La Universidad de Oviedo colidera un estudio que recopila 664 ataques de oso pardo a seres humanos ocurridos entre 2000 y 2015 en todo el mundo
En general los ataques defensivos se producen en escenarios que son el resultado de comportamientos humanos inapropiados, por lo que el personal investigador señala la importancia de realizar campañas educativas
Oviedo/Uviéu, 12 de junio de 2019. Un grupo internacional de investigadores e investigadoras ha recogido y analizado información sobre 664 ataques de oso pardo a seres humanos ocurridos entre los años 2000 y 2015 a lo largo de todo el área de distribución de la especie (Norteamérica, 183 ataques; Europa, 291 ataques; y Asia, 190 ataques –datos parciales–). La investigación ha estado liderada por la Universidad de Oviedo, a través de Giulia Bombieri que pertenece a la Unidad Mixta de Investigación en Biodiversidad (UMIB, UO-CSIC-PA), y por la Estación Biológica de Doñana-CSIC, a través de Javier Naves.
Los resultados muestran que los ataques de oso pardo a humanos han aumentado de manera global en los últimos años y responden generalmente a reacciones defensivas por parte de los osos. La mayoría de estos contactos físicos (85,7%) resultaron en heridas y el 14,3% fueron mortales.
Solo el 6,6% de todos los ataques ocurridos en Europa fueron fatales, por el 13,1% en Norteaméricay el 32% en Asia. El número de ataques en países donde se caza es similar al de países donde no se caza, lo que contradice la hipótesis de que la caza eliminaría los individuos más extrovertidos que podrían ser, en último término, aquellos más propensos a atacar seres humanos. Los ataques defensivos de osas con crías fueron el escenario más frecuente (47%), seguidos por los producidos en encuentros repentinos a corta distancia (20%). La presencia de perros (17%), la presencia de osos heridos o atrapados (10%) y los ataques predatorios (5%) fueron también escenarios recurrentes. Los resultados del estudio muestran un incremento global en el número de encuentros físicos en las últimas décadas.
Una posible causa es el incremento de la población humana, el número de osos pardos en algunas zonas y, fundamentalmente, a una mayor accesibilidad a los hábitats oseros, lo que conlleva una mayor probabilidad de encuentro de ambos. Además, el auge del turismo rural y de actividades realizadas al aire libre en zonas donde está presente la especie hace que se produzca un incremento en el uso intensivo de estos espacios por parte de personas no acostumbradas a coexistir con la fauna salvaje. Esto aumenta la probabilidad de encuentros potencialmente peligrosos y una respuesta defensiva por parte de los osos. El hecho de que la mayor parte de estas reacciones defensivas sean realizadas por hembras con crías indica que estas pueden fácilmente responder de manera agresiva a encuentros cercanos con humanos si ven comprometida la seguridad de las crías. Para estos casos es recomendable prestar una mayor atención y desarrollar campañas de sensibilización específicas. En este sentido y siempre que sea posible, medidas como la restricción temporal a zonas con presencia de hembras con crías podrían disminuir la probabilidad de encuentros peligrosos y las molestias ocasionadas a la especie. En general estos ataques defensivos se producen en escenarios que son el resultado de comportamientos humanos inapropiados de cara a evitar encuentros.
Ejemplos de estos comportamientos son caminar solo o sola, fuera de los caminos habituales, llevar a los perros sin atar o perseguir a un oso en un lance de caza. Estos escenarios se podrían reducir con campañas de sensibilización adecuadas. En este sentido, comportamientos como hacer ruido, especialmente en zonas de densa vegetación, o ir en grupo ayudan a avisar a los osos de nuestra presencia y reducen la probabilidad de sorprenderlos a corta distancia. Esto, además, ayuda a que el oso huya evitando el encuentro. Por otro lado, mantener a los perros atados y bajo control reduce posibles molestias a la fauna salvaje.
