A falta de que se confirme oficialmente el fin de la cumbre, y ante la previsión de que no se produzcan grandes cambios en las posiciones, Greenpeace emite una valoración en la que destaca cómo la fuerte y silenciosa presión ejercida por los lobbies de los combustibles fósiles y de corporaciones, que solo defienden sus propios intereses han socavado los avances de la COP25 de Madrid. De nuevo, el miedo a que sus lucrativos negocios se vieran afectados ha hecho que ejercieran toda su influencia para evitar un acuerdo multilateral que abordara de forma decidida la emergencia climática.
Durante la COP25 se ha cerrado literalmente la puerta a la ciencia y a las exigencias de la sociedad civil que exigían acordar soluciones urgentes y ambiciosas a la emergencia climática. En cambio, los políticos se pelearon por el modelo de tráfico de emisiones del “Artículo 6”, que amenaza los derechos de los pueblos indígenas y pone un precio el medioambiente. Durante las negociaciones los equipos políticos enviados por los países no han mostrado ninguna o poca intención de alcanzar compromisos para reducir las emisiones a la velocidad e intensidad que, según la información científica, se necesita para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC.
Diferentes personas con cargos de responsabilidad a nivel nacional e internacional de Greenpeace han realizado una serie de valoraciones sobre los resultados:
La directora de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan, ha declarado: “Los Gobiernos deben replantearse totalmente cómo han actuado, porque el final de esta COP es totalmente inaceptable.
Se preveía que esta COP fuera técnica, pero finalmente ha sido más más bien política y hemos visto cómo operan los grupos de presión de los sectores más contaminantes que torpedean las negociaciones, así como la profunda desconfianza de la juventud hacia la clase política. Necesitábamos una decisión que respondiera a la juventud, tuviera a la ciencia como su luz de guía, reconociera la urgencia y declarara una emergencia climática. En vez de eso, bloqueadores climáticos como Brasil y Arabia Saudita, habilitados por una presidencia chilena irresponsablemente débil, se han dedicado a vender su modelo de “tráfico” de emisiones y se han llevado por delante las advertencias científicas y los gritos de la sociedad civil.
Puede que el Acuerdo de París haya sido asaltado y vaya a ser controlado por un puñado de poderosas economías del carbono, pero están en el lado equivocado de esta lucha, el lado equivocado de la historia y el Acuerdo de París es solo una pieza del rompecabezas.
Necesitamos un cambio sistémico en el que las personas puedan confiar. Los equipos de negociación deben volver a casa y recapacitar. Pero también hemos visto algunas fuerzas positivas, por ejemplo la Coalición por una Alta Ambición nos ofreció un halo de esperanza esta semana, y los pequeños estados insulares se están fortaleciendo día a día, manteniendo vivo el Acuerdo de París”.
El director de Greenpeace en España, Mario Rodríguez, ha declarado: “La clase política no puede seguir haciendo oídos sordos a la evidencia científica y al clamor social que exige una respuesta contundente y urgente a la emergencia climática. Esta COP deja sí o sí demasiado trabajo pendiente, que no hay que esperar un año para culminar. La acción política en España y en toda Europa debe asumir desde ahora la lucha contra el cambio climático como máxima prioridad, atendiendo a los intereses de la sociedad y no a los de los oligopolios industriales”.
Rodríguez han continuando reconociendo que:España ha hecho un buen trabajo con la organización de la COP25, de la que sale un importante apoyo social y político para reforzar la lucha contra el cambio climático. A esto se ha sumado la decisión del Consejo Europeo de pedir a la Comisión que presente unos objetivos climáticos más ambiciosos para 2030 para llegar en tiempo a la COP26. “Todo eso debe ser el empuje definitivo para que el nuevo gobierno revise en el corto plazo y al alza su Plan Nacional de Energía y Clima, apruebe urgentemente la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y refleje en ambos un objetivo más ambicioso de reducción de emisiones a nivel nacional de al menos un 55% para 2030 respecto a 1990”, ha concluido Rodríguez.
Por su parte, Juan Pablo Osornio, jefe de la delegación de Greenpeace Internacional en la COP25, ha declarado que: “El decepcionante resultado de la COP de hoy es una señal de que el Convenio Marco de la ONU sobre Cambio Climático (CMNUCC) no puede ser el único lugar donde los políticos tengan que rendir cuentas sobre qué hacen para acabar con la emergencia climática y reducir las emisiones a niveles científicamente seguros. Necesitamos espacios multilaterales alejados de los intereses privados de unos pocos que nos siguen bloqueando para que se alcance el futuro que queremos y sabemos que es posible. El éxito depende de un conjunto más amplio de instituciones financieras, de desarrollo y sociales que puedan unirse para lograr el cambio sistémico que se requiere para lograr un acuerdo ecológico global”, ha concluido Osornio.
Matías Asun, director de Greenpeace en Chile, país que ha presidido la cumbre, ha asegurado que: “Es obvio que a pesar de ostentar la presidencia de la COP25, Chile no ha logrado un progreso significativo contra la emergencia climática. Hemos perdido una oportunidad perfecta para mostrar el liderazgo climático que necesitábamos. En cambio, hemos vuelto a confirmar que el carbón se mantendrá hasta 2040. Las personas que sufren más la injusticia social y la desigualdad a través de la injusticia ecológica y climática son las que más alto escuchan la llamada del planeta para que sea protegido. Las élites gubernamentales y empresariales deben escuchar esto y despertarse para hacer cambios reales. El mundo está más despierto que nunca y no dejaremos de exigir que nuestros líderes pongan fin a la crisis climática “, ha concluido Asun.