Las escritoras caribeñas protagonizan el nuevo ciclo del Club de Lectura "Una habitación propia"
Se han programado seis lecturas, con la primera sesión el 16 de septiembre
Foto: Maryse Condé, autora de la primera obra del nuevo ciclo, "Corazón que ríe, corazón que llora. Cuentos verdaderos de mi infancia"
Esta edición lleva por título "Cartografía literaria del Caribe: La voz de las narradoras 500 años después", y se adentra la literatura de la mujer caribeña en conmemoración del quinto centenario de Pedro Menéndez. Se leerán obras de Maryse Condé, Jamaica Kincaid, Wendy Guerra, Lydia Cabrera, Rita Indiana y Ana Lydia Vega. Serán cuatro reuniones, que tendrán lugar en la segunda planta del Palacio de Valdecarzana, a partir de las 18 horas, y para participar es necesario inscribirse y haber leído el libro
Ya está aquí una nueva edición del Club de Lectura "Una habitación propia", organizado un año más por la concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Avilés. Tomando como nexo la conmemoración del quinto centenario del nacimiento de Pedro Menéndez, desde el club se explorará la literatura antillana hecha por mujeres, con un ciclo que lleva por título "Cartografía literaria del Caribe: La voz de las narradoras 500 años después".
Se han programado seis escritoras y otras tantas obras. Para participar es necesario inscripción, a través del correo electrónico asaez@aviles.es y haber leído los libros propuestos. La primera reunión tendrá lugar el 16 de septiembre, en un nuevo recinto, la segunda planta del Palacio de Valdecarzana, y una nueva hora, a partir de las 18 horas.
Las autoras y las lecturas de este primer ciclo del 2019-2020, son las siguientes:
- 16 de septiembre. Maryse Condé, de Guadalupe. "Corazón que ríe, corazón que llora. Cuentos verdaderos de mi infancia".
- 7 de octubre. Jamaica Kincaid, de Antigua y Barbuda. "Autobiografía de madre".
- 11 de noviembre. Wendy Guerra, "Negra", y Lydia Cabrera, "Cuentos negros de Cuba". Ambas autoras cubanas.
- 16 de diciembre. Rita Indiana, "Papi", de República Dominicana. Y Ana Lydia Vega, "Selección de cuentos", de Puerto Rico.
Tras dedicar el anterior ciclo a la lectura de escritoras africanas, el club de lectura "Una habitación propia" se adentra en la literatura hecha por las mujeres nacidas en el ámbito de actuación de Pedro Menéndez: el Caribe.
Lanza así la vista a las escritoras afrodescendientes, autoras de las tierras colonizadas por países europeos que practicaron el oprobio y el crimen del tráfico de esclavos. Y conocer sus narraciones, si son el resultado de la institucionalización de la esclavitud y la reducción de los cuerpos a mercancías, en un andamiaje clasista y racista.
Las participantes reflexionarán en torno a términos como negritud, antillanidad o creolidad, y también sobre las experiencias de la conquista, el indianismo y el colonialismo. En un Caribe con una realidad actual plurilingüe y multiétnica, con una rica lectura en inglés, francés, castellano y lenguas criollas, marcada por el territorio diverso, la insularidad, la música.
Y cómo todo ello puede volcarse en encontrar los vínculos entre literatura, activismo y cambio social en el Caribe, desde intervenciones lideradas por mujeres. Una lectura desde las dinámicas de género, y del feminismo desde la descolonización, el pensamiento fronterizo y la reescritura de la historia.
