El presidente del Principado, Adrián Barbón, inauguró este viernes la Feria Internacional de Muestras de Asturias, en la que participan 2.000 expositores que ocuparán los 160.000 metros cuadrados del recinto Luis Adaro. Barbón estuvo acompañado en el acto inaugural por el secretario de Estado de Sanidad, Faustino Blanco; el vicepresidente y consejero de Infraestructuras, Medio Ambiente y Cambio Climático, Juan Cofiño; el presidente de la Junta General del Principado, Marcelino Marcos Líndez; la alcaldesa de Gijón, Ana González; el presidente de la Cámara de Comercio de Gijón, Félix Baragaño; el presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón; la ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Luisa Carcedo, y el vicepresidente de la Cámara de Comercio de Gijón, Pedro López Ferrer.
INTERVENCIÓN del PRESIDENTE DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS, ADRIÁN BARBÓN
Esta tarde tengo el honor de inaugurar la Feria Internacional de Muestras, uno de los acontecimientos más arraigados del verano gijonés y de Asturias entera. En Gijón, la feria es a agosto como la playa o las fiestas de Begoña, una cita canicular obligada, algo que no te debes perder. Una de las palabras más socorridas en este acto es escaparate, para elevar el certamen a la categoría de gran mostrador de la pujanza del Principado. Es cierto: en esta sexagésima tercera edición (63ª), que ya son años, participan 2.000 expositores que ocuparán los 160.000 metros cuadrados del recinto Luis Adaro. Digo ocupar en sentido literal, porque incluso hay lista de espera, empresas que se han quedado sin hueco para participar. La relevancia económica es evidente. Enhorabuena, por tanto, a los organizadores.
Si ya es difícil tener éxito, mucho más difícil resulta repetirlo prácticamente a cada ocasión. La felicitación es bien merecida. Vuelvo a la idea de escaparate, que da para mucho. Un político siempre está en el muestrario expuesto al público, quiera o no. En nuestros días, rodeados de ojos y oídos digitales por todas partes, intentar huir de ese escrutinio es inútil. Y como da igual que te apetezca, lo asumo con realismo y lo entiendo como un deber, y no el menos importante, incorporado a mi cargo. Al fin y al cabo, la labor de representación también va en el sueldo. No estoy hablando de apetencias personales, sino de cuestiones políticas e institucionales, porque los cargos públicos ponemos al Principado en el escaparate con nuestras palabras, nuestras actitudes y nuestros gestos.
En cierta medida, somos custodios de la imagen de Asturias. Ahora les planteo una pregunta. Si ustedes tuvieran esa responsabilidad, la de colocar a Asturias en el expositor, ¿cómo lo harían? ¿Hurgarían en sus defectos, enseñarían el peor ángulo o se dedicarían a subrayar sus ventajas, ofrecerían su mejor cara? Sin duda, elegirían la segunda opción.
Echemos un vistazo a cualquiera de los estands de este lugar: no imagino uno solo que no destaque las cualidades de lo que expone, que no lo haga con optimismo y con ganas, convencidos de que su oferta es la mejor.
Yo también lo haré así. Ahora bien, creo que esa es una tarea colectiva para toda la sociedad asturiana y, ya que estamos en un acto de índole económica, muy en particular para el empresariado. Me dirijo a la patronal, a las cámaras de comercio, a todas las asociaciones relacionadas con la actividad empresarial: pongamos en el escaparate lo mejor de Asturias, que es mucho. Es una idea sobre la que estoy incidiendo en mis primeras intervenciones. Un crítico podrá reprocharme que ando vendiendo frascos tan etiquetados de ilusión como vacíos de contenido. Lo niego. Defiendo una actitud positiva que nos permita recuperar la confianza en nosotros mismos, y sostengo, además, que tenemos razones sólidas para el optimismo. El miércoles, por ejemplo, conocimos el acuerdo sobre Alcoa. Después de un proceso tenso, difícil, se ha cerrado la venta al fondo suizo Parter Capital. Entiendo perfectamente la prevención de la plantilla.
