La novela “Los nombres de las cosas” de Mariano Peyrou ha sido reconocida como finalista. El fallo se ha dado a conocer esta tarde en el Salón de Té del Teatro Campoamor en un acto presidido por el Teniente de Alcalde, Mario Arias, el concejal de Cultura, José Luis Costillas, la consejera de Cultura, Berta Piñán y el presidente de Tribuna Ciudadana, Pedro Manuel Sánchez Lazo, en el que también se ha hecho público el nombre de la ganadora del III Certamen Joven de Relatos Cortos, galardón que ha recaído en la sevillana Irene Reyes Noguerol por su relato “Mentirosa”.
Oviedo.-La obra de Cristian Crusat, “Sujeto elíptico”, se ha alzado esta tarde con el Premio “Tigre Juan” de Narrativa 2019, y lo ha hecho con el voto unánime del jurado en esta 41 edición. El malagueño ha recogido el premio, dotado con 10.000 euros, en un acto celebrado esta tarde en el Salón de Té del Teatro Campoamor y que han presidido el Segundo Teniente de Alcalde, Mario Arias, el presidente de la Fundación Municipal de Cultura, José Luis Costillas, la consejera de Cultura, Berta Piñán y el presidente de Tribuna Ciudadana, Pedro Manuel Sánchez Lazo. Como finalista, con un premio de 5.000 euros, se ha elegido la novela “Los nombres de las cosas” de Mariano Peyrou.
En este acto se han entregado también los galardones del III Certamen Joven de Relatos Cortos, que este año ha ganado Reyes Noguerol por su relato “Mentirosa”. La sevillana ha enviado un vídeo de agradecimiento por este reconocimiento, dotado con 400 euros, que ha tenido que recoger su predecesor: Diego García. También se ha hecho entrega de dos accésit (con sendos premios de 200 euros) a la barcelonesa Etna Miró Escobar por “Las troyanas” y al valenciano Víctor Ortega Esquembre por “Aunque no sea lo más adecuado”.
El jurando ha querido entregar dos diplomas a otros dos relatos que llegaron a la última selección: La última generación que subió a los árboles de la alicantina Carmen Galvañ Bernabé, y Sempiterno, de la ovetense María Abella Vázquez, que no ha podido estar presente en el acto.
El presidente de la Fundación Municipal de Cultura ha cerrado el acto deseando “larga vida al Tigre Juan”, subrayando el “inmenso trabajo que realiza Tribuna Ciudadana al visibilizar obras y talentos que no pueden entrar en el tortuoso mundo del marketing y los trending topic” y agradeciendo la participación de las “82 plumas que han preferido seguir agitando conciencias” con sus obras.
A la cita, amenizada por el grupo Trío4Tercios, han asistido también los concejales de gobierno Conchita Méndez, Covadonga Díaz y Luis Pacho y los ediles Wenceslao López, Marisa Ponga, Diego Valiño, Lucía Falcón, Anabel Santiago y Cristina Coto. Además, han estado presentes el exalcalde Agustín Iglesias Caunedo y el exconcejal de Cultura, Roberto Sánchez Ramos.
ACTA FINAL DEL XLI PREMIO “TIGRE JUAN”
Reunido en Oviedo el 28 de Noviembre de 2019 el jurado de la cuadragésima primera edición del Premio “Tigre Juan” de Narrativa, compuesto por Vicente Duque (Presidente), Ángela Martínez (Secretaria), Natalia Cueto, Fernando Menéndez y Eduardo San José (Vocales), y actuando como Secretario y Coordinador, Javier Gámez, ha decidido, por unanimidad, distinguir como ganadora la obra de Cristian Crusat Sujeto elíptico, editada por Pre-Textos. En la misma sesión ha acordado, también por unanimidad, reconocer en la categoría de finalista la novela Los nombres de las cosas, de Mariano Peyrou, editada por Sexto Piso.
