(Fuente: Academiadecine).-El último Goya de Honor de la Academia de Cine murió este viernes en Madrid, a los 83 años
Cineasta, realizador de televisión, guionista, director teatral y actor. Chicho Ibáñez Serrador, el hombre que contribuyó a popularizar el cine de terror y fantástico en nuestro país y que creó las películas de culto ¿Quién puede matar a un niño? y La residencia, ha fallecido hoy en Madrid, a los 83 años.
Reconocido con el Goya de Honor 2019 “por ser un creador de pesadillas único y original, abrir el camino a toda una generación de cineastas españoles y por su contribución al fantástico, el suspense y el terror”, este conocido profesional que asustó, divirtió e hizo pensar al público nació en Montevideo, y fue el hijo único de la pareja de actores Narciso Ibáñez Menta y Pepita Serrador. Criado entre giras y escenarios, debido a una enfermedad que padeció de niño se convirtió en un ávido lector y desarrolló su vocación intelectual.
En la década de los cincuenta, ya en España, trabajó como actor en la compañía de teatro de su madre y, poco después, se pasó a la dirección teatral. En 1957 regresó a Argentina y, junto a su padre, inicia una exitosa colaboración en teatro, radio y televisión. Ibáñez Serrador se convirtió en un reputado profesional como actor, realizador y guionista en la televisión argentina, firmando muchas veces sus textos con el seudónimo Luis Peñafiel. Siendo el teatro sus orígenes, –”mi escuela, mi universidad, mis antepasados”, en sus propias palabras– descubrió que la dirección y la escritura le atraían más que la actuación, convirtiéndose en lo que él denominó “autor que dirige” o “autor que realiza”.
En 1963 retornó a España, y en Televisión Española trasladó todo lo que había aprendido en América, revolucionando y modernizando la televisión de los sesenta en nuestro país con series como Mañana puede ser verdad o La historia de Saint Michel, pero especialmente con Historias para no dormir (1966). A estas se suman los títulos para la pequeña pantalla El último reloj, El asfalto, Historias de la frivolidad y El televisor.
Especializado en adaptaciones literarias y biografías de personajes célebres, sobre todo en su etapa argentina, fueron sin embargo sus historias de ciencia ficción y de terror las que más impactaron al público. Este género también lo cultivó en el cine, alumbrando emblemáticos títulos del fantástico y el terror español: La residencia (1969) y ¿Quién puede matar a un niño? (1976), de las que fue guionista y director.
Su sello de identidad también incluyó el humor, con las presentaciones previas que hacía en Historias para no dormir o en los ciclos de Mis terrores favoritos, a los que aportó un toque de ironía y comedia. En la carrera de este divulgador de los clásicos del género, también figuran novelas radiofónicas y las obras teatrales Aprobado en castidad, El agujerito y El águila y la niebla.
Fundador de la productora Prointel, compañía en la que desarrolló sus propias producciones en cine, televisión, teatro y publicidad, entre las que se encuentran el mítico programa ‘Un dos, tres, responda otra vez’, Ibáñez Serrador recogió el Premio Nacional de Televisión en 2010, el Premio Maestro del Fantástico del Festival Nocturna, el Premio Ondas al Mejor Programa por ‘Hablemos de sexo’, Premio Antena de Oro, Premio Iris , Premio Feroz de Honor y el último galardón honorífico de la Academia, trofeo que recibió en la Fiestas de Nominados.
Su última aparición
Con una fuerte y sentida ovación y puestos en pie recibieron los nominados a los Goya a Chicho Ibáñez Serrador. En la que fue su última aparición pública, estuvo acompañado por sus dos hijos, Pepa y Alejandro. “Sin duda alguna, es el Goya mejor dado”, manifestó sonriente el maestro, recordando que hace años le llamó por teléfono una persona “cuyo nombre prefiero olvidar” para pedirle un favor. “Me dijo que les tenía que dar ideas para el premio –como lo que hacen los americanos con el Oscar–. Y les di la idea”. Semanas más tarde, volvieron a contactar con él “y me mostraron un busto de Goya que tenía detrás un botoncito que si le dabas salía un abanico con una musiquita que tocaba un pasodoble. Me fui y no volví. Agradezco que esta noche sea la que vuelvo al hogar de los profesionales. A Don Francisco le han desabanicado y este Goya hace que nunca, nunca, olvide esta profesión y a tantos profesionales y amigos que está noche están aquí”, manifestó visiblemente emocionado desde su silla de ruedas.