¡Cómo no van a tener cautela después de tantos meses de incertidumbre, con sus empleos en el alero! Merecen toda la comprensión y el apoyo del Gobierno de Asturias, que continuará vigilante para que se consolide el proyecto industrial. El Principado seguirá trabajando por el futuro de la nueva Alu Iberia. Ahora, dicho esto, asumamos también que estamos mejor, que se ha trabajado y que la colaboración entre administraciones ha ayudado a encontrar una salida. Como afirmó la ministra de Industria, Reyes Maroto, a quien quiero reconocer su implicación, tenemos derecho a “la satisfacción y la esperanza”.
Quiero ser claro: no trato de distribuir medallas entre las administraciones pero sí constato que hemos estado, la administración regional, la estatal y la municipal, donde debíamos estar: acompañando a los trabajadores y a sus familias en meses que ha sido muy duros y haciendo nuestro trabajo, que es buscar soluciones con la vista puesta en los ciudadanos y las ciudadanas. Esta debe ser la pauta, el modo de afrontar los desafíos: reconocerlos, analizarlos y ponernos a trabajar de la mano para superarlos. Son necesarios todos los pasos. Aceptar los retos, analizarlos y esforzarnos para superarlos, no pararnos en la descripción de los problemas. No siempre se alcanzará una buena solución, pero la mayor parte de las veces lo lograremos.
Estamos en Gijón, una de las grandes plazas de la siderurgia, y sabemos que existe inquietud en toda Europa respecto al futuro de esta industria. Pues bien, en los próximos días mantendré una reunión con los sindicatos y la patronal en la que abordaré uno de mis compromisos electorales: la aplicación de un arancel ambiental, de un ajuste en frontera que evite la desventaja de la siderurgia europea frente a la competencia de otros países. De hecho, el encuentro ya estaba previsto para el jueves pero hubo de suspenderse. Y, ya que hago alusión a las medidas impuestas en la UE para combatir el cambio climático, pensemos que, en realidad, la transición ecológica nos plantea una doble prueba. No se trata sólo de minimizar los riesgos que apareja para nuestra industria, sino también de saber aprovechar las posibilidades que conlleva para generar empleo y nuevas actividades. La perspectiva debe ser completa: por supuesto, transición justa, pactada y pautada, pero también atención a las oportunidades que acompañarán esa transformación. Veamos la botella entera, con su parte vacía y su parte llena, y así avanzaremos mejor hacia esa gran prioridad del Gobierno de Asturias que es la consolidación de la industria como piedra angular de nuestra estructura económica: aporta el 23,7% de nuestro valor añadido bruto, seis puntos por encima de la media nacional Les hablaba antes de razones para el optimismo. El mismo día, el miércoles, supimos los datos de balance turístico de los primeros seis meses del año. Han sido los más altos, incluso por encima de los registrados en 2017, cuando se rebasaron todos los récords. De enero a junio, 883.775 visitantes, con un crecimiento del 7,2% de los procedentes de otros países. Sé que los números resecan los discursos, los convierten en pedregales áridos para la atención, pero en este caso me parecía importante citarlos porque probablemente prologuen el mejor ejercicio turístico de toda la historia de Asturias.
Y a partir de ahí empresas y plantillas del sector podrán reprocharnos y reclamarnos muchas cosas, unas con más motivos que otras. Nuevas campañas, mayor colaboración, más atención a las condiciones laborales, imaginación y audacia para repensar nuestra imagen. De acuerdo, nos pondremos a todo, pero lo que nos están indicando esas cifras es que hay muchos motivos para estar ilusionado. A estas alturas, el pesimismo sobre la capacidad turística de Asturias sería de cenizos. Más razones. Hoy mismo conocimos los datos del paro registrado: sumamos 70 meses consecutivos de descenso interanual y el número de personas afiliadas a la Seguridad Social se eleva a 372.431, el más alto desde octubre de 2011 .