16 de septiembre. Maryse Condé. "Corazón que ríe, corazón que llora. Cuentos verdaderos de mi infancia. (Guadalupe)
Maryse Condé, la gran voz de las letras antillanas, nació en 1937 en Pointe-à-Pitre, capital del archipiélago antillano de Guadalupe. Estudió en París y ha residido en diferentes países de África, donde se desarrolla su saga "Ségou" (1985). Ha recibido numerosos premios. En 2018, a sus 81 años, le llegó el Nobel alternativo de Literatura por el conjunto de su obra. Con anterioridad, sus novelas "Moi, Tituba sorcière" (1986) y "La vie scélérate" (1988), obtuvieron el Premio nacional de Literatura sobre la Mujer y el Premio Anaïs-Ségalas de la Academia Francesa, respectivamente. Además, en 1993, fue la primera mujer que recibió el Premio Putterbaugh, otorgado por los Estados Unidos a escritores francófonos.
Es autora de más de una treintena de obras que van desde la novela al relato, pasando por las obras de teatro, el ensayo, las novelas infantiles y la autobiografía. Sus libros, leídos y estudiados en todo el mundo, se interrogan sobre la memoria y la identidad, tanto individuales como colectivas. Una memoria y una identidad habitadas por luchadoras figuras de mujer, así como por los fantasmas de la esclavitud, la diáspora negra y el colonialismo. Buena prueba de ello son, entre otros, los títulos "La migration des coeurs" (1995), "Desirada" (1997), "Célanire cou-coupé" (2000) o "Victoire, les saveurs et les mots" (2006), homenaje a su abuela materna.
Ha enseñado durante décadas literatura francófona en la Universidad de Columbia, en Nueva York. Presidió el Comité por la Memoria de la Esclavitud en Francia (2001), cuyo trabajo se materializó en la ley que reconoce la esclavitud como un crimen contra la humanidad. Creó, asimismo, el Premio de las Américas Insulares y Guyana, que recompensa anualmente al mejor libro del panorama antillano. Desde hace unos años, la enfermedad degenerativa que sufre la ha obligado a sedentarizarse en un pueblo de la Provenza. Allí le dicta sus escritos a Richard Philcox, su esposo y traductor al inglés.
"Corazón que ríe, corazón que llora. Cuentos verdaderos de mi infancia" (1999) es un libro donde lo autobiográfico y lo autoficcional se trenzan para reconstruir los recuerdos de infancia de la autora. Encontramos desde el relato mítico de su nacimiento en el seno de la burguesía negra de Pointe-à-Pitre, hasta la pérdida de la madre, pasando por el primer amor o el descubrimiento de la propia diferencia en tanto que mujer negra. Profunda e ingenua, melancólica y ligera, explora con una honestidad conmovedora su infancia y su juventud. Un magistral ejercicio de autodescubrimiento que constituye una pieza clave de toda su producción literaria, que le ha valido el Premio Nobel Alternativo de Literatura 2018.
No es fácil vivir entre dos mundos, y la niña Maryse lo sabe. En casa, en la isla caribeña de Guadalupe, sus padres se niegan a hablar criollo y se enorgullecen de ser franceses de pura cepa, pero, cuando la familia visita París, la pequeña repara en cómo los blancos los miran por encima del hombro. Eternamente a caballo entre la lágrima y la sonrisa, entre lo bello y lo terrible, en palabras de Rilke, asistimos al relato de los primeros años de Condé, desde su nacimiento en pleno Mardi Gras, con los gritos de su madre confundiéndose con los tambores del carnaval, hasta el primer amor, el primer dolor, el descubrimiento de la propia negritud y de la propia feminidad, la toma de conciencia política, el surgimiento de la vocación literaria, la primera muerte. Estos son los recuerdos de una escritora que, muchos años después, echa la vista atrás y se zambulle en su pasado, buscando hacer las paces consigo misma y con sus orígenes.
7 de octubre. Jamaica Kincaid. "Autobiografía de mi madre". (Antigua y Barbuda)
Jamaica Kincaid nació en 1949 en St. John, Antigua. Su madre es de origen caribeño y su padre, al que nunca llegó a conocer, era afro-escocés. Esa mezcla –del vencedor y el vencido al mismo tiempo– dará forma a varios de los pasajes de "Autobiografía de mi madre". La relación con su madre fue armoniosa hasta que la familia empezó a crecer, y el hecho de ser la única hija mujer la convirtió en un peligro ante los ojos de su progenitora. “Vas a tener diez hijos de diez hombres distintos”, le repetía su madre hasta el cansancio.
