles uso sanitario.
Otras medidas en el ámbito sociosanitario implicaron la intervención directa de las residencias de personas mayores en el momento en que se detectaba un caso, la restricción temprana de visitas y la suspensión de todo tipo de actividades en estos centros. También la protección de estos equipamientos públicos y privados, la creación de albergues para transeúntes, la puesta en marcha de teléfonos gratuitos de atención para las personas más vulnerables y el adelanto del pago del salario social básico. Todo eso se llevó a cabo sin descuidar algo que consideramos fundamental: continuar con las valoraciones de la dependencia y facilitar las prestaciones recogidas en esta ley.
En este contexto, nuestra prioridad se centra ahora en la realización de pruebas, de manera especial, en tres colectivos especialmente vulnerables: el personal sanitario, quienes trabajan en las residencias de mayores y las personas residentes, pues, como ha ocurrido en otras comunidades, las residencias asturianas también han sufrido las consecuencias dramáticas del coronavirus.
Ofrecer una rápida y amplia respuesta económica para el conjunto de la sociedad ha sido el propósito del tercer bloque de medidas que impulsamos en los primeros días y en el que seguimos trabajando. Rápidamente activamos 10 medidas urgentes encaminadas a sostener la liquidez de las empresas y autónomos a través de ayudas, prórrogas o beneficios fiscales; la financiación de los ayuntamientos, con un acceso fácil al crédito; ayudas directas de 400 euros para autónomos que ejercen su actividad por cuenta propia, y facilitar el pago de los recibos por el suministro de energía sin incluir penalizaciones.
También hemos velado por la continuidad de la industria básica transformadora, agilizando los expedientes de regulación temporal de empleo y los pagos a proveedores y aprobando, asimismo, la suspensión de plazos en los procedimientos tributarios de la comunidad. Además de todo esto, hemos tenido que dar pasos de gigante en la implantación del teletrabajo y el despliegue de la Administración telemática, una iniciativa que estaba en la hoja de ruta de este Gobierno, pero en la que hemos tenido que avanzar más rápido de lo previsto.
Hemos tenido que seguir atendiendo todo tipo de servicios y consultas que demanda la sociedad, garantizar la educación a distancia del alumnado, reorganizar las redes y frecuencias del transporte público, y ayudar a regresar a nuestro país a los asturianos a los que la crisis les sorprendió fuera de nuestras fronteras. En definitiva, una de nuestras grandes preocupaciones ha sido mantener los servicios públicos esenciales en unos niveles aceptables de calidad.
Sin embargo, todo lo expuesto hasta ahora no implica que este proceso haya finalizado. Ni siquiera que el final esté cerca. La crisis sanitaria aún no ha pasado y en todo lo que hemos hecho hasta ahora siempre hemos tenido presente que esto no es un fin en sí mismo, sino un aprendizaje rápido del que debemos salir fortalecidos. Estas semanas hemos sido conscientes de nuestra debilidad como sociedad, como personas y como especie que forma parte de un ecosistema complejo, en un equilibrio constante y delicado. Utilicemos esta experiencia para extraer lecciones de las que debemos aprender:
Una lección de humildad.
Claro que se han producido errores. El ensayo y el error son inherentes al método científico. Ningún gobierno está libre de cometer errores ante un contexto completamente nuevo. Por esta razón, el reconocimiento de los errores cometidos y la humildad han de ser nuestras primeras conclusiones de cara al futuro.
La lección de mantener un buen sistema de salud.
Parece que en el conjunto del país hemos evitado el colapso del sistema sanitario, pero también se han evidenciado diferencias entre comunidades y la importancia de contar con un buen sistema público dotado de personal bien formado, bien remunerado y reconocido. En Asturias hemos demostrado que el gasto en salud es inversión, por eso no se ha recortado ni en los episodios más duros de crisis. De este modo hemos conseguido la consistencia actual de nuestra red de atención primaria, un entramado hospitalario bien dimensionado e implantado en el territorio o la capacidad de nuestros laboratorios para realizar las pruebas PCR… Todo ello ha sido una ventaja y quiero resaltarlo: la potencia, la robustez de nuestro sistema sanitario público es nuestra mejor arma para frenar el virus y para fortalecer y rediseñar el estado de bienestar.
La lección de ratificar un compromiso explícito por la investigación, la ciencia y el desarrollo tecnológico que debe de ser una prioridad.
La Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad ha liderado o apoyado algunos de los proyectos más esperanzadores en este tiempo de crisis. Este hecho debe reafirmarnos en el gran objetivo de reforzar la investigación científica, algo que sólo se podrá lograr si otorgamos a la ciencia la relevancia presupuestaria que merece.
Enlazando con lo que les decía antes, consideramos que es fundamental que esta experiencia nos sirva para conseguir una sociedad mejor, más justa, más inclusiva y equitativa con las personas vulnerables.
En Asturias contamos con una potente herramienta de inclusión que se llama salario social básico. Es nuestra renta mínima, que mantenemos con un gran esfuerzo presupuestario. Nos ayudó a combatir la exclusión durante la pasada crisis y en este momento volverá, sin duda, a ser un instrumento fundamental para ayudar a las personas más desfavorecidas. De esta emergencia debemos salir unidos en la defensa de una renta mínima estatal que complemente las impulsadas por las comunidades.
Ahora estamos a las puertas de iniciar la desescalada; será un proceso delicado que debemos abordar con la máxima prudencia. Sin duda, uno de los principales desafíos que nos espera, junto con el sanitario, es la reconstrucción económica.
Este trance histórico nos pone a prueba a todos, como individuos y como sociedad. Se ha dicho que la Unión Europea se juega su futuro en la respuesta a esta crisis, pero también nosotros nos lo jugamos; no nos engañemos. Hace décadas, en otra coyuntura muy difícil, las fuerzas políticas y sociales fueron capaces de ponerse de acuerdo en los Pactos de La Moncloa, un ejemplo que se ha invocado con frecuencia en estos días. En Asturias también vamos a trabajar por ello. Queremos poner en marcha los Pactos de Fruela, para que con el consenso de todos se pueda superar esta situación.
La ciudadanía no nos perdonaría que no fuésemos capaces de estar a su altura. La situación nos exige capacidad, generosidad, esfuerzo… una gran alianza política y social para la reconstrucción económica en la que las comunidades autónomas debemos desempeñar con lealtad el papel fundamental que nos corresponde dentro del Estado. A menudo se cuestiona la talla de los dirigentes políticos, su valía. Esta situación nos medirá a todos y a todas, al gobierno y a la oposición. Nos pondrá a prueba, como he dicho antes, y nos retratará con crudeza ante la sociedad. Estamos obligados a demostrar, con un gran ejercicio de unidad y lealtad mutua, que podemos ofrecer a España el pacto de reconstrucción que merece, desde la unidad, la coordinación, el esfuerzo común y el conocimiento de todos. Para ello pueden contar con la capacidad, el compromiso y la colaboración de Asturias y de todo el pueblo asturiano.