Llevamos más de cinco años ininterrumpidos de disminución del desempleo y, de acuerdo con todas las previsiones, vamos camino de un lustro de crecimiento económico continuado, siempre por encima de la media de la eurozona. Vuelvo al principio. Sé de sobra que esta intervención tiene debilidades. Por volver al primer ejemplo, pueden decirme que el futuro de la planta de aluminio y de toda la industria que consume mucha energía necesita que se abarate el precio de la electricidad. Es verdad. Pero para que eso se pueda resolver hace falta que España tenga un gobierno con competencias para aprobar el Estatuto de las Electrointensivas, como se ha comprometido la ministra Maroto. O pueden decirme que las comarcas mineras continúan sufriendo las consecuencias de su desertización industrial, acelerada por el cierre de las explotaciones de carbón. Y volveré a responder que es cierto. Que se necesita continuar con el despliegue de los fondos mineros, como los 73 proyectos aprobados en mayo que movilizarán una inversión de cerca de 98 millones. Y repetiré que para ese objetivo, para mantener el compromiso con las cuencas, también hace falta que España tenga un gobierno en plenitud. Ustedes saben de sobra a dónde quiero ir a parar. Estoy diciendo con todas las letras que el bloqueo que sufre España tiene consecuencias reales, tangibles, que no es un juego de retórica ni un simulacro. El bloqueo político es perjudicial para Asturias.
La ministra Luisa Carcedo –que, perdonen la familiaridad, para mí es sobre todo mi amiga Luisa, a quien agradezco su presencia- lo entiende bien, sabe hasta qué punto ese bloqueo irresponsable a la única alternativa de gobierno existente repercute en las necesidades de Asturias. He puesto dos casos como podría poner muchos otros, incluida la conclusión de las grandes comunicaciones, la puesta en marcha de la variante de Pajares, o aquí, en Gijón, el desarrollo del plan de vías. Para hacer realidad esos objetivos es preciso contar cuanto antes con un Gobierno en España con todas las de la ley. Recupero la idea central del discurso. Si tenemos la responsabilidad de situar a Asturias en el escaparate, coloquémosla de la mejor manera posible, tal como harían ustedes en la organización de esta feria internacional de muestras o como prepararía su estand cualquiera de las empresas que participa en el certamen. Ante nosotros mismos, y sobre todo cara al exterior, ofrezcamos lo mejor que tenemos, nuestras potencias y capacidades. Pensemos, además, en lo que ofrecemos al futuro, no en lo que fuimos. No intentemos promocionarnos con una postal del pasado. Por lo tanto, no pensemos en volver atrás, sino en ganar el porvenir. E, insisto, por mucho empeño que haya en presentarnos las cosas de la peor manera posible, con la nube negra del pesimismo, tengamos claro que abundan las razones para ilusionarnos con el futuro de Asturias.
Esta semana ha ocurrido una circunstancia curiosa. Mi primer viaje institucional fue a Yernes y Tameza, el concejo con menos población de Asturias, y hoy la inauguración de la Feria me ha traído a Gijón, la ciudad con más habitantes. De un pequeño pueblo interior a una ciudad costera. Es un buen contraste y, sin embargo en todas partes percibo las mismas expectativas, las ganas de que el nuevo gobierno se ponga a trabajar ya por Asturias. Aquí, como ven, están varios consejeros y consejeras de mi Ejecutivo. Es un gesto de apoyo a la feria y Gijón, esencial para Asturias. Alcaldesa, este gobierno va a cumplir con Gijón, tenlo por seguro. Cuenta con nosotros. Finalizo ya, y no me resisto a hacerles una invitación expresa a que visiten el Pabellón del Gobierno del Principado del Principado que este año dedicamos al Camino de Santiago. No es este el lugar para extenderme sobre la extraordinaria importancia que tuvo la ruta jacobea para el pequeño Reino de Asturias no solo en los ámbitos cultural, espiritual y artístico sino como dinamizador económico de primer orden. Solo quiero subrayar la idea de que el camino de nuestro futuro, del futuro de Asturias que también queremos innovador, inclusive y sostenible como reza el lema de la exposición, empieza también en nosotros mismos. Todos los asturianos y asturianas somos punto de partida en este camino.