Esta madrugada, en Madrid, ha fallecido el actor gijonés más universal. Arturo Fernández, de 90 años de edad, estaba hospitalizado en una clínica de la capital tras interrumpir su actuación en la obra que compartía con Carmen del Valle en el Teatro Amaya.
Perteneciente a una familia humilde, su padre huyó de España tras la Guerra Civil debido a su condición de anarquista. En 1950 se traslada de Asturias a Madrid sin intención de dedicarse profesionalmente a la interpretación y, como sustento provisional, comienza en el cine como figurante hasta interpretar papeles pequeños en películas de Rafael Gil (La señora de Fátima, La guerra de Dios, El beso de Judas).
Su primer contacto con el escenario es en el llamado Teatro de Cámara y Ensayo, dirigido por Modesto Higueras. Después se incorpora a la compañía teatral de Conchita Montes y más tarde a la de Rafael Rivelles.
En el cine logra sus primeros papeles protagonistas a las órdenes de Julio Coll en Distrito Quinto (1957) y Un vaso de whisky (1958), participando hasta bien entrada la década de 1970 en decenas de películas como La Casa de la Troya, Rogelia, Currito de la Cruz y Camino del Rocío, de Rafael Gil; Bahía de Palma, de Juan Bosch; La viudita naviera, de Luis Marquina; Jandro, de Julio Coll; Novios 68 y No desearás la mujer de tu prójimo, de Pedro Lazaga; Tocata y fuga de Lolita, de Antonio Drove, Un lujo a su alcance, de Tito Fernández, y la comedia de gran éxito comercial La tonta del bote (1970), que lanza a la fama a Lina Morgan.
Tras una larga carrera, recibe en 2003 y 2011 el premio Micrófono de Oro que entrega la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión. En 2012 recibe el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid en la categoría de Teatro, además del premio Alfonso Ussía en la categoría de Personajes del año.