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En sus esfuerzos por aplastar la oposición, el gobierno de Siria ha convertido los hospitales en instrumentos de represión. Así lo ha manifestado hoy Amnistía Internacional en un nuevo informe.
El informe, titulado Crisis de salud: ataques del gobierno sirio contra personas heridas y profesionales de la medicina, documenta las torturas y otros malos tratos infligidos, algunos de ellos por personal médico, a pacientes heridos en al menos cuatro hospitales estatales.
Los trabajadores de hospital sospechosos de proporcionar tratamiento a manifestantes y otras personas heridas en incidentes relacionados con los disturbios han sido a su vez detenidos y torturados.
“Es muy alarmante que las autoridades sirias hayan dado, según parece, plena libertad a las fuerzas de seguridad en los hospitales, y que en muchos casos el personal de los hospitales parezca haber participado en torturas y malos tratos a las mismas personas a las que se supone que tiene que cuidar”, ha manifestado Cilina Nasser, investigadora de Amnistía Internacional sobre Oriente Medio y el Norte de África.
“Dadas la escala y la gravedad de las lesiones que están sufriendo personas de todo el país, resulta preocupante ver que muchos consideran más seguro arriesgarse a no recibir tratamiento por heridas importantes que acudir a centros médicos adecuados”.
Amnistía Internacional descubrió que había pacientes que habían sido agredidos por personal médico, por profesionales de la salud y por personal de seguridad en, al menos, los hospitales nacionales de Banias, Homs y Tell Kalakh, y en el hospital militar de Homs.
Un médico del hospital militar de Homs dijo a Amnistía Internacional que había visto a cuatro médicos y más de 20 enfermeros y enfermeras agredir a pacientes.
“Ahmed” fue llevado inconsciente al Hospital Nacional de Tell Kalakh el 22 de agosto, tras ser golpeado por las fuerzas de seguridad. Un testigo lo vio en la sala de urgencias:
“Había a su alrededor unos siete u ocho agentes de seguridad, algunos armados con rifles, y personal de enfermería vestido con bata blanca. Él abrió los ojos y dijo: ‘¿Dónde estoy?’ Y de repente saltaron todos sobre él y empezaron a pegarle y golpearle”.
También se ha sacado a pacientes de los hospitales. El 7 de septiembre, las fuerzas de seguridad, que buscaban a un presunto jefe de operaciones armado opuesto al gobierno, asaltaron el Hospital de Al Birr wa al Khadamat, en Homs. Al no encontrarlo, detuvieron a 18 personas heridas.
Un trabajador de la salud que estaba presente durante el asalto dijo a Amnistía Internacional que había visto cómo al menos a un paciente inconsciente le retiraban el respirador antes de llevárselo.
Muchas personas, temerosas de las consecuencias de acudir a un hospital estatal, optan por buscar tratamiento en hospitales privados o en hospitales de campaña improvisados y mal equipados.
Unos médicos del Hospital Nacional de Homs dijeron a Amnistía Internacional que el número de ingresos por heridas de bala se había reducido considerablemente desde mayo, lo cual contrasta con el aumento de la cifra de muertos y heridos en las calles.
Un problema importante es que, en Siria, sólo se pueden obtener suministros de sangre del Banco Central de Sangre, controlado por el Ministerio de Defensa, y esto pone a los hospitales privados en un terrible dilema. Un médico que había trabajado en un hospital privado de Homs dijo a Amnistía Internacional:
“Tenemos un dilema cada vez que recibimos un paciente con una herida de bala y que necesita sangre urgentemente: si enviamos una solicitud al Banco Central de Sangre, las fuerzas de seguridad se enteran de la existencia de ese paciente, y lo ponemos en peligro de ser detenido y torturado, y posiblemente de morir bajo custodia”.
Los profesionales de la medicina han sido también blanco de los ataques de las fuerzas de seguridad, algunos por tratar a personas heridas, otros como sospechosos de asistir a manifestaciones o filmar a los manifestantes.
El 7 de agosto, unos 20 soldados y miembros de las fuerzas de seguridad asaltaron un hospital estatal en la gobernación de Homs y detuvieron a siete trabajadores. Uno de ellos habló a Amnistía Internacional sobre su interrogatorio, en el transcurso del cual algunos de sus colegas fueron golpeados con brutalidad:
"[El encargado del interrogatorio] preguntó: ‘¿quieres que te torturemos, o prefieres hablar?’ […] Nos acusó, a mí y a mis colegas, de tratar a personas heridas sin denunciarlas a las autoridades, y me pidió los nombres de esas personas”.
Amnistía Internacional ha pedido a las autoridades sirias que den a todos los hospitales instrucciones estrictas y claras de que deben aceptar y tratar sin demora a todos los pacientes heridos, y de que deben dar prioridad a los intereses de los pacientes por encima de cualquier otra cuestión.
“Los profesionales de la medicina sirios se encuentran en una situación imposible: obligados a elegir entre tratar a personas heridas o proteger su propia seguridad”, ha manifestado Cilina Nasser.
“Las autoridades sirias deben atender a razones y actuar urgentemente para garantizar que todos los pacientes son tratados por igual, sin discriminación a causa de sus supuestas lealtades o actividades políticas”.
“Todas las personas –ya sean profesionales de la salud o miembros de las fuerzas de seguridad– que sean sospechosas de demorar, obstruir o interferir en el trabajo de los profesionales de la salud para proporcionar tratamiento a personas heridas deben rendir cuentas de sus actos”.