La obra ganadora, Sujeto elíptico, es un libro en el que la alusión y la constatación de ausencias se convierten en poética que rebasa las fronteras –a menudo más deudoras de la superstición que de la verdad- de los géneros literarios y de las culturas nacionales. Las diferentes formas de sentir, de cantar, de comunicar, de hablar del pueblo bereber -descritas con la curiosidad y el asombro propios de quien narra un cuento fantástico, el relato de un oriente contiguo de tan cercano y, no obstante, exótico- son las diferentes vías en las que una identidad se deslíe para multiplicar su desasimiento como en un juego de espejos. El enigma de la gente amasigh del norte de África deviene así indagación del propio abandono, testimonio del arte de olvidarse de sí mismo en la contemplación del otro. La crónica del viaje en Sujeto elíptico trasciende la geografía y es, en sí misma, contingencia, continua expansión de los límites, traslación de máscaras (Domingo Badía, Alí Bey, Charles de Foucauld, el viajero en autobús, el peatón en Agadir…) que adoptan diferentes perspectivas y renuevan los puntos de vista; realidad y ficción, como ocurre con los espacios modelados por los biombos, se alternan, se complementan, invaden el recinto antagónico en una suerte de dinámica dialéctica de la escritura. Crónica de viajes, fábula, apólogo, ensayo, carta de relación, conseja de la tradición oral, disquisición lírica, poema en prosa, diario, apunte antropológico, cartografía de lo inasible…, el libro de Cristian Crusat es, a juicio de este jurado, una espléndida muestra de escritura múltiple, en la estela de las escrituras en expansión de Miguel de Cervantes, de Jorge Luis Borges, de Georges Perec –modelos ocasionalmente invocados, a menudo reutilizados para el propio y solitario empeño-, y, al igual que aquellas, un jirón de signos en torno a un centro siempre móvil y dislocado, un libro que actúa como palimpsesto, un texto de tiempos sucesivos y, sin embargo, simultáneos, el nuevo estrato de una ciudad literaria sin pausa destruida y reedificada solo con afán de cambio y pródiga transformación.
La novela finalista, Los nombres de las cosas, de Mariano Peyrou, es una apuesta audaz de escritura que reclama constantemente la colaboración del lector, instancia de cuya inteligencia se hace continuo reclamo y tan necesaria como los personajes que viven y hablan bajo el signo, a veces lúdico y a veces melancólico, de la contradicción. Bajo la especie de una fábula divertida, disparatada, a menudo irónica, siempre bienhumorada de los diálogos de tres amigos, el autor especula acerca de la verdadera relación entre las cosas y las palabras que pretenden designarlas. Mariano Peyrou se erige, así, en un jovial cirujano del lenguaje, su escritura en escalpelo que intenta separar la piel, la urdimbre de palabras que decimos, de la realidad que se oculta bajo ella. Quitar los nombres a las cosas, desnudarlas para encontrar su verdadero ser y revestirlo con nuevas expresiones; hacer vacilar desde la lucidez lo que creemos más estable; inquirir en la presunta adecuación entre lo que expresa y lo que es expresado; iluminar fugazmente la zona en sombra de lo que nos decimos en nuestros afanes cotidianos para después desaparecer: tal es una de las labores del arte novelístico contemporáneo y Los nombres de las cosas uno de los más genuinos ejemplos que, partiendo de esa premisa, apunta a nuevos y muy prometedores modelos literarios.
Los miembros del jurado deseamos resaltar la alta calidad de muchas de las obras leídas en la presente edición, como en las anteriores, escritas en castellano y publicadas en España a la largo de este último curso literario. Aunque sería imposible mencionar todos aquellos libros que merecen reconocimiento, no queremos olvidar los títulos de las otras obras finalistas, exponentes de esa literatura que este premio tiene el deseo de rescatar, esa literatura a menudo eclipsada por las diligencias y vanidades de la industria y el momento, pero que, como el tigre de William Blake, llamea incesantemente con su terrible y hermosa simetría en los bosques de la noche: Faster, de Eduardo Berti (Editorial Impedimenta), La isla de los conejos, de Elvira Navarro (Editorial Random House) y El arte del puzle, de José María Pérez Álvarez (Editorial Trea).