Con los mensajes “Debería ser invierno” y “Es solo el principio”, Greenpeace ha salido a la calle para recordar que los sucesivos récords de temperatura y sequía en nuestro país, y en otros muchos puntos del planeta, nos están avisando del futuro de la actual crisis climática. Una situación que podemos mitigar si se activa una respuesta urgente y más ambiciosa que la actual.
Aunque, lógicamente, la preocupación en estos momentos está centrada en la expansión del coronavirus -algo que Greenpeace comparte-, y aunque algunas fuentes señalan que el calor puede ayudar a combatirlo, no podemos pasar por alto otras circunstancias que, aunque más a largo plazo, también constituyen una seria amenaza.
Estando aún en invierno, se están alcanzando temperaturas anómalas en zonas como Sevilla, que alcanzaba ayer los 31 grados (valores que están diez grados por encima de los normales en esta época del año), o Madrid, que ha registrado una temperatura de 26, más propia de meses de primavera o verano.
Pero no son los únicos datos preocupantes:
Este mes de enero ha sido el más cálido jamás registrado en el planeta
La media de temperatura en febrero en España se ha situado 3°C por encima de la media de ese mes en el periodo 1981-2010
Las reservas de agua a marzo de 2020 están a menos del 60%, como el año pasado, que fue uno de los tres años más secos de este siglo. (Regiones como Andalucía ya tienen las reservas a menos del 50%)
Según la AAE (Agencia Europea de Medioambiente), la península ibérica será la región europea más afectada por el aumento de la sequía, creciendo así su riesgo de desertificación (Canarias ya se encuentra en situación de riesgo extremo)
La Organización Meteorológica Mundial también advierte esta semana en un informe que se están incrementando los impactos del cambio climático y nuestro país no es una excepción. La temperatura de la región mediterránea ha aumentado ya 1,5 ºC respecto a los niveles preindustriales, lo que supone que el calentamiento en esta cuenca es un 20% más intenso que en la media del planeta. De hecho, temperaturas más elevadas (como las de estos días), sequías e incendios más virulentos son algunos de los impactos a los que se enfrenta España si no se toman medidas.
Por eso, Greenpeace recuerda al Gobierno que la crisis climática también necesita una respuesta urgente y firme, alineada con la ciencia, para evitar los peores impactos del cambio climático. El actual objetivo de reducción de emisiones no es suficiente para asegurar que no se superen 1,5ºC las temperaturas globales. Para contribuir al esfuerzo mundial, que lidera la Unión Europea, España se debería comprometer a una reducción de las emisiones de CO2 del 55% para 2030 con respecto a 1990 (a nivel global se deberían reducir sucesivamente cerca del 7,6% las emisiones anuales de CO2 hasta 2030) y alcanzar el cero neto en 2040.
“Cuanto más tardemos en actuar mayores serán los costes de la inacción y más difícil será alcanzar el objetivo para mantenernos por debajo de 1,5 ºC. Las emisiones deben bajar drásticamente de forma planificada, asegurando una transición justa para todas las personas y un modelo económico que respete a las personas y el planeta” ha declarado Tatiana Nuño, responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace.
Greenpeace pide al gobierno mayor ambición climática y una transición rápida y urgente en sectores claves como el transporte, el agrícola, el industrial, el sector eléctrico y energético y recoge las palabras del secretario general de la ONU para recordar que no hay tiempo que perder en la lucha contra el calentamiento y la desigualdad.