El uso de sprays de pimienta específicos para osos es una herramienta eficaz para detener ataques. Esta medida no es letal y está muy extendida en Norteamérica. Sin embargo en Europa se utiliza sólo en algunos países mientras que en otros es ilegal. Para garantizar una mayor seguridad de las personas que viven y disfrutan del medio natural en zonas habitadas por osos, es necesario reconsiderar el posible uso legal de estos, especialmente en países donde las poblaciones de osos están en aumento.
Los encuentros negativos con osos pardos son extremadamente raros y la mayoría de las veces no son fatales para el ser humano. Sin embargo, a fin de garantizar tanto el bienestar de animales y personas como su coexistencia, el personal investigador considera necesario profundizar en el estudio de estos encuentros y promover campañas educativas dirigidas a informar sobre aquellos comportamientos asociados con respuestas agresivas por parte de los osos.
Estas campañas deben basarse en una comunicación fluida basada en datos científicos e implicar la colaboración de investigadores, gestores, divulgadores y educadores de todos los ámbitos. El incremento en el número de ataques a seres humanos por parte de los grandes carnívoros es un tema de interés social. El comportamiento más común del oso pardo (Ursus arctos) es evitar la presencia humana, pero esto no siempre es posible en las zonas donde osos y humanos coexisten. Actualmente se estima que el número de osos pardos en el mundo es de unos 200.000 ejemplares y en general la tendencia de la población es considerada estable.
En Rusia se cree que la población es de unos 100.000, en Norteamérica 58.000 y en Europa (excluyendo Rusia) de unos 15.400.
Artículo: Brown bear attacks on humans: a worldwide perspective.
www.nature.com/articles/s41598-019-44341-w.
Revista: Scientific Reports
Autores y autoras (78): 1 Giulia Bombieri , 1 Javier Naves, Vincenzo Penteriani, Nuria Selva, Alberto Fernández-Gil, José Vicente Lopez-Bao, Huseyin Ambarli, Carlos Bautista, Tatjana Bespalova, Vladimir Bobrov, Vladimir Bolshakov, Svetlana Bondarchuk, Jean-Jacques Camarra, Silviu Chiriac, Paolo Ciucci, Aleksandar Dutsov, Ihor Dykyy, José María Fedriani, Alberto García-Rodríguez, Pedro José Garrote, Sergey Gashev, Claudio Groff, Bernhard Gutleb, Michal Haring, Sauli Harkonen, Djuro Huber, Mohammad Kaboli, Yury Kalinkin, Alexandros A. Karamanlidis, Vladimir Karpin, Vyacheslav Kastrikin, Lyudmila Khlyap, Pavlo Khoetsky, Ilpo Kojola, Yuri Kozlow, Andrei Korolev, Nikolai Korytin, Vladimir Kozsheechkin, Miha Krofel, Juri Kurhinen, Irina Kuznetsova, Evgeniy Larin, Alena Levykh, Viktor Mamontov, Peep Männil, Dime Melovski, Yorgos Mertzanis, Artur Meydus, Alireza Mohammadi, Harri Norberg, Santiago Palazón, Lucian Marius Patrascu, Klara Pavlova, Paolo Pedrini, Quenette Pierre-yves, Eloy Revilla, Robin Rigg, Yuri Rozhkov, Luca Francesco Russo, Alexander Rykov, Lidia Saburova, Veronica Sahlén, Alexander P. Saveljev, Ivan V Seryodkin, Aleksandr Shelekhov, Aleksander Shishikin, Maryna Shkvyria, Vadim Sidorovich, Vladimir Sopin, Ole-Gunnar Stoen, Jozef Stofik, Jon E. Swenson, Dmitry Tirski, Aleksander Vasin, Petter Wabakken, Lyubov Yarushina, Tomasz Zwijacz-Kozica, María del Mar Delgado
1 Estos autores contribuyeron igualmente a este trabajo