Pero Jamaica temprano de los presagios de su madre. A los 17 años llegaba a Nueva York para trabajar como niñera en una de las áreas más exclusivas de Manhattan, donde estudió fotografía y comenzó a escribir para revistas de adolescentes. No pasó mucho tiempo hasta que el legendario editor de "The New Yorker", William Shawn, le propusiera editar un libro de relatos con los artículos que ella escribía en su columna: “A Talk of the Town”. Esta legitimación por quien fuera el editor de Capote, Salinger, Updike y Cheever –por nombrar sólo a algunos de tantos otros – marcó un antes y un después en la vida de la autora.
“Fue William Shawn quien me mostró cuál era mi voz. Yo comencé a escribir los cuentos que luego conformaron 'En el fondo del río', mi primer libro, y él los publicó. Me hizo ver que lo que yo pensaba, mi mundo íntimo, mis ideas, y la manera en la que las organizaba era algo que pertenecía a mi mundo literario. Que lograban un sentido, que había un mundo para mi literatura. Pero yo fui la primera prueba. Porque no era hombre, ni blanca, ni había ido a Harvard. La generación de escritores del New Yorker del que yo formé parte eran hombres blancos que habían ido a Harvard o a Yale. Y yo no era ninguna de esas cosas”, recordaba la escritora. Tal fue la relación literaria que unió a Shawn con Kincaid, que las últimas páginas de "Mi hermano" conforman un ars poetica donde la autora establece como motivación de su escritura el hecho de ser leída por Shawn.
"Autobiografía de mi madre" es la tercera novela de Kincaid y una de sus obras más destacadas. Se estructura sobre una suma de amores, miedos y pérdidas de una mujer, así como sobre la construcción de su subjetividad dentro de una comunidad opresiva marcada por la jerarquía de género, las diferencias de clase y el legado colonial. La novela combina un lenguaje económico y claro con frases líricas y un juego de ritmos que muchas veces la traducción al castellano no logra reponer. El escenario elegido no es Antigua sino Dominica, y la historia está basada en la vida de su propia madre. En la novela, Xuela Richardson es una mujer que irá construyendo con nihilismo e impiedad un lugar de amparo desde donde poder sobrevivir a la muerte y a la soledad que la rodean. Su madre muere al dar a luz, y a los diez años su padre la entrega junto a un bulto de ropa sucia a la misma mujer que le hace la lavandería. La relación madre-hija recorre toda la obra de Kincaid, y es este mismo par el que le permite asociar y traspolar el binomio vida-muerte hacia otras capas más profundas del discurso y de la historia del Caribe.
11 de noviembre. Wendy Guerra. "Negra". (Cuba)
Wendy Guerra nació en La Habana, en 1970, donde vive actualmente con su esposo. Trabajó desde su infancia como actriz en cine y televisión. Sus primeros poemas fueron publicados a los diecisiete años, bajo el título "Platea a oscuras" (1987). Este poemario y otro publicado en 1996, "Cabeza rapada", obtuvieron muy buenas críticas. Es graduada de Dirección de Cine en el Instituto Superior de Arte (ISA) y fue alumna de Gabriel García Márquez en su taller de guiones "Cómo contar un cuento", impartido en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños.
Su novela "Todos se van" recibió el Premio de la Editorial Bruguera. También recibió el Premio de la Crítica del periódico El País como Mejor Novela en 2006. Obtuvo en Francia, el Premio Carbet des Lycéens en 2009. Recibió becas de especialización en París, Nueva York y Los Angeles para buscar información sobre la escritora Anaïs Nin. De ese trabajo resultó su tercera novela: "Posar desnuda en La Habana", donde mezcla ensayo y ficción sobre los diarios de Nin y su estadía en la isla. La novela se publicó en Cuba, en 2014. Ha sido jurado de numerosos festivales de cine. Su obra se ha traducido a trece lenguas.
