Los facultativos responsables de la salud mental de los reclusos de Guantánamo, asignados por el Departamento de Defensa de EE UU, no investigaron ni documentaron las causas de los daños físicos y psíquicos que presentaban los presos debido a las torturas. Esta práctica "no responde solo a una elección individual de los médicos", señala a SINC Vincent Iacopino, uno de los dos autores de la investigación. "Representa una fracaso político de los funcionarios de la administración Bush", añade.
Existen varios estudios que demuestran la tortura y los malos tratos ejercidos sobre los detenidos en la base de Guantánamo (Cuba). Sin embargo, esta investigación, publicada en PLoS Medicine, es la primera que analiza las prácticas del personal sanitario encargado de tratar a los detenidos.
“Descuidaron y/u ocultaron pruebas médicas de los daños intencionales ejercidos”, aseguran los investigadores, Stephen Xenakis y Vincent Iacopino, ambos médicos. Xenakis es psiquiatra y General de Brigada retirado del ejército de EE UU, mientras que Iacopino es asesor médico de la organización Médicos por los Derechos Humanos.
Para llevar a cabo el trabajo, los dos autores contaron con otros tres expertos médicos no ligados al gobierno y solicitados por los abogados de nueve presos que habían ingresado en la prisión de Guantánamo en 2002.
Daños físicos sin justificar
El equipo de investigación escrutó registros clínicos, declaraciones juradas de los prisioneros, notas y resúmenes de conversaciones entre clientes y abogados, y declaraciones legales de médicos independientes sobre las pruebas de tortura y malos tratos.
En tres de los nueve casos, los registros contenían acusaciones de abuso de los detenidos, como contusiones, fracturas óseas, laceraciones, daños del nervio periférico y ciática. Sin embargo, los documentos no recogían las causas de estos daños.
Según la investigación, el personal sanitario de Guantánamo certificó el estado físico de un detenido para continuar siendo interrogado a pesar de haber sufrido varios períodos de inconsciencia. Otro preso indicó que los interrogadores observaron sus registros médicos y que utilizaron su dolor de espalda crónico para mantenerle en posiciones dolorosas de esfuerzo prolongado.
El abuso, origen de los síntomas
Además de los daños físicos, los registros clínicos indican que ocho de los nueve individuos sufrían pesadillas, ideas suicidas, depresión, alucinaciones audiovisuales, intentos de suicidio, ansiedad, claustrofobia, dificultades para concentrarse o memorizar y estados disociativos.
Según el estudio, “en cada caso, el comienzo de los síntomas psicológicos estaba relacionado con las declaraciones de abuso y corroborado con la información de los registros médicos”.
Un detenido presentaba pesadillas, lapsos de memoria, pérdida de la concentración y el apetito, estado de ánimo depresivo y pensamientos suicidas. El registro médico indica que fue tratado con antidepresivos y que expertos del Servicio de Salud del Comportamiento (BHS, por sus siglas en inglés) le dijeron: “Necesitas relajarte cuando los guardas se pongan más agresivos”.
Trastornos de personalidad como causas
De esta forma, los especialistas en salud mental del Departamento de Defensa de EE UU, junto a los del BHS, diagnosticaron en seis de los detenidos depresión, personalidad pasiva-agresiva, trastorno límite de personalidad, trastorno de adaptación, factores de estrés rutinario de reclusión, rasgos narcisistas, psicosis o depresión con episodios psicóticos y ansiedad.
Además, los expertos del BHS reflejaron en los informes que siete de los detenidos presentaban síntomas de trastorno de estrés postraumático, pero no indicaron ningún dato que revelara las posibles causas de la enfermedad. Antes de su ingreso en la base, ninguno de los detenidos presentaba dolencias psicológicas ni tenía antecedentes familiares con este tipo de enfermedades.
“Los síntomas psicológicos fueron atribuidos, normalmente, a ‘trastornos de personalidad’ y a ‘factores de estrés rutinario de reclusión’”, subrayan los investigadores. “Los síntomas temporales psicóticos y las alucinaciones no fueron considerados fruto de un trato abusivo”, añaden.
Integridad médica comprometida
Según el estudio, la investigación no se puede generalizar a todos los detenidos de Guantánamo, puesto que se basa en la documentación y en los registros de solo nueve de los presos.
De hecho, “la total complicidad médica en las prácticas de tortura de EE UU no se conocerá hasta que se lleve a cabo una investigación completa e imparcial que incluya información relevante clasificada”, señalan Iacopino y Xenakis. Hasta que llegue esta investigación y se depuren responsabilidades, “la integridad de médicos y otros profesionales sanitarios se encuentra comprometida”, añaden.
En opinión de Iacopino, tal y como subraya a SINC, "los médicos responsables de actos de tortura, por comisión u omisión, deberían rendir cuentas ante los tribunales de EE UU y los órganos legislativos oportunos".
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Una promesa electoral pendiente
La Bahía de Guantánamo es un centro destinado a prisioneros de EEUU abierto en 2002. Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, el gobierno del presidente George W. Bush consideró “seguras, legales, éticas y efectivas” prácticas que las Naciones Unidas califican como tortura: ahogo simulado, nudismo forzoso, privación del sueño, temperaturas extremas, posiciones de esfuerzo e insolación prolongada. Estas técnicas, denominadas como “interrogación mejorada” (EITs, por sus siglas en inglés), se practican en Guantánamo.
Actualmente, 172 personas se encuentran detenidas en la prisión. El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, prometió en la campaña electoral de 2008 que cerraría la base y trasladaría a los detenidos para que fueran sometidos a un juicio, pero a día de hoy, la prisión sigue abierta.