La expansión de las redes sociales e internet acercan oportunidades de ocio en forma de juego a miles de personas en el mundo. Paralelamente, cada vez más se difunden y ponen en marcha programas y artículos llamando al juego seguro y responsablemente, esclusivamente por personas mayores de edad y que sepan controlar el entretenimiento para que no desemboque en una dependencia.

Así, a la vez que una amplia oferta de juego, se suceden las iniciativas sociales y gubernamenteles, como en España, para lograr un juego seguro y responsable.

Mientras que el primero es el que se desarrolla con plenas garantías de veracidad, justicia, seguridad, control y protección del consumidor, juego responsable es aquel que persigue un entretenimiento consciente e informado y, en consecuencia, tiene lugar de forma controlada, en cuanto a gasto y tiempo, por el jugador.

Dentro de la Estrategia el concepto juego responsable se fundamenta en “la elección racional y sensata de las opciones de juego, que tenga en cuenta la situación y circunstancias personales del jugador, impidiendo que el juego se pueda convertir en un problema. El Juego Responsable implica una decisión informada y educada por parte de los consumidores con el único objetivo del entretenimiento, la distracción y en el cual el valor de las apuestas no supera nunca lo que el individuo se puede permitir”.

El impulso que supuso la regulación del juego online ha venido a completar la asimilación por parte de la sociedad española de los juegos de azar como una más en la oferta de actividades de ocio y entretenimiento disponibles. Al igual que en la mayoría del resto de sectores, y principalmente impulsado por la aplicación intensiva de la tecnología, hoy en día el consumidor, en este caso el participante del juego, adquiere un mayor protagonismo en todo el ciclo de vida del producto, desde su diseño, a través del desarrollo de juegos mostrados en sus preferencias, hasta su consumo final interactivo. Todo ello complementado con un mayor nivel de exigencia, tanto de consumidores como reguladores, o de la sociedad misma en su conjunto, que deviene en que los operadores de juego incrementen la calidad y el conocimiento del servicio ofrecido, así como de las implicaciones derivadas de su consumo.
En este contexto de cambios, demandados por una sociedad altamente digitalizada, confluyen en el sector del juego distintos canales de comercialización (presencial y online), diferentes agentes regulatorios, así como operadores de distinta naturaleza (públicos y privados), todo ello en un entorno con una gran componente de innovación.
La asimilación del juego como actividad de ocio: retos y oportunid

Pero más allá de ello, este creciente y complejo escenario incorpora nuevos retos desde el punto de vista de las implicaciones que la actividad de juego genera en la sociedad. Desde esta óptica, los poderes públicos tienen la obligación de prevenir la aparición de comportamientos adictivos, proteger a los colectivos particularmente sensibles que no deben realizar actividades de juego, como menores o autoprohibidos, y de forma simultánea, tener en cuenta los derechos e intereses de los jugadores.
Estamos, en ese sentido, en un momento en el cual la innovación a través de la aplicación de las nuevas tecnologías puede y debe ser aplicada no solo al diseño de los productos, sino también a establecer un marco en el que la participación en los juegos de azar se realice con la seguridad de contar con los elementos imprescindibles para reducir la aparición de conductas de riesgo. De esa forma, los poderes públicos deben garantizar que: i) la interiorización por parte de la sociedad del juego responsable como forma de aproximación a la práctica del juego; ii) los diagnósticos sobre las causas de los problemas y los propios problemas son acertados; iii) las medidas que se adopten estén vinculadas a tales problemas; iv) y, por último, que todos los agentes involucrados ocupan y desempeñan con eficacia y eficiencia su espacio de responsabilidad y tienen la posibilidad de interactuar entre ellos.