En 2010, el gobierno francés le otorgó la Orden de Chevalier des Arts et des Lettres. Forma parte del grupo Bogotá 39, que reúne a las 39 voces de escritores latinoamericanos relevantes. Su novela "Todos se van" fue seleccionado por la revista Latina como uno de los 9 mejores libros del año publicado por un autor latinoamericano en Estados Unidos (The 9 Best Books of the Year by Latino Authors). Actualmente escribe para el diario El Mundo (España), en su blog Habáname.
"Negra". Nirvana del Risco es la primera heroína negra cubana que se muestra desnuda, abierta y descarnada ante lo que por prejuicios muchos esconden: la bisexualidad, el racismo, la política, el miedo y la cercana intimidad con el enemigo. Hija de la generación de los años 60 y rebelde protagonista habanera en los 2000, recorre el camino entre lo prohibido y lo sagrado, revelando así ocultas recetas asentadas en una cultura afrocubana (Regla de Ocha). Rituales que van desde la dinástica brujería cubana, aquella que pocos aceptan abiertamente y se usa en rituales y conjuros cotidianos, hasta el complejo equilibrismo entre raza, sexo, política y religión.
La palabra Negra es para algunos un término tabú; para la protagonista de esta espléndida novela contiene toda la música, el sabor y el sentimiento de su cuerpo, su alma y su nación. "Sus libros son un poderoso retrato generacional de los incómodos nietos de la revolución… Tienen la misma estrella de lo prohibido, y lo prohibido naturalmente lleva más luz aunque también más sufrimiento" (L. Santiago Méndez Alpízar, El País).
11 de noviembre. Lydia Cabrera. "Cuentos negros". (Cuba)
Lydia Cabrera fue una escritora y activista literaria, estudiosa e investigadora de la cultura afrocubana. Consagrada como la pionera y más alta autoridad en el tema de santería y otras religiones afrocubanas. Nacida en La Habana, la menor de ocho hermanos y hermanas, Lydia se crió dentro del seno de una familia privilegiada en la Cuba pre revolucionaria. Su padre, Raimundo Cabrera fue escritor, abogado, un hombre prominente y defensor de la independencia cubana. Su madre, Elisa Marcaida Casanova era respetada como una mujer de sociedad. Su padre también era presidente de la primera corporación cubana, La Sociedad Económica de Amigos del País, fundada en el siglo XVIII. Era dueño de la revista literaria, “Cuba y América”, donde Lydia hizo sus primeros ensayos como escritora. La familia tenía personal doméstico afrocubano y niñeras, de quienes Lydia aprendió sobre la cultura afrocubana, las historias y tradiciones y las religiones. De niña escuchaba con atención las historias que también hablaban de su modo de vida y sus sufrimientos.
Estando en París, publicó su primer libro, “Cuentos Negros”, en 1936, bajo el sello de la Editorial Gallimard. Con la intención de estudiar en profundidad la cultura cubana, regresó a Cuba en 1937 y se estableció en Marianao. En su Segundo libro de cuentos, dio a conocer los rituales y tradiciones religiosas.
En "El Monte", Cabrera describe las principales religiones afrocubanas, la Regla de Ocha o Santería y el culto a Ifá, ambas derivadas de la tradicional religión Yoruba, y Palo Monte, originada en Africa Central. Los críticos literarios le atribuyen haber llevado las narrativas orales afrocubanas a la literatura, al mismo tiempo que los antropólogos se han nutrido de sus relatos de información oral recogidos durante entrevistas a santeros, babalaos o paleros y de sus descripciones de las ceremonias religiosas.
