La decimoctava Conferencia de las Partes (COP 18) de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), que concluye en Ginebra, ha aprobado por una amplia mayoría la adopción de fuertes restricciones para evitar la extracción y el comercio de elefantes silvestres vivos con destino a la cautividad.
La decisión adoptada prohíbe el movimiento de elefantes vivos fuera del área de distribución de la especie salvo en casos muy excepcionales, para los que se demuestre que los movimientos fuera de ese rango geográfico se producen por claros motivos de conservación de la especie, que habrán de ser debidamente avalados y garantizados por el Comité de Fauna y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
De acuerdo a las actuales disposiciones del Convenio CITES, los elefantes africanos de origen silvestre que se hallan en el apéndice II (Sudáfrica, Zimbabue, Botsuana y Namibia) pueden ser exportados en vivo con fines comerciales a otros países fuera de su área de distribución natural, a lo que se define como destinatarios "apropiados y aceptables". La falta de concreción de esta definición de destinatarios dejaba abierta la opción de que los animales terminasen en destinos inapropiados y con poco control.
De hecho, en los últimos años, el comercio de ejemplares vivos había aumentado. Así, por ejemplo, entre 1990 y 2017 al menos unos 1.774 elefantes han sido extraídos de la naturaleza, 583 de ellos con destino a circos y otros establecimientos de exhibiciones y 331 a zoos, la mayoría a China, Estados Unidos y México, de los cuales se estima que unos 200 elefantes eran jóvenes. Mientras que entre 2009 y 2016 apenas se llegaba anualmente a una veintena de elefantes exportados, en 2017 se dispararon las cifras hasta los 200 ejemplares, poniendo en alerta a la comunidad conservacionista internacional arrojando dudas sobre las motivaciones reales de este tipo de comercio.
Ministerio para la Transición Ecológica
Propuesta Inicial Africana
Esto, unido a la dramática situación de las poblaciones de elefantes globalmente - principalmente debido a una intensa persecución ilegal por su marfil, aunque también por otros motivos como el comercio ilegal de piel de elefante-, llevó al Grupo de Especialistas en Elefantes Africanos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y a la Coalición para el Elefante Africano, que representa a 32 países del área de distribución del elefante africano y las más importantes ONG, se pronunciaran en el sentido de que el destino en cautiverio ex-situ para los elefantes africanos capturados en el medio silvestre no debía considerarse un destinatario "apropiado y aceptable", pues no aportaba ningún beneficio a su conservación.
En ese mismo sentido, 8 estados africanos (Burkina Faso, Jordania, Líbano, Liberia, Níger, Nigeria, Siria y Sudán) presentaron una propuesta para cambiar las reglas del Convenio en relación a la definición de destinatario "apropiado y aceptable". Este documento solicitaba que solo se autorizase la extracción de elefantes africanos silvestres vivos si su destino son los programas de conservación in situ, es decir, dentro de su área de distribución natural silvestre o zonas seguras en el medio silvestre dentro de dicha área de distribución natural de la especie, excepto en el caso de las transferencias temporales en situaciones de emergencia.
Consecuencias negativas para la conservación
Sin embargo, esta propuesta que, a priori, puede parecer positiva para la conservación de estos paquidermos podía tener consecuencias negativas no deseadas para la conservación y el bienestar de los individuos y las poblaciones de elefantes africanos, ya que se excluía la posibilidad de extraer ejemplares en situaciones de extrema gravedad fuera de su área (guerras, catástrofes naturales, epizootias etc.) o actuaciones urgentes por razones de conservación.
Aunque en una primera votación la propuesta inicial salió adelante (con 46 votos a favor, 18 en contra de su adopción y 19 abstenciones), la Unión Europea y sus Estados miembros -que por razones técnicas no pudieron votar en la primera vuelta- presentaron una propuesta enmendada con el fin de permitir estas exportaciones excepcionales y benéficas para la especie, a la vez que se siguiera impidiendo la exportación comercial como dictaba la propuesta original.
Esta propuesta se sometió ayer a votación en el plenario de CITES y fue aprobada por amplia mayoría (87 votos positivos, 29 negativos y 20 abstenciones). El papel negociador de España fue decisivo para que en la votación final ningún país del bloque centro-sudamericano (excepto Belize) haya votado en contra de las modificaciones propuestas por la UE y la propuesta haya podido salir adelante.
Los miembros de la delegación española dialogaron con las delegaciones de varios países centro y suramericanos y constataron que su oposición se basaba en que no habían tenido la oportunidad de conocer las modificaciones propuestas, por lo que habían malinterpretado los cambios, de forma que pensaban que la UE proponía, por ejemplo, eliminar el control de la Autoridad Científica en el movimiento de elefantes.
Los elefantes son los animales terrestres más grandes del mundo y una de las especies de la gran fauna más icónicas y apreciadas por la sociedad. La población de elefantes africanos ha pasado de 5-10 millones en 1930 a menos de medio millón en la actualidad. El último censo realizado en 2016 contó apenas 350.000 elefantes de sabana, evidenciando un 30% de descenso (144.000 ejemplares perdidos) respecto de las estimas poblacionales en 2007. Este descenso es debido al tráfico ilegal de su marfil.
Es bien conocida la inteligencia de los elefantes africanos, animales que necesitan un área aproximada de unos 2000 km2, y la compleja estructura social de los grupos familiares, con interacciones y fuertes lazos familiares que pueden durar toda la vida. Se han llegado a acuñar términos como "tradición" y "cultura" para referirse a esa complejidad social, donde el aprendizaje social y la innovación del comportamiento son importantes para el desarrollo de los individuos y para el propio entramado de los grupos familiares. La disrupción de sus grupos sociales puede tener importantes efectos sobre los grupos familiares, incluso afectando al bienestar físico y capacidad social de los elefantes que han sido separados de esos grupos.
Efectos de las capturas
Hasta mediados de la década de 1990, la mayoría de las capturas de elefantes silvestres africanos eran crías jóvenes supervivientes de operaciones de descaste. Sin embargo, durante los últimos años, en las capturas se separan deliberadamente a las crías de los miembros de su familia, causando en ellas importantes lesiones, e incluso la muerte, y traumas psicológicos. Estas capturas de elefantes silvestres africanos, y su efecto sobre la cohesión de los grupos familiares, socavaban la conservación de la especie, aumentando además las situaciones de conflicto entre elefantes y humanos que comparten sus hábitats.
Los elefantes africanos tienen unas necesidades muy específicas sociales y de espacio que cualquier instalación de cautividad debería de esforzarse por satisfacer. Al no hacerlo se condena a los animales a vivir en espacios inadecuados y poco estimulantes, en entornos deficientes desde el punto de vista social. De hecho, la longevidad de los elefantes nacidos en cautividad es de unos 17 años mientras que la de los que nacen en el medio salvaje pueden alcanzar los 56 años. Así mismo la mortalidad en los dos primeros años de vida de los elefantes nacidos en cautividad es superior al 30%, mientras que en el medio salvaje se sitúa en el 4%.