El tema principal en su trabajo es la marginalización de la cultura afrocubana, dándole una voz a través de imágenes y relatos, donde la ficción y los hechos se entremezclan. Lydia fue una de las primeras escritoras en reconocer y hacer pública la riqueza de la cultura afrocubana y su contribución a la literatura, la antropología y la etnología es de inmenso valor. En los años 50 publicó libros sobre las religiones afrocubanas, especialmente enfocados en los Abakuás, una sociedad secreta que no hablaba sobre su religión y menos con una mujer. Sin embargo, logró varias entrevistas con algunos miembros.
Algunos de sus libros son “Refranes de negros viejos” (1955), “Otán Iyebiye, las piedras preciosas”, “Ayapá, cuentos de jicotea” (1971) o “La lengua sagrada de los ñáñigos” (1988). "En sus cuentos —ha señalado Salvador Bueno— Lydia Cabrera realiza una elaboración literaria con el material exuberante de la mitología de la raza Yoruba o Lucumí. Porque como bien advierte en el prólogo a los 'Cuentos negros' su maestro, el folclorista y etnólogo cubano Fernando Ortiz, mucho hay de creación literaria en sus relatos, ya que 'no hay que olvidar que estos cuentos vienen a las prensas con una colaboración, la del folclore negro con su traductora blanca'. Falleció en Miami a los 92 años.
16 de diciembre. Rita Indiana. "Papi". (República Dominicana)
Rita Indiana Hernández nació en 1977, en Santo Domingo. Publicó las novelas "La estrategia de Chochueca" y "Papi", obras que son reflejo de los registros coloquiales del lenguaje marginal y popular dominicano. También ha publicado las novelas: "Nombres y Animales" (2013) y "La mucama de Omicunlé", en 2015. Es cantante del grupo Los misterios. Algunas de sus canciones han sido recreadas por intérpretes como Julieta Venegas y Calle 13. Actualmente (2012) reside en Puerto Rico.
Visitó a menudo durante toda su infancia a su padre, comerciante radicado en los Estados Unidos, como tantos otros dominicanos. Formada en un colegio católico, ingresa en la universidad para estudiar historia del arte; carrera que abandonará junto con la Escuela de Diseño para comenzar a escribir su primera novela "La Estrategia de Chochueca” (2000).
Después de incursionar en el performance art, alterna diversos trabajos que van desde la creación publicitaria, a cuidar niños o lavar ropa en un hotel, al mismo tiempo que produce el disco "Altar Espandex", con el dúo Miti Miti, una mezcla entre naïf, electro, merengue y gagá, catalogado por el NY Daily News como uno de los top5 de la música indie del 2008.
Tras escribir los libros de cuentos "Rumiantes" (1998) y "Ciencia succión" (2002), en 2009 forma Rita Indiana y los misterios, proyecto con el que consigue fusionar sus intereses de siempre: el arte conceptual, la música popular, las tradiciones mágico-religiosas afrocaribeñas, la crítica social... El proyecto fue rápidamente conocido a través de redes sociales y convirtió a la cantante en una auténtica celebridad en República Dominicana extendiéndose a las Antillas en general.
Rita Indiana se ha consagrado como una de las principales voces, narrativas y artística del Caribe. El recorrido de su carrera da cuenta de cómo su obra trasciende las fronteras de la isla, insertada en el circuito internacional. Su trabajo pone en evidencia su complejo entramado de experimentaciones estilísticas, donde inscribe su posicionamiento estético y político, sin temor a incomodar. Ha delineado así una poética en la que juega con lo absurdo y la parodia, mientras reactiva elementos afroantillanos.
"Papi" es una novela de ritmo frenético protagonizada por una niña que narra con una mezcla de ingenuidad y sentimiento de ausencia las vicisitudes de su padre, un mafioso dominicano al que idolatra. Describe un mundo de adultos, de barbarie. La autora reconoce es una novela "más autobiográfica de lo que quisiera". Su padre murió asesinado en Nueva York en 1989 en extrañas circunstancias, y la escritora ha reconocido que ese hecho la marcó profundamente. Indiana también ha explicado que su libro es todo un homenaje a la cultura popular, repleto de referencias musicales y vida callejera.
16 de diciembre. Ana Lydia Vega. "Selección de cuentos". (Puerto Rico)
Ana Lydia Vega, narradora, guionista cinematográfica y profesora universitaria puertorriqueña, nacida en Santurce en 1946. Perteneciente a la denominada "Generación del sesenta", está considerada como una de las mejores autoras antillanas de narraciones breves, junto con sus compatriotas y coetáneas Rosario Ferré y Carmen Lugo Filippi.
Volcada desde muy temprana edad al estudio de las disciplinas humanísticas, supo compaginar esta dedicación con una innata vocación literaria desde su temprana juventud. Cuando contaba alrededor de veinte años se dio a conocer como cuentista, y muy pronto pasó a ocupar un lugar relevante dentro de la narrativa puertorriqueña escrita por mujeres, en la que destacó sobre todo por su estilo valiente y agresivo, cargada de expresiones lingüísticas que no rehúyen el escándalo ni la irreverencia.
Esta decidida prosa de Ana Lydia Vega ha merecido el reconocimiento de los críticos y lectores contemporáneos, que han distinguido a la escritora de Santurce con numerosos honores y galardones. Entre ellos, cabe recordar el Premio del Ateneo Puertorriqueño, el del Círculo de Escritores, el concedido por los Poetas Iberoamericanos y, entre otros muchos, el otorgado por el diario Claridad. Asimismo, en 1982 fue galardonada en La Habana (Cuba) con el prestigioso premio Casa de las Américas, que vino a reconocer la singular valía de su recopilación de relatos titulada "Encancaranublado" y otros cuentos de naufragio. Además de esta obra, Ana Lydia Vega ha dado a la imprenta el libro "Vírgenes y mártires" (escrito en colaboración con la ya mencionada Carmen Lugo Filippi, y publicado en 1981).
Ha mostrado su maestría en el relato largo, al que se ha acercado con "Pasión de historias e historias de pasión"; además, en colaboración con Lydia Milagros González y Guillermo Baralt ha escrito "El machete de Ogún", un interesante trabajo de divulgación popular acerca de la historia de la esclavitud en Puerto Rico. Dentro del destacado papel que Ana Lydia Vega ha desempeñado en el panorama cultural antillano de finales del siglo XX, hay que recordar también el guión de cine que escribió en colaboración con Marcos Zurinaga, obra que dio lugar al rodaje de la película titulada "La gran fiesta", centrada en la historia puertorriqueña de los años cuarenta.
Ana Lydia Vega alterna todas estas actividades creativas con las tareas docentes que, en calidad de profesora de francés y literatura caribeña, desempeña en la Universidad de Puerto Rico (Recinto de Río Piedras). En general, su interés por los registros coloquiales y vulgares del lenguaje se trasluce no sólo en sus trabajos académicos, sino también en su obra de creación literaria, en la que cobra una importancia fundamental el empleo del spanglish, una curiosa manifestación híbrida del castellano hablado en las Antillas, trufada de vocablos y giros sintácticos ingleses. Por lo demás, la espontánea frescura de su estilo radica en la presencia, dentro de sus relatos, de numerosas locuciones coloquiales, expresiones vulgares y voces de la jerga lumpen, así como de otros elementos léxicos y temáticos que introducen grandes dosis de humor, ironía y sarcasmo. Su obra no está lejos, por ende, de la llamada literatura popular, pero sin que ello implique la caída en fáciles concesiones a la cultura ágrafa; muy al contrario, Ana Lydia Vega incluye en sus relatos constantes referencias a postulados feministas y reivindicaciones sociales de alto calado intelectual, casi siempre disfrazados detrás de ese estilo paródico y soez al que recurre para reflejar la realidad desde una perspectiva crítica.